Recuerdo que hace unos meses colgué una entrada sobre Jimmy Scott, el sensacional contratenor de Cleveland. En la misma entrada también anunciaba que en otro momento hablaría de otro nativo de Cleveland, y ya que estamos con los "raros", el fantástico Harvey Pekar no puede faltar. Hace muchos años tuve la suerte de asistir al estreno de la película American Splendor en Cedar Lee, el cine más conocido de Cleveland por el que, con toda seguridad, Pekar más de una vez se pasó. A Pekar, aunque era un experto en jazz y escribía frecuentes críticas de música, se lo conoce especialmente por su obra. Una serie autobiográfica ilustrada por la mano de diversos autores. Robert Crumb fue al que Pekar más breó e insultó para sacar adelante su proyecto. Y digo breó porque así lo dice Crumb en su introducción al Esplendor Americano, aunque Crumb reconoce que Pekar no hubiera podido hacerlo de otra forma si quería ver su sueño hecho realidad.
Pekar no tenía reparos en desnudar su yo, física y mentalmente, frente al lector. Los paneles en blanco y negro en los que sus dibujantes dieron cuerpo a sus pensamientos que previamente él había fijado sobre unos bocetos con figuras de palo amonigotadas fueron su medio. Ya fuera una llamada del jefe a su despacho, era funcionario, al igual que Scott también trabajó en un hospital, una riña doméstica o una espera en la cola de un supermercado, a Pekar todo le valía para narrar su historia. Robert Crumb define perfectamente en la introducción que escribió al libro en 1985 qué es lo que nos encontramos cuando nos sumergimos en las páginas de Pekar. "Incluso las vidas más anodinas están llenas de emoción y lucha heroica". La vida misma.
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