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martes, 27 de agosto de 2024

¿A que te quemo? Y la Francia dice no

Agosto es WITMonthesto es, el mes de las escritoras que no escriben en inglés y que son traducidas al inglés también por mujeres. Y, para conmemorarlo, nada mejor que agradecer a libreros y editores, en este caso a una librera editora, su comprometida labor. Hoy, rescato a una mujer estadounidense que galopó bastante por el mundo y que conoció como nadie la Francia de los años modernistas. Hija de un pastor presbiteriano, Sylvia Beach sabía lo que era estar en constante danza. Un año aquí, otro allí, siempre atenta a la voz del padre que anunciara el nuevo destino en el que predicar. 

En Francia estuvo tres años, de 1902 a 1905, con sus padres y hermanas antes de volverse a Nueva Jersey. Pero los aires franceses de seguro que ya habían calado ondamente en la joven, probablemente por la libertad que respiraba el país europeo frente a lacorrientes sofocantes y puritanas que desprendía América la grande. 

El hecho de que Sylvia fuera homosexual debió contribuir en su elección. En 1907, vuelve a tantear Francia con una aparición en Italia. Incluso pasa en España dos años con su madre, de 1914 a 1916, donde, por lo visto, adquirirá una capa y un sombrero de cuya existencia sabremos porque su futura socia, una de las primeras mujeres francesas al frente de una librería, luego también compañera sentimental, Adrenne Monnier, la recuerda con este atuendo el día que la conoció. Al final, en 1916 Sylvia finalmente se establecerá en París para estudiar poesía francesa. 

La Maison des Amis des Livres, La casa de los amigos de los libros, la librería de Monnier, entrará Sylvia, buscando material que le ponga en la pista de poetas contemporáneos franceses. La americana le confiesa que quiere abrir una librería pero le dice que no sabe qué libros adquirir, y es cuando Monnier, con su olfato para los negocios, la que probablemente le dé la idea: una librería con libros en inglés. 

En 1919, a los 32, con dinero de su madre y lo que tenía ahorrado, la Shakespeare and Companyqué otro nombre pudiera darle, entra en escena. Los sueños de la librera y el de muchos escritores se hacen realidad. Por sus puertas pasaron artesanos de la pluma como Ezra Pound, Hemingway o Beckett. Pero es a James Joyce, y en especial a su Ulises, al que Sylvia dedica más tiempoEzra Pound ya había empujado la puerta un tanto para que un haz de luz se descolgara sobre el irlandés. 

De hecho, en 1918 Pound ya había comenzado a enviar las editoras Jane Heap y Margaret Anderson, también pareja sentimental, los primeros capítulos del Ulises para que los fueran publicando por entregas en su revista The Little Review, revista que, por cierto, casi las lleva a la ruina. La publicación tuvo que cesar en 1920, fecha en la que el correo estadounidense intercepta cuatro ejemplares de la revista a los que alguien, sin duda, les pega una atenta lectura para, acto seguido y una vez evaluados, dictaminar que, en escena propia del Quijote, hay que prenderles fuego. 

A las editoras se las acusa de obscenidad en el juicio y se quedan con prohibición de publicación de la obra y onerosa multa. Finalmente, el corte de mangas a las autoridades se lo da la Shakespeare desde Francia, donde, un 2 de febrero de 1922, la expatriada Beach saca la totalidad de este hito modernista. Fue ella la que creó la palabra Bloomsday, ese 16 de junio en el que Joyce corteja a Nora Barnacle en su Ulises y que, año tras año, celebramos y queremos seguir celebrando. Sin quema de libros, please.

martes, 13 de junio de 2023

¡A trabajar!

Hace unos días, el Partido Popular y Vox votaron en contra de una ley para luchar contra la explotación laboral infantil en Bruselas porque esa esclavitud perjudicaría a las pymes, y ayer la administración Biden se remanga, dispuesta a atacar la labor de los niños en el campo. Aunque esta explotación desgraciadamente no solo se queda en el campo. Hace unos meses una empresa de limpieza contrataba a una niña de 13 años para que pasara la mopa por las sierras de despiece en un matadero de Nebraska, y una franquicia de McDonald's en Kentucky, tenía a dos niños de 10 años dándole la vuelta a la hamburguesa a las dos de la mañana. Por lo visto, según hablamos, más de 300 niños  están trabajando en las cocinas de las franquicias de la afamada hamburguesería.  

Cortesía ARS USDA/ Autor M.A.R.C

Pero es en el campo donde el abuso engorda, con ciento de miles de niños trabajando la tierra. Muchos de ellos manejan maquinaria agrícola y, como todos sabemos, es esta una labor exenta de peligrosidad. De momento, la ley propuesta pretende subir la edad legal para trabajar en el campo. Así, pasaría de los 12 a los 14 años, sin duda, un milagro muy pequeñito, pero un buen paso hacia la decencia.   

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Primero fueron los aguacates, después China y ahora...


A finales de mes nos enteraremos si ahora les toca subir a los aceites de oliva, vinos y quesos europeos. Trump ha propuesto doblar el precio de estos productos. Supongo que su vástago Eric estará dando palmas de alegría. Es propietario de una bodega en la que, por lo visto, algunos de sus caldos saben a mermelada de uva.

Si se aprueba el impuesto los siguientes serán los coches. Trump dice que se ve obligado a tomar esta medida porque el déficit comercial con Europa ha subido más de un veinte por ciento, aunque se le olvidó mencionar que fue bajo su mandato cuando se disparó el déficit. Y estos subidones, ¿repercutirán positivamente en la economía casera? Solo en casa de algunos. Sobre todo en la de los agricultores y ganaderos que con esta administración están haciendo caja. Ochocientos sesenta y siete mil millones para mitigar los estragos de la guerra con China. La National Foundation for American Policy, (Fundación Nacional de Política Americana), ha echado cuentas. Los tarifones, de momento, nos están saliendo a unos seiscientos y pico dólares por mes. Si se aprueba este nuevo paquete, el año nos saldría a 2031 dólares.

Admito que no consigo aclarararme con este proteccionismo arancelario del poder ejecutivo. ¿Pues no teníamos que dejar actuar al mercado?  ¿No es este el que decide si prefiere comer huevos de perdiz parda europea en lugar de consumir los de su pariente americana?

Pues va a ser que no. Con este liberalismo el que quiera lujos, que los pague, y si no, a tirar de goma de queso Wisconsin. Que mientras no nos toquen el bacon y la cervecilla... Eso sí que es auténtico americano: de pura cepa y hasta el cuajo.