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jueves, 16 de junio de 2022

Agua, por todas partes agua, y ni una gota que beber.

Como mañana, 17 de junio, nos ponemos a 50 años desde que el elefante republicano entrara en el cuartel general del Comité Nacional Demócrata en Washington a rebuscar papeles y grabaciones que llevarse a la trompa en lo que hoy conocemos por escándalo Watergate (literalmente "Verja del agua"),  esta semana dejamos las esclusas abiertas con el agua de Flint, en Míchigan, tierra del cineasta Michael Moore. 

Cortesía de USDA ARS.

Ya ha llovido desde que, en 1989, Moore nos trajera un fantástico documental sobre el cierre de la fábrica de General Motors en Flint. Y en el 2015 dejamos los estragos económicos causados por la externalización, para concentrarnos, en formato televisivo, en las aguas, contaminadas, de esta zona. Película en el 2017 y documental en el 2020. Los dos llevan por título Flint.

Aunque este asunto de ensuciar las aguas degraciadamente no se queda solo en Flint. De 1982 al 2015, entre 9 y 45 millones de americanos se llevaron a la boca aguas que no cumplían el Safe Drinking Water Act, es decir, Ley de Agua Potable. Como era de esperar, los habitantes de zonas rurales con bajo poder adquisitivo corrían mayor peligro de envenenamiento. A 4 de octubre de 2021, dejo este alarmante informe. Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, agentes químicos en aumento, en aire y agua.

Seguramente en Flint hubiera resultado beneficioso para la salud beberse las aguas, filtradas, de Detroit.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Qué le pasa a Michael Moore

Si aún quedaba algún indeciso por ahí tentado a votar demócrata en las elecciones que ya tenemos encima, Michael Moore, el director de cine, ha logrado convertirlo prácticamente de inmediato a la causa. Pero a la del otro bando. La hipercrítica de los propios votantes demócratas hacia su partido a veces no solo exacerba la unidad republicana sino que convierte a los políticos demócratas en un atajo de ineptos o, en palabras de Michael Moore, en políticos que no tienen spine. Es decir, en unos invertebrados. Dicho de otra forma: en gusanos. Así los llamó Moore en la entrevista que le hizo la presentadora Abby Huntsman, hija del embajador de Rusia, en el programa The View. Invertebrados. De inmediato se dio cuenta del error e intentó barrerlo aludiendo a la presencia de mujeres muy capacitadas para desempeñar cargos de importancia en el partido pero el horror ya estaba fosilizado. Su catálogo de despropósitos también lo abrió como lo cerró: echando a los indecisos en brazos republicanos.

Frases homéricas como a la mayoría de los americanos no les importaría apretarse el cinturón por una buena causa, (bastante difícil de creer si nos fijamos en el suyo), con tufo a comunismo, pobreza y depresión enrarecieron las ondas. Porque, al americano de pro, le repatea que lo metan en el mismo saco y lo comparen con el vecino, pues no piensa que esta actitud vaya a singularizarlo, sino que más bien lo trata como oveja de redil. Y lo peor de todo. Ni una gota de saliva para criticar al gobierno republicano. La próxima vez, tal vez sería buena idea que Moore estrangulara su hiriente vehemencia o que, al menos, abriera la boca para criticar los actos del partido del que no se es y que pretende perjudicar. Esperemos que la película no patine en el mismo barro.