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miércoles, 25 de mayo de 2022

De leches y puertas.

LOC.gov

Hace unos días, con la Operation Fly Formula, nos llegaba a Mineápolis desde Europa, en aviones militares, la primera entrega de un cargamento de leches infantiles. Es cierto que, la escasez de leche durante la pandemia puso difícil la producción. Pero nada comparable al monopolio que se come este mercado. Tres multinacionales manejan el cotarro en Estados Unidos. Una de ellas, la de mayor producción, Abbott, curiosamente lleva el mismo apellido que el gobernador de Texas, ha tenido que cerrar por no cumplir con los requisitos higiénicos de sus instalaciones. La Cronobacter sazakii, causante de varias muertes infantiles, campeaba en su fábrica de Míchigan. 

Las otras dos potentadas son Mead Johnson y Nestlé. Solo un 2% viene de distinto proveedor. Abbot es el proveedor número uno en 34 estados, siete organizaciones tribales, cuatro territorios y también en Washington, D.C.  A  todo esto hay que añadir, que, el Departamento de Agricultura, es el que acapara la producción de estas empresas autorizadas. Cada estado puede elegir el proveedor que quiera. Al quedarse con solo uno, se supone que ese estado se quedará con la leche de mejor precio ya que la calidad es comparable, es cuando llegan los problemas. 

La administración Trump lo puso más complicado al firmar un acuerdo comercial que desincentivaba a sus vecinos canadienses a que les metieran sus leches. Biden, por su parte, quiere estimular la producción nacional, aunque, a veces, como se ha visto, pueda ser de peor calidad que la que venga de fuera. La fuerte presión de las multinacionales por meter el biberón (operación que arrancara a finales de los años 70 del siglo pasado) dio resultado. 

Las multinacionales son expertas en presionar. Aunque, para presiones, las de la Asociación Nacional del Rifle, que, este viernes, contará en su reunión anual y en un marco incomparable, Houston, Texas, entre otras estrellas con el senador de Texas, Ted Cruz, el expresidente Donald Trump y el gobernador de Texas, Greg Abbott. 

La Asociación, desde luego, no debe caber en sí de gozo al saber que, en el 2011, cuando demandó al estado de Texas para que redujera de 21 a 18 años la edad para comprar armas, ha tenido a su primer usuario de 18 precisamente aquí.  

En el 2020, en época de campaña, la presión de la Asociación, unos 616.000 dólares, se metió en los bolsillos de algunos políticos, casi todos republicanos, según OpenSecrets, una organización sin ánimo de lucro, para que no se olvidaran de presionar por la defensa de la Segunda Enmienda.  

El negocio está dando sus dineritos. Hasta que no queden compradores responsables para disfrutar del arte del coleccionismo. Sobre todo, en bastiones tan queridos como Texas. Aunque, como dice el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, estas matanzas tienen arreglo: cerrar las entradas de acceso a los colegios, si acaso dejar una, y listos. 

domingo, 11 de agosto de 2019

Los hombres de Ackerman

Como seguramente el Lolita Express se lleve documental y libro, contaremos otra historia. La de los hombres de Ackerman. Durante muchos años, treinta y ocho, Ackerman McQueen fue la fiel espalda de la NRA (La Asociación Nacional del Rifle, ANR en español). Pero en mayo partieron peras.

A la agencia publicitaria radicada en la Ciudad de Oklahoma y que se encargara de enardecer y moldear la conciencia de los devotos de la libertad a llevar armas (la culpa de los asesinatos en masa la tienen los videojuegos, la locura de los asesinos y la ausencia de armas en los colegios son sus ocurrencias más memorables) su ex le ha plantado una querella que, Ackerman, le ha devuelto con otra. La ANR acusó a su exquerida agencia de no enseñarle las facturas y de conspirar para cargarse la imagen de su máximo ejecutivo, Wayne LaPierre. Por su parte, la Agencia le pide a la Asociación cien millones de dólares por el dinero que ha perdido y por el que le va a hacer perder.

Ya se sabe que en cuanto nos toquetean los bolsillos, nos ponemos muy nerviosos, especialmente cuando no tenemos que darle cuentas al Fisco porque somos una asociación sin ánimo de lucro 501(c)(4) que tiene por objetivo velar por el bien común. Pero si los lazos de sangre están de por medio, entonces la batalla puede adquirir otros tintes.

La Asociación no ha podido resistirse y le ha sido infiel con Brewer Attorneys&Counselors, un despacho de abogados que lleva William A. Brewer III (Tercero), y que da en ser el yerno de Angus McQueen, el que fuera director general de la agencia publicitaria Ackerman McQueen, y que falleciera el pasado 16 de julio. 

Rebobinemos: un año antes, el señor LaPierre le pide a su amada Asociación seis milloncetes de dólares para escapar a posibles ataques de desalmados, perturbados incapaces de sobreponerse a los horrores de Parkland. Los casi dos que ganó en el 2017 aparentemente no le llegaban. Aunque la Asociación le ofreció pisito en torre de apartamentos en Dallas, su esposa Susan, (cofundadora del NRA Women's Leadership Forum, un brazo filántropo femenino de la Asociación que apoya la Segunda Enmienda con fervor), y él ya le habían echado el ojo a una mansión estilo francés en una urbanización privada con su laguito y club de campo (Vaquero se llama el club) para patear al golf. El señor LaPierre finalmente pasó por el aro y accedió a bajar sus tarifas. Con 70000 dólares depositados en una entidad corporativa creada (a petición del señor LaPierre) por un despacho de abogados que trabajaba para Ackerman McQueen, según el Washington Post, el ejecutivo y su esposa se las apañaron para encontrar casa.

Con la noticia del intento de compra en los medios, LaPierre quiso quitarse el muerto de encima acusando a Ackerman McQueen de haberle sugerido dicha compra. Ackerman, como era de esperar, lo niega, aunque, a 21 de mayo de 2018, queda constancia escrita de que uno de los empleados de la agencia le envió a la señora LaPierre una lista por correo electrónico con las reparaciones y obras que quería en la casa y que ella previamente le había comunicado por otro canal al escriba. Lo que menos le gustaba, por lo visto, era el vestidor en el dormitorio de su esposo. Había que agrandarlo.

En julio, con el miedo a verse salpicados, los hombre de Ackerman volvieron al ataque, aduciendo que era la Agencia, y no la Asociación, la que corría con los viciogastos de setenta y seis altos ejecutivos, entre ellos los del señor LaPierre. 542000 dólares en jets privados y ropita de marca con viaje a las Bahamas para los LaPierre tras el horror de Sandy Hook, todos justificados como gastos en concepto de representación. 

George Washington Univ. Girls Rifle Team
Ackerman McQueen en un principio se hizo cargo de ellos, pero luego presentó factura. De ahí el enfado de LaPierre y la ruptura de la pareja. El asunto ya está en manos de la Fiscalía de Nueva York. Y, aunque el señor LaPierre últimamente deba tener la cabeza como un tambor y tanta  preocupación lo deba estar matando, el martes hizo un hueco en su agenda para reunirse con el presidente y, de paso recordarle que, si se decide imponer un psicofísico al posible comprador de armas, va a perder votos. Con esta advertencia LaPierre fulmina una de las creaciones Ackerman: "la locura de los asesinos es el problema, no las armas" pero, se me olvidaba que de los Ackerman, ni la pólvora.