Desde agosto del 2009 en el que se subió el salario mínimo de los trabajadores del sector agrario el gobierno no lo ha vuelto a tocar. A 7, 25 dólares la hora, cantidad que puede bajar si el dueño de la plantación contrató al trabajador mediante intermediario, por ejemplo una agencia tipo Adecco. Si prefiere pagar con el método productividad, basándose en la cantidad de cajas embaladas, el salario también varía. Aquí va un ejemplo. En 8 horas de trabajo, un recolector sirve una media de 64 cajas de naranjas, unos 2613 kilos, de la Florida. En el momento en que uno se tome un respiro para desentumecerse, bajón salarial. Y eso que hay ley de 1966 que intenta ayudar al trabajador pero cuando no se meten manos a los agujeros estos se hacen cada vez más grandes. El efecto cuña.
A nivel estatal la cosa puede variar, sobre todo en los estados reconocidos por sus viñedos y sus frutas, dígase una Florida, una Georgia, una Carolina del Norte o una California, claro. En Massachusetts la hora se paga a 8 dólares, en Florida pega un salto con 8,05, en Georgia, la campeonísima en los Estados Unidos de salarios cutres, volvemos atrás con un 5,15, mientras que con la poderosa California, los dolores de espalda, el calor, la deshidratación y la exposición a productos químicos se alivian un poco con un reconocimiento que también varía de condado a condado, siendo San Joaquín, y sobre todo Napa, los que mejor pagan, donde se puede alcanzar 19, 50 dólares a la hora con diez días de permiso pagados y ocho días festivos y hasta clases de inglés gratuitas para los inevitables sin papeles, donde más de la mitad de estos asalariados están indocumentados.
Los propietarios se quejan de que los ciudadanos no quieren este tipo de trabajo, a pesar del subidón salarial. Algunos (especialmente los que no pueden competir con Napa y San Joaquín) han tenido que reconvertir sus viñedos en almendras u olivos porque no requieren de tanto personal o se han visto obligados a meter tractores en sus tierras con la esperanza de suplir las delicadas manos del recolector que, lógicamente, se irá con el que pague más. El paredón trumpiano calentado por la Proposición 187, la Salva Nuesto Estado (SOS), el miedo a cruzar la frontera y una mejora en la economía mexicana han sido las causas de que California no disponga de tanta mano de obra para la recolección.
Digo yo que como la tonelada de vino Napa y Sonoma se gasta a unos 6900 dólares, y luego se encargan de meter la botellita en el mercado a precio de consulta médica, quizás se pudieran hacer unos ajustes, a la alza, para eliminar los reparos de esos ciudadanos a los que, 19, 50 dólares a la hora, no acaba de convencerlos.
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