El George Washington Bridge, puente colgante sobre el río Hudson que une Nueva Jersey con Manhattan, es una maravilla de ingeniería. Othmar Hermann Ammann, ingeniero y Cass Gilbert, arquitecto, fueron los encargados de esta mole.
La construcción comenzó en 1927 y abrió sus puertas en 1931. Cuenta con catorce carriles, ocho en el nivel superior por el que deben transitar los camiones y seis destinados a los turismos. El nivel inferior se inauguró años más tarde, en 1962.
Varias veces he pasado por este puente y la verdad, da igual a la hora que vaya uno, el tráfico siempre es de órdago. Como también lo es el peaje que uno tiene que pagar si quiere pasar a Manhattan. 15 dólares para los turismos. Se ve la pegatina anunciadora con el precio cuando uno ya está llegando a la ventanilla de cobro. Lo malo es cuando se viaja en otro tipo de vehículo, digamos un furgón con remolque. Para saber los precios hay que consultar la lista con las tarifas en internet antes de echarse a la carretera porque, como sabemos, con remolque no se puede dar marcha atrás.
Con sus más de 103 millones de vehículos al año, al George Washington Bridge no le quita nadie el ser el puente con mayor tránsito rodado del mundo. Lo que no me queda tan claro es si sus peajes para vehículos con más de tres ejes, nosotros llevábamos cuatro, también lo convierten en uno de los más caros. 84 dólares costó la entrada. Y no se admite el pago con tarjeta. En contantes y sonantes o con el E-Z Pass, un sistema de cobro electrónico que reduce el costo del peaje. Eso sí. Nunca se paga por salir y las vistas desde la cabina de un camión son inmejorables. Digo yo que lo mismo cascan por cubrir con los ojos esos 1450 metros.
Y sí. Había ruta alternativa. Por otro puente que, ya que estamos, mencionaremos en otra entrega.
Aquí, una de vistas desde el George Washington en camión.
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