Con la March Madness en marcha, las intoxicaciones etílicas entre los estudiantes universitarios se dispara. Y parece ser que la percepción que tienen de sus compañeros de universidad es lo que les lleva a aumentar la ingesta de alcohol durante la temporada baloncestista o durante cualquier otro evento deportivo. Los de raza blanca son los más susceptibles a abusar del alcohol, mientras que en las mujeres no se percibe ningún cambio en su consumo habitual. También se detecta un gusto por conducir ebrio o de montarse en coche con un conductor que lo esté.
Soluciones: compartir con los estudiantes la estadística. Por lo visto saber lo que beben otros estudiantes limita la compulsión de cada estudiante a beber; intervenir con planes de prevención, hacerles saber las consecuencias de sus actos, y/o limitar la venta de alcohol. Esta última opción como que no la veo. Mejor los arrestos y un poquito de violencia salpimentada con alguna que otra desgracia. Sensacionalismo y engorde de algunos bolsillos.