En la entrada de los otros días mencionaba esta asociación, Las Hijas de la Revolución. Desconozco si la reputación de las famosas Hijas ha cambiado, pero siempre se las ha tenido por ser unas estiradas de cuidado. Y pelín muy suyas. Vamos. Muy americanas.
Grant Wood, el autor de la obra American Gothic de la que ya hablé hace bastantes entradas, no les tenía ninguna simpatía. Y es que el espíritu patriótico de las Hijas se las hacían pasar canutas a Wood. Las hermanitas demandaban que el trabajo fuera made in USA. El motivo de la regañina: unas vidrieras. Las que le hicieron en las Américas no le gustaron a Wood y las encargó a Alemania. Grito en el cielo, pues aún persistían en la memoria de las Hijas los ecos de la Primera Guerra Mundial. Las hermanitas consiguieron vetar la propuesta trece años, y no fue hasta 1955 cuando se instalaron las que encargó el artista, que, por desgracia, nunca llegó a ver colgadas.
Eso sí, como en el lienzo queda todo, Wood se tomó la revancha. A tres mujeres secas, de cara alargada, pintó. Serias, más bien setas. Una de ellas, la de detrás, sostiene una taza con motivos orientales con las yemas de cuatro dedos, el meñique no la toca, afectando finura. La de delante, más bajita, de pelo rizado y blanco, parece que sonríe, pero el gesto casi parece el corte abrupto de un juramento o el de una broma tan ligera, que le da un aire de impostora o de alguien que nunca ha experimentado la risa. A su lado, otra hermana. Esta lleva unas gafas redondas que le abúhan el rostro. Común a las tres es el cuello de garza, grueso y sorprendentemente vigoroso, que les da un toque hombruno.
Para rematar la jugada, Wood las coloca bajo su cuadro favorito. Washington Crossing the Delaware (Washington Cruzando el Delaware), después de todo qué puede haber más americano, inconscientes de que Emanuel Leutze, el pintor, era de origen alemán. De hecho, nació en Alemania aunque luego se criara en Estados Unidos. Por cierto, que el modelo del cuadro también era alemán.
Hace tiempo que ocurrió esto y seguramente las hermanas habrán cambiado sus biorritmos, pero aún me queda una duda. ¿Alguna vez supieron que el pintor y el modelo eran alemanes?
Por cierto que las hermanas están visibles en el Museo de Cincinnati.
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