También me parece que a un vegano (hace años escribí un cuento incluido en Perro Verde en el que exploraba las dificultades inherentes al vegetarianismo estricto) le costaría admitir la corrección del Meatless Monday que empezaran los McCartney (Los lunes sin carne) allá por el 2009, del mismo modo que tampoco aprobaría, aunque por lo visto va a ser tendencia en el 2017, el flexitarianism (flexitarianismo), o lo que es lo mismo, vegetarianismo a la carta.
Pauline, la mascota del Presidente Tuft. |
Aunque el Meatless Monday no satisfaga los apetitos más intolerantes de los vegetarianos estrictos, confío en que puedan ver el valor de estos comienzos. El coraje y la facilidad, quizás sean solo fachada, no lo sé, con la que estas personas se adhieren a esta doctrina siempre me ha parecido asombrosa. ¿Tal vez son mejores personas, más empáticas?
De buen grado me hubiera gustado preguntarle a George Bernard Shaw, que era vegano, de dónde le venía esa fuerza de voluntad, porque incluso cabezas pensantes como las de Richard Dawkins o Sam Harris se las ven y se las desean para defender el vegetarianismo.
Es un país como Estados Unidos donde la carne mueve montañas es muy difícil desarticular industrias y mentalidades, aunque el cuerpo a veces lo pague con un par de infartos y un fuerte desembolso económico en concepto de facturas hospitalarias.
A ver si es posible que en poco hagamos los huevos, la leche o la carne en laboratorios y podamos colarlos con idéntico sabor sin hacer sufrir a los animales y con la debida higiene que muchas de estas industrias carecen. Peligro, se ve a la legua. El precio de lo auténtico, por las nubes. ¿Estraperlo, quizás? Open for business....
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