El poder recaudatorio se ha vuelto a imponer sobre la posibilidad del cambio en las filas demócratas. Nancy Pelosi se ha quitado de encima a Ryan, el aspirante a dirigir la suerte de la minoría de la Cámara de Representantes, aunque no se ha librado de las críticas, sobretodo de los 63 miembros del Caucus que votaron en su contra el pasado 30 de noviembre.
Eso sí, Pelosi, para amansar las voces que se han levantado contra ella, ha tendido una ramita de olivo lanzando un plan para dar mayor visibilidad a las nuevas generaciones. La cuestión es saber si a los peces gordos que están en la cima les importará compartir un trocito del pastel con estos jovenzuelos o, peor aún, que se den un atracón en sus narices.
Mientras tanto Trump se debate en el mismo lodazal de oro.
La edad de los elegidos no es el problema, sino conciliar los miedos de los nacionalistas republicanos a que su líder les venda a Wall Street, con los temores de los republicanos tradicionales, a los que la idea de que Mitt Romney se suba a la Secretaría de Estado, no porque también pertenezca a la logia wallstreeniana, sino por lo que dijo de Trump y su pertenencia al establishment, les pone los pelos de punta.
¿Goldman Sachs o más Jeff Sessions?
De momento, parece que Wall Street, Calle del Muro, es la más besuqueada.