Cuando los californianos con pudientes se mudan a estados donde el dólar se puede estirar más, uno, mejor dicho una, corre el riesgo de quedarse atascado con normativa rancia y casposa, como la que nos ha brindado el estado de Tejas, velada por cinco Señorías del Tribunal Supremo, que han estimado que no pueden perder el tiempo con nimiedades como el aborto.
El año pasado 82235 californianos echaron raíces en Tejas. En Arizona, casi 60000, y en Nevada, más de 47000. Para las elecciones del 2024, California tendrá un representante menos en el Congreso y Tejas contará con dos más.
Lógicamente, a las tejanas pudientes que quieran abortar, independientemente de sus preferencias políticas, la decisión que ha firmado el gobernador Abbott obligándolas a seguir adelante con la gestación cuando estén de más de seis semanas (a menos que existan emergencias médicas de por medio), poco les afecta, ya que, en cualquier momento, se cogen un avión y se van al estado que tengan que ir y listas. Es, como siempre, la mujer de menos recursos, la que no puede dejar de trabajar para ir a hacerse una intervención, la que más sufrirá.
Pelosi quiere que, a la vuelta de las vacaciones, el 20 de septiembre, el Congreso vote una propuesta de la demócrata californiana, Judy Chu, que busca garantizar que las mujeres no se queden sin atención médica, pero lo van a llevar crudo ya que por los senadores republicanos, no pasa. Y como a Tejas le ha ido tan bien, las Dakotas, Misisipí, Indiana, Florida y Arkansas ya han dicho que van a imitar la jugada.
La idea de reforzar el Supremo vuelve a tomar fuerza, sobre todo cuando Stephen Breyer, juez demócrata del Tribunal Supremo, está a punto de jubilarse.
No creo que el llamamiento de la actriz Bette Midler, animando a las mujeres tejanas a una huelga de sexo, cuaje. Lo que sí está claro es que si una se muda y puede elegir lugar, lo mismo acaba tirándose de los pelos. Californiana o no.