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Ahora que estamos Chatgpteando, que Oppenheimer está haciendo el agosto, y que hoy es el Día de la Victoria, aprovecho para mencionar un artículo que hace unos días leí sobre la ambigüedad y los desastres que esta puede provocar. Las autoras de dicho artículo, Mª del Carmen Horno y Natalia López Cortés, mencionan
"lo que ocurrió tras la elaboración de la Declaración de Potsdam, en la que se recogían los términos de la rendición japonesa. Cuando se pidió al gobierno japonés que se pronunciara, el primer ministro (Kantaro Suzuki) utilizó la palabra mokusatsu, que significa ‘sin comentarios por el momento’. Sin embargo, fue interpretada con otro de sus significados (‘ignorar’). Así, lo que era una falta de respuesta se convirtió para los receptores del mensaje en un rechazo a la petición de los aliados. Las consecuencias de esta confusión originada en la ambigüedad fueron desastrosas: las declaraciones del primer ministro desencadenaron una serie de decisiones que acabaron llevando a la descarga de la bomba atómica".
Personalmente no comparto que esta ignorancia desencadenara los funestos sucesos del 6 y 9 de agosto. Desgraciadamente el primer ministro, al decir lo que dijo y cómo lo dijo, estaba claro que no tenía intención de ceder. Pero me parece digno recordar que la ambigüedad, sin duda, puede ser un arma de doble filo.
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