Y salto al pasado. Volvemos a los años de Nixon. Esta vez para recordar el enfrentamiento que tuvo lugar en Wounded Knee un 27 de febrero de 1973. Unas doscientas personas del pueblo siux, acaudilladas por miembros del American Indian Movement (AIM), Movimiento de los pueblos nativos de Estados Unidos, (Russell Means y Dennis Banks fueron dos de sus líderes más conocidos), ocupan Wounded Knee, en la reserva Pine Ridge en Dakota del Sur, lugar desgraciadamente conocido por la masacre de 1890, en la que, 300 personas del mismo pueblo, perdieron la vida a manos del no menos conocido Séptimo de Caballería.
No fue el segundo episodio de Wounded Knee el primer conflicto con los pueblos nativos americanos al que tuviera que hacer frente la administración de Nixon. Un fuego provocado en un centro para nativos americanos en San Francisco en 1969 fue el que activara las protestas. Ese mismo año, Walter J. Hickel, secretario de interior, tuvo la feliz ocurrencia de proponer que Alcatraz se convirtiera en parque nacional. Es cuando el AIM entra en acción y, el 20 de noviembre, cincuenta nativos americanos invaden la isla con la esperanza de que les sea cedida. Y allí están entrando y saliendo hasta junio del 1971, cuando los agentes federales los dispersan. Pero el malestar no se disipa. Es más, sigue creciendo. En noviembre de 1972, miembros del AIM toman la Oficina federal que lleva los asuntos de los nativos americanos. Y Nixon, al que algunos (como el influyente Peter MacDonald, presidente de la tribu navajo) llegaron a colgar el apelativo de "el Abraham Lincoln de los pueblos nativos americanos", se sintió estafado con esta muestra de ingratitud. Nixon nunca volvió a recuperar su optimismo, aunque siguió adelante, tratando de encontrar soluciones a la cuestión de los pueblos nativos. Así, hasta llegar al incidente de 1973 en Wounded Knee, una de las comunidades más pobres del país.
Nixon, curiosamente, era partidario del Indian New Deal de Roosevelt de 1934, y prefería eliminar la política de asimilación, aquí lo llaman política de terminación india, que despegó en la década de los años 40. Esta motivación respondía a distintos motivos. Y uno era de carácter humano. Nixon sentía un gran aprecio por el jefe cheroqui Wallace Newman, su entrenador de fútbol americano en la universidad. Nixon sin duda era consciente de que estos pueblos seguían siendo los grandes olvidados. Quizás le pareciera que, al no llegar al millón de habitantes, le resultaría más fácil alcanzar un acuerdo con ellos que resolver el problema afroamericano. En 1970, Nixon pide al Congreso que apruebe leyes para abrir el camino a su autodeterminación, decisión por otro lado perfectamente calibrada, ya que esta prepara el terreno a su Nuevo Federalismo, su política para desmantelar el poder federal y ponerlo en manos de las autoridades locales.
La ocupación de Wounded Knee duró 71 días, aunque la violencia no se apagó. En 1981, después de que el AIM se desintegrara porque casi todos sus dirigentes estaban encarcelados, todavía hubo más ocupaciones, como la de Black Hills en Dakota del Sur. Como el Congreso no se decidía a respetar los tratados indios que se rompieron, muchos pueblos nativos tuvieron que aflojarse el bolsillo y pagar para que su caso se oyera ante los tribunales.
Nixon, que por entonces ya había dejado el cargo, tuvo la suerte de ver cómo el Congreso finalmente aprobaba en 1975 la Indian Self-Determination Act, Ley de autodeterminación de los nativos americanos.
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