En 1927: Un verano que cambió el mundo, la amena obra de Bill Bryson, nos enteramos de que Borglum padre, era un hombre al que le gustaba la oscuridad. Y no lo digo por su amor a las cuevas u otras formaciones geológicas, sino por su afán por esconder, tergiversar e incluso cambiar detalles de su vida para acomodarlos a sus necesidades.
La primera alteración se produjo en su árbol genealógico. Borglum decía tener dos madres, aunque esta falta de claridad se debía a un motivo: su padre era mormón y estaba casado con dos hermanas. La que fuera su madre biológica abandonó la familia y fue criado por la tía.
Otra de sus manías era la de cambiar constantemente su fecha de nacimiento, o decir que había nacido en California cuando en realidad había nacido en Idaho. En lo profesional decía ser ingeniero aeronáutico cuando no era el caso.
Borglum creció en Nebraska. Allí trabajó de maquinista y como aprendiz en un taller de litografía. De este taller saldrá su gusto por el arte. Con Lisa Putnam, una mujer dieciocho años mayor que él con la que luego se casaría para después partir peras, tomó clases de arte en Los Ángeles. Y de Los Ángeles a París, donde Borglum estudió escultura. (Rodin fue uno de sus profesores). Once años en Europa antes de volverse a las Américas.
A raíz de la Primera Guerra Mundial, Borglum desarrolla una obsesión por las deficiencias de la industria aeronáutica que le empujan, sin encomendarse a nadie y sin ningún tipo de autorización previa, a inspeccionar unas cuantas fábricas de aviones. Y no debió hacerlo mal porque dio con unos cuantos fallos. El presidente Woodrow Wilson se enteró de sus pesquisas y le pidió que redactara un informe. Pero el presidente pronto lo despacha, incapaz de soportar la agresividad del genio.
Incluso las pacientes Hijas Unidas de la Confederación, (United Daughters of the Confederacy), que le contrataron para hacer un busto del general Lee en 1915, aprovechando la presentación del Nacimiento de una nación, película de D.W. Griffith que exaltaba los valores del KKK, tenían problemas para lidiar con su carácter. Tanto era así, que Borglum tuvo que salir por piernas, acusado de robo, al poco de presentarse la obra en Stone Mountain, parque cerca de Atlanta. Sus amigos del clan, (Borglum negaba pertenecer a dicho grupo, aunque existen pruebas escritas de su afiliación emocional a este), patrocinadores del proyecto, seguramente se llevaron un buen chasco cuando este se marchó con sus dineros.
Tras este incidente, llega a Dakota del Sur, donde da con Doane Robinson, el historiador del estado. Robinson, que como suele suceder en estos casos, había concebido la idea para atraer el turismo, tenía un espíritu conciliatorio, ya que era su intención incluir en el magnífico conjunto, a levantarse en las montañas sagradas de los nativos americanos, Black Hills, Colinas negras, la figura de Caballo Loco. Sin embargo Borglum desestimó lugar y personalidad. Ya sin la figura de Caballo Loco fue mucho más fácil encontrar apoyo económico por parte del gobierno.
Curiosidades: las caras tienen una altura de más de 60 pies. Las bocas tienen más de dieciocho pies de anchura. Las narices, unos veinte pies. En la cuenca de un ojo cabe un coche. El presidente de entonces, Coolidge, no se perdió la ceremonia de inauguración y, aunque fue embuchado en un traje, lo acompañó de botas y sombrero al mejor estilo cowboy. Borglum, también amigo del espectáculo, se descolgó por una cuerda ante 1500 espectadores.
En cuanto al nombre del Monte, se trata del apellido de Charles Rushmore, un hombre de negocios que, tras entregar 5000 dólares para la construcción del monumento, consiguió que su nombre quedara para la posteridad.
En 1939 el jefe sioux Henry Standing Bear le pidió al escultor Korczak Ziolkowski que levantara un monumento de Caballo Loco en Black Hills. Ziolkowski, que consiguía dinero para la financiación del proyecto cobrando entrada a la zona de trabajo, nunca aceptó ayuda estatal ni federal. Ziolkowski falleció en 1982 dejando el monumento sin terminar. En 1998 se completó el rostro, aunque la construcción del descomunal monumento aún continúa.