El fin de semana que nos acaba de dejar cambiamos la hora. En los pueblos de los alrededores de Boston, que ya son oscuros de por sí, los ayuntamientos gastan muy poco en el alumbrado, porque la tarea de iluminar, como muchas otras, la dejan en manos del contribuyente. Sobra decir que el camino al meollo a las 6 de la mañana es una especie de peregrinación de ánimas al purgatorio. Algunos de los penitentes se abren paso con sus linternitas o sus mecheros y el resto seguimos su estela.
Con el ahorro lumínico las mañanas se aclaran, quizás no haga falta la linterna, pero las tardes achican. Ya el avispado de Benjamín Franklin, en comisión de servicios en Francia, anotó que la luz que atravesaba el ventanal de su dormitorio a eso de las 6 de la mañana se le desparramaba encima. Con su reconocido espíritu ahorrador, enseguida pensó en la cantidad de aceite que podría ahorrarse con que se corriera la aguja una horita.
Las ideas de Franklin y las de otros pensadores que vinieron después, como los británicos George Vernon Hudson o William Willett, no se pusieron en marcha hasta que otro país, Alemania, también conocido por su espíritu práctico y ahorrador, aprobara el cambio. La Primera Guerra Mundial fue la gran pantalla sobre la que se imprimiera. Poco a poco, país por país, fuimos sincronizándonos con las primigenias necesidades alemanas de ahorrarse carbón en las casas para poder emplearlo en la Guerra al tiempo que se permitía a los trabajadores rendir más. A Alemania le siguió Estados Unidos en 1918. Con la crisis del petróleo en 1974 España se aunó al cambio.
El supuesto ahorro no es concluyente en Estados Unidos, debido a la gran variación térmica con la que cuenta el país. Lógicamente no es lo mismo vivir en California, donde las temperaturas son más benignas, que en un Maine. En algunos estados parece que con la modorra nocturna dan más ganas de quedarse en casa y usar más calefacciones. Y con el horario de verano a tirar de aire acondicionado. Algunos estados, como Arizona, ignoran el cambio, aunque la Nación Navajo lo sigue. Y Massachusetts también quiere cambio. En su caso aunarse a la franja horaria, la del Atlántico, que siguen algunas provincias de Canadá, las Bermudas o Puerto Rico, por ejemplo. El miércoles precisamente se admitió la propuesta de hacer el cambio, con lo cual, si al final cuaja, habría cinco franjas horarias en Estados Unidos. La propuesta, amparándose en razones económicas (se ahorraría energía) y de salud pública, aboga por que el horario de verano permanezca todo el año. Parece ser que los accidentes de tráfico, las depresiones, la violencia en las calles y los accidentes laborales son menores.
El cambio no sería automático, porque hay varios pasos de por medio. Transportes y la Legislatura Estatal tienen que dar el visto bueno, y probablemente se necesite el respaldo de otros pesos pesados, como Nueva York, el rey de las ventas. Para los enamorados de la estadística aquí dejo un análisis de lo que supondría el cambio.
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domingo, 5 de noviembre de 2017
miércoles, 2 de agosto de 2017
Saludos desde Boston y algunas recomendaciones útiles
Esta semana me temo que los posts serán bastante breves. Escribo desde Boston, mejor dicho, desde la biblioteca de la ciudad de Quincy, una ciudad al sur en zona playera. Y sí, se llama Quincy por el presidente, Quincy Adams. Quincy será mi nuevo hogar a partir de la segunda quincena de agosto.
Si cualquier mudanza implica un trauma, las que tienen a Massachusetts como destino final son especialmente dolorosas. Sobre todo los meses de agosto y septiembre, cuando miles de estudiantes universitarios, y futuros profesores de instituto, decidimos echarnos a la carretera con la U Haul, la furgoneta de mudanzas que uno alquila y conduce, a taponar las autovías del deseado estado.
Encontrar un lugar medianamente limpio y en condiciones donde no te sajen es otra odisea. Las codiciadas zonas de Cambridge, besadas por los harvaritas, intocables. El extrarradio tampoco es que sea accesible, sobre todo las zonas más yupificadas, Jamaica Plain y South Boston, por ejemplo, están inundadas de pipiolos en la veintena con sueldos gastronómicos.
Para los austeros por obligación, como yo, menos mal que aún nos quedan zonas no tan exploradas, aunque ya se notan las pisadas del dinero de las jóvenes tecnologías. Hasta que nos echen.
Una vez que se encuentra algo adecuado al presupuesto, se pide el primer y el último mes, una fianza y los honorarios del agente inmobiliario que ha intervenido en la transacción, si este existiera.
Con un poco de suerte, ese paso se lo ahorra uno, aunque requiere mucha paciencia encontrar un alquiler sin intermediario. Recomiendo Craigslist para estos hallazgos.
Saludos,
m
Si cualquier mudanza implica un trauma, las que tienen a Massachusetts como destino final son especialmente dolorosas. Sobre todo los meses de agosto y septiembre, cuando miles de estudiantes universitarios, y futuros profesores de instituto, decidimos echarnos a la carretera con la U Haul, la furgoneta de mudanzas que uno alquila y conduce, a taponar las autovías del deseado estado.
Encontrar un lugar medianamente limpio y en condiciones donde no te sajen es otra odisea. Las codiciadas zonas de Cambridge, besadas por los harvaritas, intocables. El extrarradio tampoco es que sea accesible, sobre todo las zonas más yupificadas, Jamaica Plain y South Boston, por ejemplo, están inundadas de pipiolos en la veintena con sueldos gastronómicos.
Para los austeros por obligación, como yo, menos mal que aún nos quedan zonas no tan exploradas, aunque ya se notan las pisadas del dinero de las jóvenes tecnologías. Hasta que nos echen.
Una vez que se encuentra algo adecuado al presupuesto, se pide el primer y el último mes, una fianza y los honorarios del agente inmobiliario que ha intervenido en la transacción, si este existiera.
Con un poco de suerte, ese paso se lo ahorra uno, aunque requiere mucha paciencia encontrar un alquiler sin intermediario. Recomiendo Craigslist para estos hallazgos.
Saludos,
m
jueves, 22 de septiembre de 2016
Massachusetts, ¿acorta la brecha salarial?
¿Cuántos años tiene?, ¿está casado?, ¿piensa tener hijos?, ¿tiene alguna enfermedad? son preguntas que, como sucede en España, pertenecen al catálogo de preguntas que se consideran ilegales en una entrevista de trabajo. El mes pasado Massachusetts añadió una más, a nivel estatal, claro, aunque la ley no entrará en vigor hasta julio del 2018. De iniciativa republicana, sin embargo ha sido bien recibida entre los demócratas. La pregunta es ¿cuánto percibía en sus anteriores empleos?
La decisión ha sido aprobada en un intento por hacer desaparecer la brecha salarial entre hombres y mujeres. Pongamos que hay dos candidatos, una mujer y un hombre para el mismo puesto. En su último empleo la mujer ganaba 50000 dólares y el hombre 60000. Si la empresa conoce el historial salarial de estos candidatos, probablemente tenderá a mantener esa diferencia, ofreciéndole, por ejemplo, 70000 al hombre y 60000 a la mujer.
Maryland, California y Nueva York ya aprobaron leyes prohibiendo la discriminación salarial por razones de sexo o identidad de género, pero la de Massachusetts, sin duda, va más allá. Pero me parece que esta ley va a dar de qué hablar. Ya se han levantado voces alertando de que la razón por la que los hombres ganen más es porque hacen los trabajos más peligrosos. Otras, más socarronas, aducen que, si se contrata a una mujer, ya se habrán aplicado los descuentos pertinentes, mientras que otras vaticinan que las doce semanas de baja por maternidad dejarán de ser consideradas parte de su remuneración y de que los empresarios contratarán a menos mujeres con el fin de evitar demandas.
¿Y quién sale ganando? El cuerpo letrado. Por cierto que ¿bebe cuando queda con los amigos? también se considera ilegal. No sé si esta pregunta cuajaría en España.
La decisión ha sido aprobada en un intento por hacer desaparecer la brecha salarial entre hombres y mujeres. Pongamos que hay dos candidatos, una mujer y un hombre para el mismo puesto. En su último empleo la mujer ganaba 50000 dólares y el hombre 60000. Si la empresa conoce el historial salarial de estos candidatos, probablemente tenderá a mantener esa diferencia, ofreciéndole, por ejemplo, 70000 al hombre y 60000 a la mujer.
Maryland, California y Nueva York ya aprobaron leyes prohibiendo la discriminación salarial por razones de sexo o identidad de género, pero la de Massachusetts, sin duda, va más allá. Pero me parece que esta ley va a dar de qué hablar. Ya se han levantado voces alertando de que la razón por la que los hombres ganen más es porque hacen los trabajos más peligrosos. Otras, más socarronas, aducen que, si se contrata a una mujer, ya se habrán aplicado los descuentos pertinentes, mientras que otras vaticinan que las doce semanas de baja por maternidad dejarán de ser consideradas parte de su remuneración y de que los empresarios contratarán a menos mujeres con el fin de evitar demandas.
¿Y quién sale ganando? El cuerpo letrado. Por cierto que ¿bebe cuando queda con los amigos? también se considera ilegal. No sé si esta pregunta cuajaría en España.
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