Los inicios de Old Economy Village (Vieja villa económica, económica aquí debe traducirse por organizada, ya que procede de un término pietista que hace referencia a la economía divina), hay que buscarlos en Europa, de una sociedad que George Rapp funda en 1785 en Alemania y que desembarcaría en Estados Unidos en 1803. Antes de instalarse en la Vieja villa, el señor Rapp ya había probado con dos emplazamientos distintos: Harmony, (Armonía), también en Pensilvania, y otro en Indiana. Al industrial galés, Robert Owen, que quería abrir una comuna de carácter secular, las de Rapp eran de origen religioso, le vendió el terreno de Indiana en 1824, pero en manos de este la aventura que rebautizó con el nombre de New Harmony (Nueva Armonía) duró menos de dos años. Rapp adquirió la tierra para su tercer y último asentamiento en la ribera del río Ohio, en el condado de Beaver al este de Pittsburgh. En 1825 el experimento ya estaba en marcha.
A los armonistas, así hacían llamarse, miembros de la comunidad George Rapp and Associates (George Rapp y Asociados) fundada en 1805, también conocida como Harmony Society, (Sociedad Armonía), no les faltaba de nada en este barrio de nueva construcción. Biblioteca, museo, escuela, sala de música, salón para fiestas que celebraban de cuatro a ocho veces al año, la Fiesta del Amor o Liebesmahl, común entre los pietistas, también la seguían los armonistas, cocina comunal, panadería, jardines, un sistema con bombas de agua para apagar incendios de última generación, (los armonistas, a diferencia de los Amish, eran amigos de la tecnología), bodega, por aquí se dejó caer Lafayette y había que agasajar a los invitados con sus armoniosos caldos, vino, cerveza, sidra con alcohol... También bebían güisqui, aunque no está claro si era de elaboración casera. Herrería, taller de carpintería, de zapatos, de corte y confección (los armonistas tenían tres trajes, dos de andar por casa y el de gala para ir a la iglesia dos veces en domingo y otras dos durante la semana), tienda de ultramarinos, oficina de correos, establos, telares, uno de los mejores en Estados Unidos hasta que cerrara a mediados del siglo XIX, dedicados al algodón, lana merina y seda, y tres graneros de cinco plantas a imitación de los de la zona de Würtemberg, para guardar lo que se consumía en un año. Al fin y al cabo había que estar preparado, antes de que el primer año del Nuevo Milenio se les echara encima.
Interior de la tienda de ultramarinos |
El señor Rapp, profundamente influenciado por la clarividente Frederica Hauffe y sus sueños proféticos, declaró el 1829 el año del Arrebatamiento, gracias a la llegada de un falso profeta, el "Judío de Jerusalén", que fue arrestado en Kentucky, inmediatamente después de su vista a Harmony, por algunos asuntos turbios que dejara en Kentucky. Para evitarse el marrón entre sus armónicos, Rapp volvió a echar cálculos declarando esta vez 1836 como el Año. Pero en 1831, aunque Rapp ya había anunciado la buena nueva de la llegada del verdadero Mesías, la impaciencia de los armonistas ardía. Menos mal que el conde Leon, así se hacía llamar Bernard Proli, aunque tampoco se sepa a ciencia cierta que esta fuera su verdadera identidad, logró atajar su espíritu revolucionado.
No cabe duda de que el conde debía estar bastante atento a los periódicos, pues en septiembre de 1829, tras el chasco con el primer Mesías, un tal Dr. Johann George Göntgen escribió a Rapp anunciándole la llegada del verdadero. En su misiva el doctor presentó al conde con el sobrenombre de El León de Judá. Rapp, que en verdad lo esperaba, le abrió las puertas de par en par, sobre todo para calmar los ánimos, y en 1831 ya le tenemos probando al nuevo. Fueron el trayecto desde Europa y las condiciones metereológicas adversas las que retrasaron la venida del conde dieciocho meses.
De nuevo Rapp se da cuenta del engaño pero para entonces el daño ya está hecho. El conde se llevará hasta Luisiana a unos cuantos de sus feligreses (unos ciento setenta de los quinientos que había) con su correspondiente dote. Unos 250000 dólares de la época. Rapp lógicamente era reacio a tal entrega, aduciendo que se dieran por pagados ya que estancia, comida, educación y hasta gastos médicos habían salido de su bolsillo. Además, los armonistas habían consentido entregar todas sus posesiones a la asociación (el libro de cuentas con su contribución inicial fue presa de las llamas). Que trabajaran unas doce horas diarias para el mantenimiento de la comuna era lo esperado.
Las ventanas de su casa apedreadas bastaron para poner punto y final a la Gran División que le había traído el conde, y que, años más tarde, fallecería víctima de la fiebre amarilla. Eso sí, George Rapp, escarmentado, juró que nunca volverían a pillarle con los pantalones bajados y volvió a amasar un capital, supongo que gracias al trabajo de los armónicos que le quedaban, que superaba el medio millón de dólares. La caja fuerte que guardaba bajo su dormitorio aún contiene unas cuantas piezas de oro visibles al visitante.
La sociedad, que, como la Shaker, obligaba al celibato, perduró gracias al trabajo de mano de obra contratada que no practicaba la abstinencia sexual y a sus magníficas inversiones en petróleo y ferrocarriles. Su último gestor, Susie C. Duss disolvió la sociedad en 1905.
Recomendaciones. Destinar unas 3 o 4 horas para la visita. Se puede pasar comida y bebida en la zona de picnic que está en el jardín pero hay que sacar entradas primero en el centro de interpretación. No hay aire acondicionado en las casas a visitar con el guía. Llamar primero para asegurarse de que está abierto, ya que lo lleva un cuerpo de voluntarios.
Y pregunta de Trivia: la película American Pastoral basada en el libro de Philip Roth se rodó aquí, pero me parece que el señor Rapp y sus armonitas aún están sin peli.
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