A un día de las elecciones, un buen amigo me pregunta qué es lo que se ve y se oye.
De momento, huele a chamuscado. Algunos de los irritados seguidores del candidato no han perdido el tiempo y se han dedicado a prender fuego a los buzones habilitados para los votos por correo, unos contenedores de metal rojo. El conteo no puede comenzar hasta mañana. De momento, los estados afectados por estos pirómanos son Arizona, Washington y Oregón, aunque hoy puede que haya alguno más.
El resultado tardaremos en saberlo porque, independientemente de quien gane, creo que se impugnarán las elecciones. Recordemos que aquí lo que pita no es el voto popular, Hillary Clinton lo ganó pero perdió las elecciones, sino los votos del Colegio Electoral. En caso de que los dos candidatos se lleven el mismo número de votos del Colegio, 269 cada uno, sería al Congreso al que le tocaría decidir. Mencionar que, bajo estas circunstancias, sería factible que el presidente y el vicepresidente pertenecieran a partidos distintos. Correcto. Hemos oído bien. Un gobierno Trump + Walz o Harris+Vance.
Dicen que, donde yo estoy ahora mismo, cerca de Pittsburgh, (Obama, Clinton y Harris han venido a cortejar la ciudad), es el termómetro del país. Si los céspedes de mi barrio hacen de termómetro, en estas elecciones se han colgado más pancartas electorales apoyando a los candidatos que en los comicios del 2020, ganaría Harris por los pelos.
La paranoia entre algunos demócratas está desatada. Muchos tienen miedo de Musk y Kennedy Jr., que pillarían cacho en forma de cartera. Musk no sabe nada de política, solo de dinero. Es de suponer que no quiera restricciones demócratas, especialmente ambientales, que coarten sus subidones a la luna. Por su parte, Kennedy Jr., enemigo acérrimo de las vacunas y devoto en la creencia de que estas son invento judío, se quedaría con sanidad. La militar y congresista hawaiana, Tulsi Gabbard, es probable que, en un gobierno Trump, también pescara algo gordo.
Vamos a ver si podemos celebrar un año de luces.