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lunes, 4 de octubre de 2021

It works... b.

Acaba de salir el último libro de Steven Pinker, Rationality: Why It Seems Scarce and Why It Matters. Racionalidad: por qué parece que hay tan poca y por qué importa. Precisamente ahora tengo entre manos Kidding Ourselves: The Hidden Power of Self-Deception. Mintiéndonos a nosotros mismos: el poder oculto del autoengaño, un libro entretenidísimo de Joseph T. Hallinan, que, con pluma ligera pero afilada, al igual que la de Pinker o Gladwell, intenta ofrecer un poco de luz en el apretado magma que es el  comportamiento humano. 

En su texto, Pinker recoge que "tres cuartas partes de los americanos creen en un fenómeno que desafía las leyes de la ciencia. Un 55% de los estadounidenses cree en la curación psíquica, un 41% en las percepciones extrasensoriales, un 37% en las casas encantadas, y un 32%, en fantasmas, lo que también significa que la gente puede creer en casas encantadas con fantasmas, sin creer en fantasmas". Vamos, que solo uno de cada cuatro habitantes en América es un descreído.  


Cortesía USDA ARS.
Hallinan también confirma este amor por lo supersticioso, entregándonos información que, a veces, a más de uno seguro que ha logrado arrancarle una sonrisa. Los jugadores de béisbol resultan ser un excelente aporte nutricional para el campo de lo increíble: jugadores que tienen por costumbre comer el mismo animal (pollo) el día que les toca saltar al campo, los que se orinan en las manos para que el bate no se les vaya o los que llevan puesta una tanga de lamé para superar una mala racha. No sé si el libro de Pinker lo menciona, supongo que sí, pero Hallinan no ignora la religión. 

Los dos autores son conscientes de que el ser humano tiene miedo y de que, para racionalizarlo y darse aliento, busca ayuda de lo inexplicable. De otra manera, la existencia a muchos pudiera resultarles difícil de sobrellevar. Por si lo habíamos olvidado, aquí dejo un recordatorio de Richard Dawkins sobre la efectividad de la ciencia.      

lunes, 9 de enero de 2017

Y qué pido: ¿Chuletón o parrillada de verduras?

No sé si a los que son veganos (vegetarianos estrictos) por cuestiones éticas les gustaría la película de Spike Lee Do the Right Thing (Haz lo correcto), pero estoy segura de que, al título, le darían un diez.

También me parece que a un vegano (hace años escribí un cuento incluido en Perro Verde en el que exploraba las dificultades inherentes al vegetarianismo estricto) le costaría admitir la corrección del Meatless Monday que empezaran los McCartney (Los lunes sin carne) allá por el 2009, del mismo modo que tampoco aprobaría, aunque por lo visto va a ser tendencia en el 2017, el flexitarianism (flexitarianismo), o lo que es lo mismo, vegetarianismo a la carta.  


Pauline, la mascota del Presidente Tuft.
Vamos, que si hoy es lunes podemos intentar no hacerle ojitos al chuletón de ternera, y si ya estamos a viernes las ostras ni olerlas. Entre col y col, habremos salpimentado nuestra dieta con la convicción de que vamos por buen camino, de que estamos o al menos lo intentamos, haciendo lo correcto, aunque solo sea a medias por consideración a los trabajadores que retiran los excrementos de los cerdos, por los animales y por el planeta. 

Aunque el Meatless Monday no satisfaga los apetitos más intolerantes de los vegetarianos estrictos, confío en que puedan ver el valor de estos comienzos. El coraje y la facilidad, quizás sean solo fachada, no lo sé, con la que estas personas se adhieren a esta doctrina siempre me ha parecido asombrosa. ¿Tal vez son mejores personas, más empáticas? 

De buen grado me hubiera gustado preguntarle a George Bernard Shaw, que era vegano, de dónde le venía esa fuerza de voluntad, porque incluso cabezas pensantes como las de Richard Dawkins o Sam Harris se las ven y se las desean para defender el vegetarianismo.

Es un país como Estados Unidos donde la carne mueve montañas es muy difícil desarticular industrias y mentalidades, aunque el cuerpo a veces lo pague con un par de infartos y un fuerte desembolso económico en concepto de facturas hospitalarias.  

A ver si es posible que en poco hagamos los huevos, la leche o la carne en laboratorios y podamos colarlos con idéntico sabor sin hacer sufrir a los animales y con la debida higiene que muchas de estas industrias carecen. Peligro, se ve a la legua. El precio de lo auténtico, por las nubes. ¿Estraperlo, quizás? Open for business....