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domingo, 21 de mayo de 2017

¿Quiénes trabajan a la luz de la luna?

Danica Patrick, la automovilista participante en las pruebas de NASCAR, hace unos meses lanzó su línea personal de productos deportivos. No es que la noticia me parezca digna de mención, espero que esta aventura empresarial le vaya tan bien como le está yendo en la pista, pero la noticia me ha recordado que los moonshiners también son muy dados a las carreras de coches, aunque las suyas, son de carácter ilegal.

¿Y quiénes son los moonshiners? Podríamos llamarlos espíritus libres, aunque a veces, esa libertad se vea truncada con unos cuantos años de prisión por su amor a la destilación ilegal del güisqui. Discovery Channel comenzó en 2011 un docudrama,
Moonshiners, en el que seguía las vidas de estos aventureros.

Los destiladores (llevan operando desde comienzos del diecinueve) se adentran en el corazón de los Apalaches durante la noche para dedicarse a la química. Un poquito de azúcar y maíz, y ya está. El problema viene cuando se va con prisas y la ventilación es insuficiente, provocando que la maquinaria explote, o cuando se añaden componentes como sosa cáustica o ácido de una batería de coche para acortar los tiempos de envejecimiento que requiere el elixir. Ni que decir tiene que el uso de estos productos puede ser mortal y puede dejar graves secuelas como la ceguera. A los motivos de salud se acogen las autoridades para prohibir su práctica, y lógicamente, a los omnipresentes impuestos.

Una licencia que permita vender alcohol está por las nubes. Por ejemplo, en Nueva Jersey, ronda los 10000 dólares aunque hay que añadir o quitar, dependiendo de lo que se quiera vender.

Los moonshiners, ávidos practicantes de la ideología libertaria, reniegan de las imposiciones gubernamentales. Y parece que su rebeldía está dando frutos, comenzó con la recesión del 2008, cuando las autoridades vieron en esta práctica una forma para reactivar la economía y generar empleo, al tiempo que una fuente segura de ingresos.

Aunque no todos los condados han abierto sus puertas a la destilación güisqueraparece que, los que lo han hecho, de momento no tienen motivos para arrepentirse, y es que, cuando se trabaja en equipo, da la impresión de que las posibilidades de fracasar disminuyen, o al menos, se sienten menos.

Este negocio es llamativo porque cuenta con dos ingredientes esenciales: en primer lugar se levanta el velo a lo prohibido, todos quieren dar el mordisco a la manzana y, por si fuera poco, ¡100% americano, baby!

Obviamente el mercado ha comenzado a saturarse con destilerías de güisqui ilegal, ahora autorizado. Incluso grandes compañías, como Jack Daniels, preocupadas con perder terreno, han lanzado su güisqui blanco. 

Con su absorción en el mercado algunas voces se han manifestado arguyendo que "eso ya no es moonshine. Si se paga al fisco se pierde credibilidad". Eso sí, la receta sigue siendo la de toda la vida, reconocen. Digo yo que hasta que encuentren algo más barato. ¿Sosa cáustica, tal vez? ¿Quizás ácido de batería?