El asesinato de cuatro policías a manos de Robert Young, un hombre de color, fue el detonante para que el alcalde de Johnstown, Joseph Cauffiel, decidiera tomarse la justicia por su mano y obligar al éxodo a todas aquellas personas de color que llevaran menos de siete años viviendo en la ciudad. La mayoría llegó a Johnstown con la Primera Gran Migración para trabajar en las fábricas de acero.
Unas 2000 personas se vieron afectadas por esta medida. Y, ya que estaba puesto, el alcalde también decidió añadir al bote a los mejicanos que residían en la ciudad. Como era de esperar la reacción del KKK (Ku Klux Klan) fue inmediata, participando en la quema nocturna de doce cruces y garantizando así unos cuantos votos para el alcalde que estaba en época de primarias. Los que fueron obligados a abandonar su ciudad parece que se refugiaron en Pittsburgh y en las inmediaciones.
Las gentes de Pittsburgh y las ciudades colindantes, que, sin duda, sabrían por los periódicos o por el boca a boca de las técnicas aplicadas en Johnstown, decidieron no perder el tiempo y ponerlas en práctica semanas después. La oportunidad saltó cuando un hombre de color asesinó a Thomas Rowland, un hombre de setenta y tres años y dejó malherida a su nieta de once. Fue Stowe Township la ciudad que esta vez obligara a la población de color, unas doscientas cincuenta personas, a dejar la ciudad.
Para abortar las directrices del comité de vigilancia que surgió a raíz de las fechorías cometidas un 9 de octubre y evitar que la expulsión no se llevara a cabo, las fuerzas del orden, encabezadas por el detective Robert H. Braun, patrullaban la ciudad. Sin embargo no parece que consiguieran hacer un buen trabajo ya que el éxodo fue en masa. De los doscientos cincuenta habitantes de color que tenía la ciudad, solo se quedaron unos cincuenta, a los que, como era previsible, se les hizo la vida imposible.
Mientras tanto, los estados del sur de la época, un condescendiente abuelete para sus descarriados nietos, se frotaba las manos y les animaba a que volvieran a casa, a que metieran sus trastos en la maleta y dejaran atrás el desprecio norteño para encontrar el solaz que merecían entre los bucólicos algodonales que se habían quedado sin mano de obra.
Curiosidad: entre estos dos incidentes, también hubo otro éxodo en South Bend, Indiana, ciudad del excalde Buttigieg. En esta ocasión fueron unas dos mil personas las que tuvieron que dejarlo todo por una amenaza del KKK.
Y hoy, lunes, para algunos ya martes, Día del Presidente en Estados Unidos. O del No Presidente. Según quien lo mire. Y otra curiosidad. Iowa no tiene el Día del Presidente pero celebra el cumpleaños de George Washington.
Los interesados en estos episodios podrán encontrar más información en Banished from Johnstown, (Expulsado de Johnstown), un libro de Cody McDevitt. Solo en inglés.
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