Tal día
como hoy, Jacob Riis
hubiera cumplido ciento sesenta y ocho años. Según Teddy Roosevelt, Riis fue
el mejor americano que conoció nunca.
Riis fue más
conocido por su faceta fotográfica, aunque sus aportaciones al mundo del
periodismo tampoco fueron desdeñables. Riis nació en Dinamarca, en el
seno de una familia con bastantes apreturas económicas. Ya desde pequeño,
probablemente azuzado por sus lecturas de Charles Dickens, desarrolló una fuerte conciencia social.
Cuando
contaba veintiún años, marchó a Nueva York, donde comenzó a trabajar de lo que
sabía: la carpintería. Después, y tras muchas
vicisitudes, lo vemos de editor, de publicista o de reportero policial. Fue con estos trabajos, cuando tuvo ocasión de vivir la situación de pobreza absoluta
en la que se encontraban los inmigrantes del Nueva York decimonónico.
Con el
fin de llegar al alma de sus conciudadanos, Riis comenzó a acompañar sus
escritos con dibujos, pero pronto se dio cuenta de que la pintura no era lo
suyo. La suerte se puso de su parte porque, en 1887, apareció el flash en la
fotografía, (el fue uno de los primeros en usarlo), un método que permitía captar lo
más sórdido en todo su esplendor. Pero esta tarea no estaba exenta de riesgos.
Varias veces la tecnología casi se lo lleva por delante, prendiéndole fuego.
Suyo es el libro How the Other Half Lives (Cómo vive la otra mitad).
Aunque Riis era un muckraker, periodista y
defensor de las reformas sociales, (sentía
una especial preocupación por denunciar las condiciones de insalubridad de los
emigrantes y la situación laboral infantil), Riis también
cargaba su propio mundo de claroscuros. Así, se le achacaba que se valiera de estereotipos para describir a las distintas etnias. Para él, los
judíos se fijaban demasiado en las cosas, los orientales daban miedo, los
afroamericanos vivían en La La Land y los italianos se llevaban a matar con el
agua destinado
a su aseo personal.
A pesar de estas distorsiones y de su nacionalismo, a Riis no se le
puede quitar que su ojo realmente sentía una preocupación por capturar y
denunciar las condiciones denigrantes en las que se encontraban los inmigrantes
que,
como él, pisaron suelo neoyorquino.