El juicio de la secta Migueliana me trae a la cabeza las orgías verbales de los predicadores estadounidenses. Por ejemplo, las salvaciones en masa del pastor Win Worley son imperdibles. Como Rosendo, tiene una fijación especial por las posesiones demoníacas, aunque, a juzgar por su aspecto, su mayor angustia probablemente era el no tener nada que llevarse a la boca al día siguiente.
Las películas siempre ayudan a aquellos que sueñan a lo grande. En su caso, El exorcista, de 1973, seguramente fuera la que lo salvara de la hambruna. Pera alejarse de ella, añadió todos los demonios impensables a su lista particular. Por ejemplo, un simple catarro para él ya constituía un caso claro de posesión. Con sus sermones espectáculo Worley era capaz de tocar todas las vísceras de los endemoniados. En sus retahílas, ni una sola enfermedad o condición quedaba en el tintero, por eso las donaciones nunca dejaron de llegarle. Su técnica para exorcizar: ordenar a los demonios, en el nombre de Jesús, que salieran del cuerpo del poseído. Aquí dejo el video con su habilidad para la retórica y conjurar gritos de alivio entre los presentes. La reacción de algunos exorcizados no tiene desperdicio. La traca, en los veinte minutos del final.