Y hablemos del elefante, burro, en este caso, en la sala: la negativa de Biden a marcharse. Del 19 al 22 de agosto tendremos en Chicago la Convención Nacional Demócrata, bastión demócrata. Allí, supuestamente, los delegados del partido volverán a nominar a Biden y a su vicepresidenta. En caso de que el motín para sacar a Biden prospere, la carta de los posibles nominados a la presidencia no parece muy amplia. Sin duda, dos son los favoritos: Gretchen Withmer, gobernadora de Michigan, y Gavin Newsom, gobernador de California.
Por detrás tenemos a J.B. Pritzker, gobernador de Illinois, a Andy Beshear, gobernador de Kentucky, a Wes Moore, gobernador de Maryland, de origen africano, tal vez pelín joven para el puesto, tiene 45 años, a Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania, que, de ganar, se convertiría en el primer presidente de origen judío, al secretario de Transportes, Pete Buttigieg, o a la propia vicepresidenta, Kamala Harris.
Newsom ha jurado y perjurado que, aunque Biden decida retirarse de la carrera presidencial, no se presentará a la nominación. Pero si el Partido, tal y como se ve, se lo pidiera, seguramente cambiaría de parecer. Sin embargo, creo que su elección no sería
estratégica, y es que el gobernador no tiene mucha tracción con la clase obrera. Recordemos que es un hombre de negocios, ni más ni menos que hijo de San Francisco.
La que sí que tiene tracción, y mucha, es la gobernadora de Michigan. Esta mujer es un todoterreno, y el azote de los republicanos. Y le ha pasado de todo. En octubre de 2020, miembros del grupo extremista Wolverine Watchmen, relacionado con el movimiento
boogaloo, fueron arrestados por planear su secuestro. Añadir que hace años, en su época de universitaria, también fue agredida sexualmente, con lo que conoce de primera mano lo que son estos horrores. Es afable, de personalidad abierta, se expresa muy bien, y tiene inmensa capacidad para sacrificarse por el Partido. Dicen los rumores que era uno de los candidatos vicepresidenciales pero que se retiró, no sin antes recomendar la elección de Harris, conveniente por su mestizaje.
Pero Harris no termina de cuajar. Ni siquera entre los propios demócratas. Parece ser que sus asesores no le aguantan largas temporadas. Y los posibles votantes la ven demasiado rígida. Harris acude a los problemas raciales a los que, sin duda, tuvo que enfrentarse, para sacarse esa elusiva aprobación, pero eso no puede borrar que pertenezca a la clase alta, y encima con tufo intelectual. Sus padres eran profesores universitarios. Como Newsom, también es californiana, lo que termina distanciándola un tanto del público. Quizás un doble ticket, como lo llaman aquí, con Withmer al frente y Harris en la vicepresidencia, pudiera ser más atractivo, y, sin duda, histórico, con dos mujeres en la Casa Blanca.
De momento, tenemos a una sección demócrata intentando convencer a Jill Biden para que apee a su esposo, nuestro presidente, del burro. No creo que suceda.