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lunes, 3 de febrero de 2020

De quita y pon

En Estados Unidos hay una obsesión (a veces necesaria) con emparedar. Ahí tenemos al pobre del yerno de Trump, que, además de vérselas con la seguridad en el Medio Oriente, en Estados Unidos tiene que lidiar con la reforma del sistema de la justicia penal y el paredón que le ha encargado el suegro para separarlos de México. Mientras tanto, el nivel del mar sigue subiendo y Trump, aconsejado por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, se está pensando si levantar una barrera marina. Y quiere empezar por Nueva York. Y en la más modesta Pittsburgh, otra de paredes gracias al movimiento tiny houses, casas pequeñas.



En Pittsburgh, que anda sobrada de casas, es cierto que en muchas hay que entrar con piqueta, pero en otras solo hace falta una pequeña reforma, una empresa, basándose en el modelo de las viviendas incrementales del arquitecto chileno Alejandro Aravena, que a su vez bebe del proyecto de la vivienda de autoconstrucción PREVI en Lima de los años 60, indiscutiblemente nutridos por las ideas del davincesco Buckminster Fuller, te monta una casa en dos días. Tejado plano y reciclable, al igual que las paredes. Casa prácticamente hermética, los recursos no salen por la ventana. Apenas hay clavos y las paredes se hacen a medida. El único punto que no trata Module, así se llama la empresa dedicada a estas casas prefabricadas, es el carácter social de la vivienda. Lógicamente, el despacho de arquitectos está para ganar dinero y puede poner los precios que le dé la gana, pero cuando en Garfield, una especie de Carabanchel, se piden 435000 dólares cuando por 178000 se puede encontrar algo bastante decente en la misma zona, no hay otra manera de llamarlo: pasada.

La compañía reconoce que hay una crisis inmobiliaria nacional, supongo que se referirá a la incapacidad de un habitante potencial para comprar una casa con su mermada nómina. Es cierto que las facilidades de pago de las viviendas sociales que da el método Aravena, el -cuando la economía lo permita hago un ensanche o quito una habitación- concepto de “vivienda progresiva”, la casa crece o disminuye según las necesidades de los habitantes, las retoma esta empresa, aunque claro, con los 435000 que le piden a uno por el proyecto inicial, no sé a quién le iban a quedar ganas para meterse en obras sucesivas.

Aquí dejo un ejemplo de una colonia, project lo llaman, de casas pequeñas subvencionadas en Oregón. Los inquilinos son personas que han salido de la cárcel y no encuentran casero que se arriesgue al arrendamiento. Esa es nueva construcción para todos. El modelo que Module nos trae a Pittsburgh, una de las ciudades más debilitadas por la economía, es para los que ya están arriba. Y bien arriba.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

De una patada de la vaca sale

Para los amantes de la arquitectura y de la madera. Un rascacielos hecho a base de madera en Chicago, con vistas al río. La broma, si se lleva a cabo, alcanzará una altura de casi 244 metros, unos 80 pisos. Y digo si se lleva a cabo porque los arquitectos y los ingenieros tienen que ponerse de acuerdo en cómo levantar este experimento. De momento, no hay en Estados Unidos ningún edificio de madera que tenga esa altura. El T3, en Mineápolis, en el estado de Minnesota, con sus siete pisos, es la estructura más alta hecha en madera.   

Cuenta la leyenda que fue la vaca de la señora O´Leary la que causó El Gran Incendio de Chicago allá por 1871. Las llamas, además de llevarse un buen número de vidas por delante, unas 300 personas, también calcinó unos 9 kilómetros cuadrados de terreno. El fuego se extendió como la pólvora ya que muchos edificios eran de mala calidad y otros de madera. De la patadita de la vaca salió el afán de modernización que hoy en día nos trae la Ciudad del Viento. 

La madera lógicamente está tratada. Es una madera tan dura que en el acero ve a su igual. Y es más maleable. Y, por supuesto, tampoco podemos olvidarnos del medioambiente. Por lo visto la madera es capaz de atrapar el dióxido de carbono que sobre en el aire. Desconozco si esta propiedad no pudiera resultar dañina para los moradores de la torre. Para el final lo de siempre. Los cuartos por los que saldrá la broma. Esperemos que, si se hace, no salga ninguna vaca.