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miércoles, 5 de octubre de 2016

A Pence los focos no le deslumbran

Hay que reconocerlo. Pence sabe. Es elegante, se desenvuelve magníficamente ante la cámara, aunque el discurso sea vacuo, pero la cámara lo quiere. Qué equilibrio. Qué seducción. Ni siquiera el favoritismo de la moderadora hacia el candidato demócrata logró inmutarlo. Nada parece perturbarlo, como mucho un dedo levantisco apuntando a su audiencia, a su América. Su percepción atónito-ficticia de la realidad, ensordecedora, la avaló con sus persecutorios es increíble, extraordinario.

Kaine, por su parte, entró a saco. Desconoce que no hay nada que pueda desmoronar la perpleja pátina de su oponente.

martes, 2 de agosto de 2016

Cómo lo quiere, ¿mucho o poco natural?

El comentario de Trump a raíz de la Convención Democrática Nacional del pasado jueves le está haciendo sudar a Pence. Aprovechando la intervención del matrimonio Khan, Trump despachó otra pedrada al islamismo. Pero esta era infinitamente más difícil de justificar, porque, el hijo de los Khan, un héroe de guerra, dio su vida por Estados Unidos. 

No es la primera vez que Pence tiene que hacer de tripas corazón y sacar del atolladero al candidato. Días antes tuvo que lidiar con la invitación que Trump le hizo a Rusia para que escarbara en los correos electrónicos de su opositora.

«¿Es que no puedo responder?», se defendió Trump con el candor que le caracteriza.

Faltaba más. La cuestión es lo que se dice y cómo se dice. Y, a todas luces, esta respuesta parece más propia de un niño de tercero, acusando a su compañera de clase de haberle quitado el bollicao, que la de un candidato a la Casa Blanca. Recuerdo que Reagan también tenía ese mismo encanto y dejó a Estados Unidos pasándolas canutas, aunque me parece que, seguramente por influencia del cine, Reagan sabía muy bien cómo controlar sus impulsos frente a las cámaras.

Los que lo defienden argumentan que ya es hora de que haya salido un candidato con arrestos suficientes para decir "verdades como puños", un candidato al que no le importe desafiar lo "políticamente correcto", alguien con valor, alguien que se atreva a decir lo que nadie se atreve a decir; en una palabra, alguien que sea capaz de soltar lo primero que le venga a la boca, independientemente de que sea cierto o no. Los detractores, por supuesto, se amparan en esta incapacidad suya para reprimir sus arrebatos. Eso sí, siempre avalados por la llama, inextinguible, de su candor.

Incluso entre los republicanos ha surgido un movimiento que pide el voto para Clinton, argumentando que el candidato es «totalmente inadecuado para el cargo dado su carácter, temperamento, experiencia y las ideas que profesa». Supongo que sus meteduras de pata irán incluidas en el lote.

La cuestión es decidir si el concepto que Trump y sus votantes tienen de "decir verdades como puños" es lo suficientemente natural como para darle el empujón que reclama.

Y a ustedes, ¿qué les parece?

domingo, 17 de julio de 2016

And the winner is...

... Pence.

Trump ha decidido tirar por el camino más conservador. Christie tal vez le haya parecido muy "Kowalski", y Gingrich demasiado mayor, "demasiado católico" y demasiado "transparente". A estas alturas aún no tengo muy claro que Trump no cambiara su decisión en el último momento, decidiéndose por Pence ante las declaraciones de Gingrich días antes, en las que proponía, mirando a las cámaras, un test de islamismo.

Trump no solo ha sido capaz de aplacar las demandas del cuerpo republicano al que este martes rendirá cuentas presentando en sociedad a su media naranja, sino que también ha reconocido que necesita a su lado alguien que lo oriente en la política, alguien sólido, de confianza, una mente pensante, fría y calculadora, justamente alguien capaz de subsanar sus constantes meteduras de pata, alguien, en definitiva, que le arregle los problemas, no que se los dé.

¿No les parece?    

viernes, 15 de julio de 2016

La transparencia del odio

A raíz de los execrables actos cometidos en Francia, Trump ha decido posponer el anuncio de quién será su acompañante en la travesía presidencial. Como anuncié en un post anterior, Chris Christie era uno de los candidatos. Los otros dos pesos pesados son el gobernador de Indiana Mike Pence y Newton, "Newt", Leroy Gingrich, antiguo presidente de la Cámara de representantes, cargo que en la actualidad ocupa Paul Ryan.

La brecha generacional entre Pence y Gingrich no es abismal, pero es grande. Gingrich tiene 73 años, aunque esta circunstancia no sirva para descalificarlo automáticamente, solo hay que seguir los casos de Ross Perot o John McCain. Pence es más joven, tiene 57. Otra característica que los separa es su tradición religiosa. Mientras que los lazos evangélicos son de fuerte arraigo en Pence, Gingrich se crió como luterano, aunque hace unos años se convirtió al catolicismo. Un vicepresidente luterano probablemente contaría con el beneplácito de todos los republicanos, aunque la elección de un católico podría asegurarle a Trump el voto de confianza hispano.  

Pero lo va a tener difícil a la hora de decidirse, ya que son muchas las afinidades que comparten. Para empezar, su recalcitrante conservadurismo.

Su idiosincrasia, lógicamente, ha quedado reflejada en sus actos. A Christie, entre otras proezas, se le acusa de haber destruido la educación pública, de ordenar el cierre en hora punta de varios carriles de la autopista que dan a acceso a Nueva York desde Nueva Jersey como represalia a la negativa del alcalde demócrata Mark Sokolich a respaldarlo en las elecciones a gobernador, y de sobornar a las aerolíneas United Airlines para que cubrieran la ruta Nueva York-Carolina del Sur, donde tiene su casa de recreo. 

Pence tampoco está exento de perlas que lo adornen. El año pasado firmó una ley que garantiza el derecho de admisión a los establecimientos. Amparándose en motivos religiosos, la ley es un blindaje contra los homosexuales. 

Por su parte, Gingrich cuenta con llamadas de atención de su propio partido por sus comportamientos poco éticos. Para vender su billete de entrada a la vicepresidencia ha tenido la audacia de admitir que Trump es "una especie de pirata" y que, si sale elegido, ya serían dos los piratas.

La guinda la puso ayer con sus declaraciones en el espacio Hannity de Fox News Channel, donde abrió la botellita de las esencias para dejar verter el líquido de la irracionalidad.

"We should destroy them with kinetic power, using various weapons starting with predators and frankly just killing them." (Deberíamos destruirlos con la fuerza kinética, usando distintas armas, empezando por los depredadores y, sinceramente, simplemente matándolos). 

Y un test más de nacionalidad: el islámico.

A Gingrich, desde luego, no se le puede acusar de falta de transparencia. Ahora solo queda por ver si los piratas son dos.