lunes, 15 de mayo de 2017

El derecho a ser gordo

La obesidad en Estados Unidos algunos la reclaman como un derecho y creo que unos cuantos hasta lo defenderían como una obligación. Hay que ser solidarios con las grandes industrias. Americanas, claro. Pero ¿quién querría atiborrar a sus hijos de comida basura? Ha preguntado Michelle Obama en una conferencia sobre salud. Pues parece ser que alguien que, aparte de estar con el americano subido, también le sobra dinero y está de ánimo para subvencionar a las grandes aseguradoras con las desorbitadas cuentas que le saldrán si se opone a que sus hijos en horario escolar sustituyan el pollo azucarado por la saludable zanahoria.



Los detractores de tal beneficioso vegetal se refugian en su desagradable sabor para cerrar los ojos ante la evidencia. Sí. Y en lo mal que la cocinan para disimular dicho sabor. Cartón, eso es lo que se llevan a la boca sus hijos. Nada menos que cartón. Menos les importa que muchos pollos embadurnados en azúcares terminen en complicaciones cardiovasculares. Estos niños, desgraciadamente, al igual que sus padres, recalcitrantes defensores de las grasas saturadas, tampoco son de mucha zapatilla, de hecho cuanto menos la toquen, mejor. Así que, al final, todos en carrito motorizado, para que así puedan seguir llenado en amor y compaña el cesto de la compra con los azúcares que se encargarán de pudrirles los dientes, aunque, eso sí, también de poner a la asquerosa zanahoria en su sitio. 

El presidente, claro, para premiar la solidaridad de los defensores del pollo azucarado y grasas arterioasquerosas, ha congelado las restricciones que limitaban el sodio y las regulaciones que abogaban por un aumento en el consumo de los cereales integrales en los colegios. Y eso de saber cuántas calorías nos metemos pal' cuerpo, para evitarnos el susto y podamos seguir alimentando a placer el michelín quinientos diez, después de todo a quién le gusta comer con esa mosca zumbándole en la oreja, parece que también esta administración nos lo va a ahorrar. Todo sea por el derecho y la obligación moral de ser gordo. 

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