Me he dado cuenta de que no he puesto los pies en Alaska. Adentrémonos en el hielo, si es que con las temperaturas que tenemos aún queda algo. Y si, con Alabama vimos que los caballos eran los que salían bastante bien parados, en Alaska es a los alces y a los osos a los que se trata con mimo, mientras que las mujeres y aquellos que gusten de ponerse tacones llevan las de perder.
Despertar a un oso que está durmiendo para sacarse una foto con la criatura es ilegal, pero si no duerme, entonces, no hay problema: podemos dispararlo.
En vuelo está prohibido avistar alces. También es ilegal lanzar un alce vivo desde un avión en movimiento.
Los hombres no pueden ir totalmente desnudos por la calle y tampoco se puede robar nieve del vecino para hacer un muñeco de nieve (si es para un iglú está admitido).
Y la de los tacones. Eso de dar saltitos para evitar que el tacón o los dedos se nos queden atascados en un boquete nada. Es ilegal. Quizás ir a lomos de un alce pudiera esquivar la temida caída, pero poco se puede hacer porque las ordenanzas obligan a la policía a mantenerlos fuera de las calles.
Total, que en Alaska el fíjate por donde vas, no resulta reduntante.
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