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martes, 10 de diciembre de 2019

Canciones para entrar a vivirlas ya

Hoy me ha llegado información de Go All the Way, (Recorrer todo el camino)un libro escrito por Paul Myers y S W Lauden. El título está sacado del álbum Raspberries, primer álbum de la banda que lleva el mismo nombre. No he leído el libro, pero los autores hacen un recorrido del power pop, un término acuñado por Pete Townshend del grupo The Who en 1967, para describir la música que su banda estaba creando. Como suele pasar, la denominación de origen no se queda en manos del inventor, sino que su onda expansiva toca otros cuerpos. 


No sé si el malhadado David Berman hubiera podido colarse en esta subcategoría del pop. Lo que sí es cierto es que, el huidizo y problemático artista, algunos dicen que sus letras, a veces plagadas de humor de corte abstracto son capaces de rivalizar con las de Dylan, era un poeta al que tampoco le faltaba destreza con la guitarra. Su voz, si acaso, era la más limitada de sus habilidades, aunque estaba perfectamente equipada para expresar lo que quería contarnos. Sobre todo, su infelicidad. 

Berman siempre abjuró de su padre, para él un mal padre al que comparaba con el mismísimo diablo. Un hombre dedicado a apoyar las armas y que, por lo visto, hacía y sigue haciendo bastante presión en el Congreso para que no se abandonen.

El arte de David Berman me recuerda mucho al de Daniel Johnston. Su talento son canciones para entrar a vivirlas ya que nos dejan el mismo gusto a soledad y tristeza atormentada que las que nos dejara Johnston. Aquí la prueba.  

lunes, 16 de septiembre de 2019

El diablo Daniel...

Hoy un recordatorio por Daniel Johnston, cantautor poco conocido en España y que nos dejó hace unos días. Kurt Cobain lo consideraba un genio y otros artistas, como Tom Waits, cantaron sus piezas. Johnston era un hombre especial. Sufría de esquizofrenia y otros males mentales que desgraciadamente tenía que controlar con una fuerte medicación. Hay un documental, The Devil and Daniel Johnston, el Diablo y Daniel Johnston, el título sale de una historia escrita por Stephen Vincent Benét titulada The Devil and Daniel Webster (El diablo y Daniel Webster) y que se publicó en 1936, en el que se documenta su día a día con la enfermedad. 

Las letras de este maestro son exquisitas y delicadas. Son versos desnudos, primarios, capaces de resumir un sentimiento con solo una frase. Don't be sad, I know you will. No estés triste, sé que lo estarás, nos dice en True love (Amor verdadero). En Walking the cow (Paseando la vaca) nos confiesa:

Tried to point my finger
But the wind was blowing me around
In circles 

Circles  

Intenté apuntar con el dedo
Pero el viento me llevaba
En círculos
Círculos



Al igual que sus letras, su música también es maravillosamente primitiva, y nos deja un gusto a soledad y tristeza en el corazón que no se pueden borrar. Aquí la prueba. El dibujo de la portada del disco también es suyo.