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domingo, 19 de mayo de 2019

La cultura para unos cuantos

La arranquera, esto si que es grande apuro ya no se consigue un duro
Y abrimos la semana quejándonos: con la suspensión de pagos que impuso Trump a los funcionarios hace unos cuantos meses, los que vivimos en Quincy ya no podremos disfrutar de entrada gratuita para visitar la casa del presidente y familia. La previsión de la Red de Parques Nacionales era hacer una caja de 310 millones, pero con el cierre del gobierno han perdido unos 6 y hay que sacarlos de donde se pueda.

Para una familia de dos adultos y con pocos recursos el día les puede salir más caro que una noche de hotel. La entrada sale a 15 dólares la pieza. Y hay que comer y moverse. Y si se está desempleado apaga y vámonos porque para los parados no hay descuento.

En cuanto a los culturetas demócratas que se rasquen el bolsillo, y los que no puedan, a chupar rueda. Al fin y al cabo solo un 3% de la población de Massachusetts está sin trabajo. Es cierto que en Massachusetts hay menos personas que sufren la incertidumbre del qué voy a comer hoy, pero va al alza. Según el censo, unas 266000 familias no tienen mucho que llevarse a la boca.

Los alquileres y los precios salvajes y descontrolados de las casas son los principales causantes de esta inseguridad. En Quincy, un 58% de los niños reciben almuerzo gratuito o a precio reducido. Es cierto que los niños hasta los dieciséis no pagan entrada para ver la casa del presi. Pero tienen familia. Y les harían un favor si los que les cuidan pudieran compartir con sus chicos un día en el museo. El arte al alcance de todos, ya se ve.

martes, 4 de julio de 2017

1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo y .. 4 de Julio

He estado paseándome por el calendario estadounidense, y como me temía, efectivamente julio, además de ser el Mes Nacional de las judías cocidas, las artes culinarias, las barbacoas, los helados, los rábanos y los picnics, también lo es, como no podía ser menos, de los perritos calientes. Hace ya unos días que se huele la carne braseada y las latas de cerveza han destapado su chispa.

La chispa también se ha desatado en el agua. La guardia costera ya ha hecho unas cuantas paraditas a lancheros por superar el límite de velocidad permitida y conducir bajo los efectos del alcohol.

No sé cómo se celebrarían las fiestas del 4 de Julio allá por 1776, pero seguramente la guardia costera no tuvo que emplearse a fondo para echar el guante a este tipo de flora marina. Y de perritos y hamburguesas nada de nada, ya que estos irrumpieron a comienzos del siglo XX.

Cuenta la leyenda que el presidente Adams y su esposa Abigail cenaron sopa de tortuga, salmón de Nueva Inglaterra, guisantes y patatas hervidas. De postre pudín indio y pastel de manzana al estilo Pandowdy, un postre, como todos los estadounidenses, sumergido en azúcar.

En cuanto a los fuegos artificiales parece que estos sí que fueron convidados fijos en la celebración, aunque las cargas de color no aparecieron hasta que los italianos las trajeron en los años 30 del siglo XIX.

Este año, en el paseo marítimo, dos novedades. Un puesto de comida sobre ruedas que despacha tacos coreanos a cuatro dólares la pieza. Eso, y un cartel pintado a mano sobre la barandilla de acceso a una vivienda: En esta casa no hay lugar para el odio.

Esperemos que ni en esa ni en ninguna.