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jueves, 13 de octubre de 2022

¿Cuál era la ciudad más importante del 800 d. C. al 1600 d. C. en Estados Unidos?

loc.gov

Y, como hoy es día de celebración, un par de curiosidades sobre la cultura de los nativos americanos. Esta información me vino hace muchos años de la mano de un museo del que guardo un muy grato recuerdo. Fue allí donde vi, por primera y única vez, una magnífica exposición de bellísimas acuarelas pertenecientes a una pintora poco conocida y reconocida, Zelda Fitzgerald. Con ese apellido enseguida caemos en la cuenta de que, en efecto, se trata de la esposa del afamado escritor. El Museo en cuestión está en Massillon, una localidad de Ohio en la que de niña, por cierto, veraneaba la actriz Lillian Gish. 

Pero a lo que vamos. Que los datos a los que me refería son estos.

  • Que los nativos americanos comenzaron a utilizar el arco y las flechas hará unos 1000 años 
  • y que en Cahokia, la ciudad más importante de la cultura misisipiana (del 800 d. C. al 1600 d. C.), ciudad que se piensa estaría en el estado de Illinois, llegaron a vivir unas 20000 personas. Para que nos hagamos una idea. No será hasta 1800 cuando Filadelfia sobrepase esa cifra. Para pasar el tiempo, los cahoquianos practicaban el chunkey, juego en el que se requerían dos objetos, una lanza y una piedra. Aquí dejo al experto con información sobre Cahokia. 

jueves, 5 de mayo de 2022

La sombra de Trump es alargada...

Con el topo que nos ha traído este pelotazo del Tribunal Supremo, varias cosas nos han quedado claras. La primera es que la seguridad del Tribunal deja mucho que desear, y la segunda es que la mano de Trump, más envalentonada con la victoria de su delfín, J.D. Vance en las primarias republicanas de Ohio, sigue revolviendo en busca de un nuevo mandato. 

loc.gov Fotografía Dorothea Lange 



La pócima que Trump nos hiciera beber bajo su dominio con la elección de tres señorías supremas está surtiendo el efecto deseado. Para proceder al desencanto pocas soluciones hay. Se me ocurre la posibilidad de engordar al Tribunal con menos señorías radicales, porque, meter en la Constitución, de una vez, el derecho al aborto, con todas sus letras, requiere dos terceras partes del Congreso y el Senado, y eso es harto improbable. 

También ha quedado claro que al Supremo le importa un pimiento el derecho a la privacidad de la Decimocuarta Enmienda, aunque ya sabemos que si uno tiene pudientes y es de buena raza, a poder ser blanquito, cristiano, y rizando el rizo, evangélico, pues que se valga de la Decimocuarta y de lo que quiera para arreglar a su heredera. "Está de vacaciones" o "en cura de reposo". Y tira millas. Hipocresía. 

A su señoría Kavanaugh tampoco le falta desparpajo, digno del mejor Trump, cuando, en una reunión privada le anunció a la senadora republicana, Susan Collins, que consideraba el asunto Roe "una ley zanjada". Olvidó mencionar la fecha, supongo. Cuajo parecido tuvo el honorable Gorsuch, cuando le confió al senador republicano Lindsey Graham, "que antes se hubiera marchado que dejar que Trump le pidiera derogar Roe". 

De la visceralidad que produce este asunto, no cabe duda de que Trump y los suyos están sacando buena tajada de su grey, que, enervada con el pegamento de que las mujeres que quieren o necesitan abortar son todas unas criminales, aflojan la pasta para pararles los pies y, de paso, adjudicarles una vida no deseada de la que, tal vez, nunca puedan escapar. Es preferible, para que la conciencia republicana se quede a gusto, decidir que estas mujeres queden esclavizadas a una criatura que, seguramente, no se criará en un barrio fetén y no tendrá institutriz en casa para que lo instruya en los deberes y derechos del buen ciudadano. 

Por desgracia, esa criatura como ninguna otra corre el peligro de quedar atrapada en las filas de la pobreza, la marginalidad o la delincuencia. Por supuesto, la sociedad se hará cargo de su sustento, hasta que la máxima instancia judicial, avalada por los esfuerzos republicanos, haga otro borrador con sus interpretaciones, dispuesto a cargarse de un plumazo la asistencia social. 

Parejas del mismo sexo que no sean de rancio abolengo, ¿en los siguientes borradores del Supremo? 

lunes, 6 de enero de 2020

Un 20 para el 20

Este año el 20 de enero será el Día de Martin Luther King. Esta fiesta se celebra alrededor del día 15, el cumpleaños del Doctor, y siempre ocupa el tercer lunes del mes que abre el año. Me ha parecido buena idea abrir el año con palabras que sirvan de inspiración, y las de Luther King, qué duda cabe, son de esas que deberíamos desempolvar una y otra vez.

En Oberlin College, universidad a la que consideraba una de las mejores del mundo por su contundente repulsa e implacable esfuerzo por conseguir la abolición de la esclavitud, (se dice que la actuación de una partida de unos cuatrocientos ciudadanos para rescatar a John Price en 1858, un esclavo allí apresado para devolverlo a su dueño en Wellington, un pueblo cercano), fue el detonante de la Guerra de Secesión. Hay que tener en cuenta que, aunque Ohio era un estado libre, en 1850 se aprobó la Ley de Esclavos Fugitivos, que obligaba a devolver la mercancía al dueño.

En Oberlin el Doctor Luther King Jr. dio tres discursos. El primero fue en 1957, cuando apenas lo conocía nadie. El segundo fue el 14 de noviembre de 1963, una semana antes del asesinato del presidente Kennedy (curiosamente estaba previsto que Malcom X hablara allí el 23 de noviembre, el día después del asesinato del mandatario, pero decidió no ir). La última vez fue en 1965, cuando se le otorgó el grado de Doctor Honoris Causa. Su discurso de aceptación "Remaining Awake Through a Revolution" (No dormirse mientras dure la revolución) abogaba por establecer, en medio de los desastres bélicos, las hambrunas y el despegue tecnológico, un cordón que uniera a todos los hombres, un lazo común que ni la violencia, ni el odio, ni la segregación, ni las guerras pudieran deshacer con sus manos infames. Hay que huir del pensamiento localizado, nos recuerda el Doctor, ya que este siempre está a un tris de caer en las redes de la supremacía de una doctrina particular en detrimento de otras.

Luther King efectivamente tenía motivos para agradecer a la Universidad su actuación en los años 60 del siglo pasado y en las etapas previas a la Guerra de Secesión. La universidad de Oberlin, que se creó en 1833, año de fundación de la localidad, era muy liberal para la época. De hecho, fue la primera institución del país que permitió la enseñanza mixta. Dos años más tarde, en 1835, también declaró ilegal denegar el acceso a la universidad basándose en motivos raciales. Fue con Charles Grandison Finney, probablemente la personalidad más destacada del Segundo Gran Despertar religioso, ministro presbiteriano, profesor y rector de la Universidad de Oberlin, cuando el movimiento abolicionista despuntó. El ministro, que no deseaba otra cosa que "combatir los pecados del mundo" y su salvación, veía la imperiosa necesidad de hacer hueco a nuevas reformas sociales.

Con este caldo de cultivo, no es de extrañar que Oberlin fuera una estación, un punto honorífico en la Underground Railroad, (el Ferrocarril subterráneo), la ruta de salvación para muchos esclavos que huían del abuso de los esclavistas. El camino, que arrancaba en el sur para alcanzar los estados libres del norte (básicamente los que bordeaban Canadá) o para saltar a la misma Canadá, Tierra Prometida. Se calcula que, hacia 1850, más de 100000 personas esclavizadas lo cubrieron con éxito.

En el National Underground Railroad Freedom Center que está en Cincinnati, Ohio, además de poder verse una exposición sobre el centenario de las sufragistas en el país, también se podrá ver hasta abril, Motel X, una exposición sobre el tráfico humano. Casi once mil casos en Estados Unidos, unos cuatrocientos en Ohio y subiendo. Vamos a ver si, con la nueva década, somos capaces de plantarnos y No nos quedamos dormidos. 

jueves, 18 de abril de 2019

Caucho, más caucho

Y seguimos de inspiración plastiquera. Hoy uno más breve con otro monstruo de los envases. Rubbermaid. Ahora propiedad de Newell Brands y en plena fase de reestructuración. Vamos, con el calendario de despidos en la mano. A finales de año nos enteraremos de los planes que les tienen preparados a  unos 45000 trabajadores distribuidos por todo el orbe. Las ventas no salieron como esperaban. Solo consiguieron aumentarlas en un 0,8%, muy por debajo del 2% previsto.

Algunas cabezas directoras ya han rodado. Los costos asociados al transporte, la guerra comercial con China, Canadá y la Unión Europea parece que tienen que ver con esta decisión de aplicar la tijera.

Rubbermaid comenzó en una ciudad que conozco de mi época ohaniano-pensilvana. Wooster. Relativamente cercana a Cleveland y más cercana todavía a Akron. Recuerdo que tenía universidad. Aquí el señor James R. Caldwell y su esposa patentaron su línea de productos de cocina en 1933. Pero fue en 1920 cuando se fundó la compañía, que por aquel entonces no se llamaba Rubbermaid sino que era conocida por Wooster Rubber Company. Un nombre bastante prosaico: La compañía de cauchos de Wooster. Ohio tiene bastante relación con el caucho. De hecho fue el Silicon Valley del siglo XIX del caucho. General Tire, Firestone, Goodrich & Goodyear estaban aquí. Hoy solo queda Goodyear.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Como la vida misma. Más de Ohio



1.  Photocpy of early 20th century photograph, looking east, of east facade of assembly building on Euclid Ave. Photo owned by the Cleveland Public Library. - Ford Motor Company, Cleveland Branch Assembly Plant, Euclid Avenue & East 116th Street, Cleveland, Cuyahoga County, OH

Recuerdo que hace unos meses colgué una entrada sobre Jimmy Scott, el sensacional contratenor de Cleveland. En la misma entrada también anunciaba que en otro momento hablaría de otro nativo de Cleveland, y ya que estamos con los "raros", el fantástico Harvey Pekar no puede faltar. Hace muchos años tuve la suerte de asistir al estreno de la película American Splendor en Cedar Lee, el cine más conocido de Cleveland por el que, con toda seguridad, Pekar más de una vez se pasó. A Pekar, aunque era un experto en jazz y escribía frecuentes críticas de música, se lo conoce especialmente por su obra. Una serie autobiográfica ilustrada por la mano de diversos autores. Robert Crumb fue al que Pekar más breó e insultó para sacar adelante su proyecto. Y digo breó porque así lo dice Crumb en su introducción al Esplendor Americano, aunque Crumb reconoce que Pekar no hubiera podido hacerlo de otra forma si quería ver su sueño hecho realidad.

Pekar no tenía reparos en desnudar su yo, física y mentalmente, frente al lector. Los paneles en blanco y negro en los que sus dibujantes dieron cuerpo a sus pensamientos que previamente él había fijado sobre unos bocetos con figuras de palo amonigotadas fueron su medio. Ya fuera una llamada del jefe a su despacho, era funcionario, al igual que Scott también trabajó en un hospital, una riña doméstica o una espera en la cola de un supermercado, a Pekar todo le valía para narrar su historia. Robert Crumb define perfectamente en la introducción que escribió al libro en 1985 qué es lo que nos encontramos cuando nos sumergimos en las páginas de Pekar. "Incluso las vidas más anodinas están llenas de emoción y lucha heroica". La vida misma.

lunes, 7 de mayo de 2018

Lo que sale de Ohio

Lo mismo fue por las aguas contaminadas del Eire pero de Ohio ha salido mucho talento "raro". De Cleveland era Screamin' Jay Hawkins, una voz portentosa y macabra, pionero del shock rock. En eso de pegar sustos en el escenario combinando su estentórea voz con efectos pirotécnicos, ataúdes y humaredas encontró una veta de oro. Su número más conocido fue I put Spell on You, del 56. Después de él vinieron muchos. Kiss, Alice Cooper, Iggy Pop... Todo aquel que quisiera vivir en un permanente Halloween tenía que poner los ojos en Jay Hawkins.

Otro de los "raros" era Roland Kirk. Sus seguidores no buscaban en él lo macabro, aunque sí su talento extravagante y una especie de exorcismo que una ceguera temprana no logró borrar. Ataviado con un caftán, y en la cabeza, a veces un torreón de piel por sombrero. En las manos, antes del ataque que le inmovilizara el lado derecho del cuerpo, tres saxofones, un clarinete, una flauta que a veces tocaba con la nariz, un silbato, una sirena al cuello y hasta una concha. Su música, a veces la interrumpía para dar paso a comentarios de corte político. Con su técnica de la respiración circular, era capaz de tocar tres instrumentos al mismo tiempo sin tener que tomar aire, y podía pasarse veinte minutos sin repostar, aunque algunos juran que en una ocasión pasó de las dos horas.

Aunque su dominio del tono y del fraseo eran simplemente magistrales, su verdadero yo parece que le llamaba a la disonancia, de ahí que su trabajo se resistiera al encasillamiento. Los años 60 fueron particularmente duros para él. Los consagrados del bebop lo veían como un bicho raro, y los que aborrecían el jazz libre lo ignoraban. Eso no impidió que Kirk siguiera trabajando y experimentando, aunque con concesiones al mundo del pop y del rock, dos mundos de los que él mismo renegaba.

Aquí dejo a este maestro en un concierto de 1972.