Febrero es el Mes de la Herencia Afroamericana. Para conmemorarlo, traemos la figura de una mujer extraordinaria, Ida B. Wells. Educadora, periodista y defensora de los derechos de las personas afroamericanas.
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Un día de septiembre de 1883, adquiere un billete de primera clase en el tren que la llevaría a Woodstock, ciudad cercana a Memphis y en la que trabajaba de maestra. El revisor, al encontrarla allí, inmediatamente intentó convencerla de que estaba en el vagón equivocado y de que tenía que irse a otro. Ida no accede a marcharse y la echan por la fuerza. Tras el incidente, Ida denuncia a la compañía ferroviara y, aunque en un principio se le da la razón, la pierde en una segunda vista. Así comienza su lucha contra el racismo.
Lo primero que hace para luchar contra esta plaga es formarse intelectualmente. Toma clases de escritura y elocución. Lee con saciedad los artículos del The Evening Star, un periódico poco serio dado a publicar noticias jugosas, lo que, sin duda, contribuyó a afilar la irónica pluma de Ida. En Memphis, compra su empleo en el Free Speech and Headlight, un periódico dedicado a la población afroamericana, que, bajo su dirección, logra triplicar su tirada.
A raíz del linchamiento en Memphis de Calvin McDowell, Will Stewart y Thomas Moss, este último gran amigo de Ida, surge su preocupación y su interés por ahondar en los motivos de tan salvaje comportamiento. Con la verdad por delante pero castigada por su devoción investigadora y, sobre todo, por no ser hombre, a su cabeza se le puso precio, se ve obligada a buscar refugio en otra ciudad. Marcha a Chicago, ciudad más aperturista. Allí tendrá la ocasión de asistir a la Exposición Mundial Colombina de 1893. Consciente de la presencia internacional, imprime, con dinero de su bolsillo, 10000 copias de su The reason Why Colored American is not in the World’s Columbian Exposition. La razón por la que la gente de color no está en la Exposición Mundial Colombina y que le dará la resonancia que busca.
Conoce a Frederick Douglass y contrae un matrimonio feliz con Ferdinand Barnett, propietario del periódico The Conservator, un periódico para lectores afroamericanos. Ida conjugará la edición del diario con otras actividades de corte social. Seguramente la más destacada fuera su defensa de los inmigrantes afroamericanos sureños a los que ella consideraba víctimas del odio blanco y de los recelos de aquellos afroamericanos que ya estaban afincados en Chicago, los cuales veían peligrar su estatus social y sus relaciones con la población blanca. Los chicagüenses afroamericanos temían que se les identificara con los recién llegados, más toscos en costumbres, y, sin duda, mucho menos formados.
En 1911 se la recibe como miembro del equipo directivo de la National Association for the Advancement of Colored People, La Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, pero Du Bois la sustituye del cargo, tal vez porque Ida le pareciera voceras y peleona y considerara que esa imagen mermaría la causa afroamericana. En 1913 la tenemos en una comisión a Washington D. C. para marchar en defensa de los derechos de las mujeres, marcha que, por cierto, la enfurece, pues le proponen que las mujeres afroamericanas y las blancas desfilen por separado, a lo que, lógicamente, Wells se niega.
En 1920, Wells asistió a un club literario en el que se comentaba un libro de Carter G. Woodson, historiador y periodista, a él debemos que febrero lleve el nombre de Mes de la Herencia Afroamericana. Para su espanto, se da cuenta de que el libro no menciona nada sobre los linchamientos, de ahí que Ida decida escribir su autobiografía. No la termina. Una fiebre le impidió acabar su último capítulo.
Curiosidad: de 2019 es la primera calle de Chicago que lleva el nombre de una mujer afroamericana. Esta calle lleva su nombre.
Y unas palabras de Wells que no hay que echar en saco roto: "la vigilancia eterna es el precio de la libertad".