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lunes, 8 de octubre de 2018
El friso orwelliano
Sobre el estilóbato de los antiguos juzgados de Worcester vive un hombre. Se nota a la legua porque, sobre el alféizar de un ventanal, ha colocado su botella descorchada y otros enseres frágiles. Bajo un pórtico que imita los de época clásica griega, su construcción comenzó en 1843, junto a una basa, descansan su mochila, un cojín y unas bolsas, seguramente sus pertenencias más valiosas. Un poco más alejada, otra, esta tal vez con los desperdicios del día o de la semana. No sé si sobre nuestro hombre, sé que es un hombre porque lo he visto, no es muy mayor, pesa algún delito o solo el fardo de la pobreza y de otras desgracias. Tampoco sé si se habrá fijado en las mayúsculas del friso que cada noche lo coronan. Obedience To Law Is Liberty. La Obediencia a la Ley es Libertad. Si las ha leído, me pregunto si le quema el terror de su sentencia. Acata la Ley y no tendrás nada que temer. Pero si la infringes... Sumisión con miedo. Pronto, este edificio se convertirá en apartamentos y el inquilino no tendrá más remedio que marcharse. Desconozco si dejarán el friso orwelliano para que, noche tras noche, opere sobre los que están dentro la magia del sueño con su poder fijador de sentencias.
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