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Inevitable que abramos la semana con la historia del dónut. Parece ser que, en la colonia holandesa de Nueva Ámsterdam, la actual Manhattan, ya se estilaban, y recibían el nombre de "pasteles grasientos".
Fue a mediados del siglo XIX, cuando, a la madre de un capitán de barco de Nueva Inglaterra, la señora Elizabeth Gregory, se le ocurrió hacer el dónut con nuez moscada, canela y piel de limón para que su hijo y la tripulación evitaran el escorbuto. En el centro, un puñado de frutos secos, de ahí que lo llamara "masa de frutos secos", en inglés "doughnuts". En cuanto al agujero del centro, el hijo de la señora Gregory, nuestro capitán, reclama su invención.
Pero no fue hasta la Primera Guerra Mundial cuando el dónut se hace más fuerte. Más de 250 voluntarias de la Salvation Army (Ejército de Salvación) se desplazaron a Francia para dar de comer a sus hombres. Y una de las recetas que rescataron fue la del dónuts. Por lo visto, en un casco de guerra eran capaces de freír hasta siete de una tacada.
En 1938, para honrar la figura de estas voluntarias, las llamadas "chicas del dónut" y, de paso, sacar dinero, a la Salvation Army, organización religiosa cuyos miembros solemos ver en invierno a las puertas de los centros comerciales tocando una campanilla para que los transeúntes les den un donativo, se le ocurrió poner en práctica una festividad pastelera anual que luego se convertiría en el Día Nacional del Dónut. Decir que el actor Clark Gable también contribuyó a la popularidad de la rosquilla gracias a la comedia romática de 1934, Sucedió una noche. Hay una escena en la que el periodista, interpretado por Gable, le enseña a la consentida heredera, (Claudette Colbert), cómo mojar un dónut correctamente.
Ahí lo dejo...