El sábado estuve en el Fin del Mundo. Sí, en Massachusetts también hay un Finisterre y se encuentra en Hingham. Tres horas de paseo que se pueden cubrir en algo menos cuando el frío apremia.
Como el cielo estaba pelado, Planter's Hill ofrecía una bella vista de Boston, a unas 15 millas de distancia. El señor John Brewer, el propietario del terrenito, unos 250 acres, no se puede decir que no disfrutara de unas buenas vistas. Sin embargo en algún momento parece que debió de cansarse de ellas o quiso repartir su visión, porque en 1889 le encargó a Frederick Law Olmsted, el autor de la red de parques bostonianos, que dividiera el terreno en 163 parcelas, y que las uniera entre sí con calzadas para tránsito de carruajes. Afortunadamente el proyecto no se llevó a cabo. Por cierto que en 1945 este Fin del Mundo (World's End en inglés), fue candidato para hospedar la sede de las Naciones Unidas que al final se llevó a Nueva York. En 1965 quisieron levantar una planta nuclear y, aunque el Fin del Mundo está en manos de los Trustees of Reservations desde 1967, un consejo que se encarga de gestionarlo, por cierto que la entrada cuesta 6 dólares, parece que hay otras fuerzas empeñadas en contaminar sus alrededores levantando una estación de compresores y una estación de distribución de gas natural.
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