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domingo, 28 de julio de 2024

Hilar, devanar, doblar

Mientras la vicepresidenta se decide entre el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, y el senador Edward Kelly, de Arizona, esposo, por cierto, de Gabrielle Giffords, la congresista demócrata que fuera víctima de un atentado en el 2011 en el que casi pierde la vida, vamos a darnos un respiro artístico con Dora Wheeler, hija de la renombrada Candance Wheeler, y a la que muchos consideran la primera diseñadora de interiores. 

Después de que su madre rompiera su relación profesional con el mago de los vidrios, Louis Comfort Tiffany, Dora (1856-1940) y su madre abrieron una empresa en 1883 dedicada al diseño textil. Por cierto, que dicha empresa cuenta con el honor de ser uno de los primeros negocios que se pusieron a funcionar en Estados Unidos con plantilla únicamente integrada por mujeres.

Para conocer a Dora, podemos irnos hasta el Museo de Cleveland. Allí nos saluda, sentada en la mecedora que tiene en su ático-estudio en Nueva York, con vestido azul hasta los tobillos y ojos bien abiertos que parecen estar llamando al que la contempla. William Merritt Chase es el pintor. Dora fue su primera alumna neoyorquina después de regresar de Europa. Es un jueves de 1882. Dora está esperando a que lleguen sus invitados para tomar el té. Detrás del inmenso jarrón sobre la mesa, se extiende un precioso tapiz amarillo con toques florales que cubre toda la pared. 

Dora comenzó a vivir entre algodones. Su padre, el señor Thomas Mason Wheeler, se dedicaba a los  negocios navieros en el puerto de Nueva York. Era un hombre de mentalidad progresista, lo que contribuyó a que tanto la madre como la hija pudieran desarrollar sus habilidades artísticas. En Nueva York asistió a una escuela cuáquera, aunque algunos años estuvo escolarizada en Alemania y en Suiza.  

Además de ser muy hábil en el manejo textil, también dominaba la ilustración de libros y los retratos. En 1886 estuvo en casa de un tal Mark Twain, gran amigo suyo, para retratarlo a él y a su querida familia. Twain no fue el único que posó para ella. También lo hicieron otros grandes, como Harriet Beecher Stowe o Walt Whitman. Su obra textil, Penélope deshaciendo su trabajo de noche, de 1886 y que está en el Museo Metropolitano de Nueva York, es bastante conocida, aunque fue su mural colgado en el Pabellón de la Mujer de la Exposición Mundial Colombina que se celebró en Chicago en 1893, la obra por la que, probablemente, alcanzara mayor reconocimiento, tal vez por su destino trágico, ya que en 1911, alojada en el edificio del capitolio de Nueva York, en Albany, quedó destruida en un incendio.

En cuanto a su vida personal. En 1859 casó con el abogado Boudinot Keith el cual fallecería en 1925. Dos hijos tuvieron juntos. Un hijo, Elisha, que también iba para artista pero que, desgraciadamente, se lo llevó la infame batalla del Somme, en la Primera Guerra Mundial. Y una hija, Lois, madre de Henry L. Stimson, secretario de guerra  con el presidente Taft, y de estado con Hoover, Franklin D. Roosevelt y Truman. 

A reengancharnos con sus maravillos hilos.

martes, 23 de mayo de 2023

"Chat te dije" que vino para quedarse.

Peggy Greb/Cortesía USDA ARS

Hace unos días el Washington Post nos confirmaba el susto. En el 2010, en la Universidad de Maryland, la proporción de alumnos universitarios matriculados en las artes y las humanidades con respecto a los alumnos matriculados en las Ciencias de la Computación y Tecnología Informática era de 4 a 1. Hoy, esta universidad tiene 2400 alumnos estudiando artes y humanidades y unos 3300 apuntados en esas Ciencias y Tecnología. Esta vuelta a la tortilla, según el Washington Post, no es solo cosa de Maryland. 

Preguntas, muchas. Aquí va una. Los alumnos que no consigan una chagptización óptima, ¿qué hacemos con ellos? Porque, lógicamente, con la demanda de estas Ciencias y tecnologías habrá una criba que obligará a muchos a reinventarse. De momento, siguen en auge las enfermerías y las económicas y empresariales.  

A pensar... Y rápido. 

miércoles, 22 de marzo de 2023

¿Seis de Steinbeck o ChatGPT?

Hace ya tiempo que colgué las 8 reglas de oro que Kurt Vonnegut dejara a aquellos, (humanos todos), que buscaran dedicarse a escribir relatos. Los que somos conscientes de lo costoso y doloroso que resulta parir una buena naracción, eternamente agradecidos. En los tiempos del ChatGPT, donde, en cuestión de segundos, nos marcamos un texto impoluto que denigra el esfuerzo del artista que lo creó, invoco a John Steinbeck y sus seis. Aquí planto la reactividad del primero. Insustituible. 

loc.gov


  1. Olvida la idea de que alguna vez vas a terminar. Aparta de tu mente las cuatrocientas páginas y escribe solo una página al día, eso ayuda. Luego, cuando logres terminar, siempre te sorprendes.


jueves, 12 de enero de 2023

La nave de los locos o sabemos lo que queremos.

Zora Neale Hurston/ loc.gov

Un empujoncito para aquellos, en especial para mis compañeros escritores, que luchan por lo que quieren y que apenas ven recompensa. Katherine Anne Porter, indiscutible maestra del relato, nos confiesa que el éxito no le llegó hasta alcanzar los 72 años. Ese reconocimiento tuvo que llegarle con una novela, Ship of FoolsLa nave de los locos, en 1962.   

martes, 13 de diciembre de 2022

De Sargent a Zóbel.


Isabella Stewart Gardner. Autor Singer Sargent
loc.gov 
Hace unos días asistí, virtualmente, a una conferencia del profesor Felipe Pereda, comisario de la exposición Zóbel. El futuro del pasado, y que se puede ver hasta principios de marzo en el Prado. 

En uno de los cuadernos de apuntes de Zóbel que nos mostrara el profesor Pereda, aparecían numerosos dibujos. Uno de ellos era un apunte de El Jaleo, una de las primeras obras maestras (es de 1882) del pintor estadounidense John Singer Sargent. 

La pieza, que desde diciembre de 1914 duerme en el Spanish Cloister, el Claustro español del Isabella Stewart Gardner Museum, es, sin duda, una de las más importantes de la colección. Allí, bajo la luz tenue de farolillos japoneses, por aquel entonces el Claustro también hacía las veces de sala de conciertos, la mecenas agasajaba a sus invitados con piezas musicales de Bach, Mozart o Schumann. 

Fue en Londres, en 1886, cuando el reconocido escritor, Henry James, le presentó al pintor, dando así comienzo a una profunda relación artística. Tanto es así, que Gardner adquirió más de sesenta obras de Sargent. De su mecenas hizo tres retratos. Uno de ellos es el que acompaña a esta entrada y que también podemos ver en el Museo.

El Jaleo es una clara evocación del primitivismo andaluz. Incluso podemos apreciar pinturas prehistóricas en las paredes de la taberna, tras los cantaores. Las pinceladas son rápidas, propias del impresionismo, y la cavernosa iluminación que sale del cuadro gracias a una vela en una silla de estera nos recuerda a las pinturas de Goya. El cuadro se alza tras un arco polilobulado, no cabe duda de que Gardner tenía la intención de acrecentar el andalucismo y, con ello, propiciar un encuentro espiritual con la pintura. Y Gardner lo consigue. En 1916, Sargent, cuando vuelve a ver su obra, ocupando el puesto de honor, quedó tan encantado que, como agradecimiento, años más tarde le regala a su mecenas el libro con los apuntes preparatorios del cuadro. Poco podía imaginar Sargent que, tiempo después, Fernando Zóbel, alumno en Harvard, acabaría reinventándolo. Para los que estén por Boston estas Navidades el Museo bien vale una visita. Las que se llamen Isabella están de suerte porque cuentan con entrada gratuita. De por vida. Y los que estén en Madrid a por Zóbel.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Un poco más de estilo. Segunda parte.

loc.gov/
Y seguimos con los estilos.

Estilo italiano. Muy común entre los años 60 y 90 del siglo XIX. Inspirado en el renacimiento italiano. Gusto por las líneas verticales de gran altura. Puertas y ventanas también alcanzan altura considerable. Tejados cuadrados que le dan al edificio un aspecto pesado, ménsulas en los aleros y galerías acristaladas.

El románico richardsoniano, llamado así por el arquitecto Richard Morris Hunt. Se usó principalmente entre los años 1880 y 1900. Al querer imitar el románico tenemos un predominio indiscutible de la piedra. Cubierta a cuatro aguas, arcos en semicírculo y torreones de planta circular.  

El estilo shingle. Se solapa con el románico richardsoniano, aunque este queda principalmente reservado para las casas de recreo situadas en la costa y que la burguesía adinerada se ha levantado en Nueva Inglaterra. Énfasis en la horizontalidad, listones de madera avejentados con leche cortada para dar la impresión de desgaste. Techumbre a cuatro aguas, amplitud de los porches y numerosos ventanales.     

Estilo Stick. Entre el carpintero y el estilo Reina Ana. De finales del siglo XIX, este estilo busca realzar la estructura del edificio, preferentemente en viviendas, con paneles labrados en madera que se colocan en paredes exteriores. 

Estilo Reina Ana. Estilo victoriano que principalmente se usó de 1880 a 1910. Torreones de planta circular, techos a dos aguas cruzados, decoración en los porches que imita bordados elaborados con huso y vidrieras en las ventanas. 

Por supuesto que en un solo edificio podemos encontrar más de un estilo. 

lunes, 14 de noviembre de 2022

Un poco más de estilo. Primera parte.

Y mientras esperamos a que termine el recuento de votos, qué barbaridad, y a que el expresidente Trump nos anuncie, este martes, desde su Mar-a-Lago, Florida, su candidatura a las presidenciales del 2024, una de estilos arquitéctonicos del siglo XIX en tierras estadounidenses. 

loc.gov

Comenzamos por el federal: de moda antes de 1840. Refinado y elegante. Se le suele reconocer por una especie de ventanuco en forma de semicírculo que se asemeja a un abanico abierto. A esos listones desplegados se los conoce por "estilo rayos de sol". 

El neogriego. Muy popular entre los años 1830 y 1850. Gusto por la madera, estuco y piedra para imitar el mármol. Paredes blancas, con un porche, a manera de pórtico, a la entrada, tejado a dos aguas con friso sin decorar y ventanas tipo guillotina.

El estilo carpintero. Muy común entre 1840 y 1930. Pudiéramos decir que este estilo era el neogriego rural. Normalmente se reservaba para casas e iglesias. La madera era el material que solía utilizarse. Las paredes de este tipo de construcciones estaban diseñadas para levantarse a pulso con ayuda de sogas. Los que hayan visto Único testigo enseguida sabrán de lo que hablo. En el mundo pictórico, el cuadro de Grant Wood, American Gothic, Gótico americano, refleja espléndidamente ese gusto por la verticalidad y por los arcos apuntados. 

Mañana, después del anuncio del expresidente, un poco más de estilos...

jueves, 13 de octubre de 2022

¿Cuál era la ciudad más importante del 800 d. C. al 1600 d. C. en Estados Unidos?

loc.gov

Y, como hoy es día de celebración, un par de curiosidades sobre la cultura de los nativos americanos. Esta información me vino hace muchos años de la mano de un museo del que guardo un muy grato recuerdo. Fue allí donde vi, por primera y única vez, una magnífica exposición de bellísimas acuarelas pertenecientes a una pintora poco conocida y reconocida, Zelda Fitzgerald. Con ese apellido enseguida caemos en la cuenta de que, en efecto, se trata de la esposa del afamado escritor. El Museo en cuestión está en Massillon, una localidad de Ohio en la que de niña, por cierto, veraneaba la actriz Lillian Gish. 

Pero a lo que vamos. Que los datos a los que me refería son estos.

  • Que los nativos americanos comenzaron a utilizar el arco y las flechas hará unos 1000 años 
  • y que en Cahokia, la ciudad más importante de la cultura misisipiana (del 800 d. C. al 1600 d. C.), ciudad que se piensa estaría en el estado de Illinois, llegaron a vivir unas 20000 personas. Para que nos hagamos una idea. No será hasta 1800 cuando Filadelfia sobrepase esa cifra. Para pasar el tiempo, los cahoquianos practicaban el chunkey, juego en el que se requerían dos objetos, una lanza y una piedra. Aquí dejo al experto con información sobre Cahokia. 

lunes, 1 de agosto de 2022

En Boston con ...

En periodo vacacional siempre suele caer algún museo. Y aquí va una recomendación. El MFA de Boston, (Museo de Bellas Artes), que cuenta con una colección que ronda el medio millón de obras de arte. En la galería William I. Kochm, la 250, creo recordar que en la rotonda que da acceso a la sala, nos topamos con la maravillosa gravedad del maestro Góngora. Sesenta y un años tenía el poeta cuando un joven de veintidós llamado Diego Velázquez nos lo dejó la primavera de 1622 en el lienzo. Parece ser que fue este lienzo el que catapultara a Velázquez y le diera el pincel real. Aquí, un magnífico estudio de Carlos G. Santa Cecilia.    

miércoles, 13 de abril de 2022

¿Es que las mujeres tienen que estar en pelotas para llegar al Museo Met?

Leo que, la Galería Courtland de Londres acaba de colocar en el panel informativo de Un bar del Folies-Bergère, la última gran obra de Manet, un aviso woke. La misma notificación woke ya aparece también en Nevermore, el cuadro de Gauguin inspirado en el poema de Poe

En el panel informativo de Un bar del Folies-Bergère ya encontramos la advertencia de que "hay una alarmante presencia masculina en el cuadro", presencia que, supongo, de inmediato robará la atención de los visitantes, afanados por descifrar qué es lo que se trae entre manos el dichoso caballero, y dejando, con esta aclaración, en un segundo plano, a la protagonista de la obra. 

Recuerdo que, en los años 80, en Nueva York, un grupo anónimo de mujeres disfrazadas con careta de gorila y con nombres de guerra como Frida Kahlo, Gertrude Stein, Julia de Burgos o Zora Neale Hurston, las llamadas Chicas guerrilleras, en inglés The Guerrilla Girls, se dedicaba a combatir, a través de mensajes que escribían en pósters y anuncios que lograban colar en galerías y museos, el sexismo y el racismo en el mundo del arte. Para que las tomaran en serio, sus carteles siempre estaban en clave de humor, de ahí lo de los gorilas. Además, se valían de otra feliz coincidencia ya que, en inglés, "gorila" y "guerrilla" tienen una pronunciación parecida. 

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Su póster más conocido, lo podemos admirar en el Museo Victoria y Alberto, en Londres, es su versión de 1989 de La Grande Odalisque, de Ingres, probablemente el desnudo más famoso en la cultura occidental. A la derecha de la maja con cabeza de gorila, un gran letrero en inglés: Do women have to be naked to get into the Met. Museum?, algo así como ¿Es que las mujeres tienen que estar en pelotas para llegar al Museo Met? Por aquel entonces, en las alas del Met reservadas al arte moderno, solo un 5% de las obras eran de mujeres artistas, y un 85%, desnudos femeninos.   

Pocas gorilas guerrilleras quedan en activo. El establishment no tardó en apropiarse de sus obras, y las voces de que el cuerpo directivo de las gorilas se había vuelto tiránico y desoía las procupaciones de la mujer afroamericana forzaron su desmembramiento. A pesar de la fractura, agradecerles siempre su militancia.

jueves, 30 de diciembre de 2021

Va de morros.


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Y no es que reclame ser experta en morros, pero aquí va otro clásico americano. Esta vez, el morro les toca a los artistas, en especial a los que trabajan con textiles y bisutería. Importantes figuras del mundo de la televisión y otros medios acceden a hacer de maniquíes durante un breve periodo de tiempo, (siempre y cuando se lleven el artículo por el morro), y que suele coincidir con el que acota el aburrimiento. Así, estas personalidades pueden hacer una cata de las jóvenes promesas, y de las no tan jóvenes, con la seguridad de que su vestuario nunca estará vacío. Siempre es mejor dar el espaldarazo a un recién estrenado que darle la vara a un Armani que, con un poco de suerte, raspará los 99 centavos del pico al famoso de turno. Morro.  

domingo, 11 de julio de 2021

Bosque fantasma.

Cortesía de USDA ARS. 


Con los chuletones a la brasa y los casi 51 grados centígrados en Death Valley este fin de semana otra de calentones. Esta vez de la mano de la reconocidísima escultora y arquitecta Maya-Lin, que, con su Bosque fantasma (Ghost Forest) en el Madison Square Park, cuarenta y nueve cedros blancos del Atlántico sacados de un bosque muerto de las Pine Barrens, en Nueva Jersey, la autora da su respuesta a las consecuencias del cambio climático. Un hábitat que, en su momento, llegó a cubrir más de 500000 acres, ahora, con menos de 50000, en peligro de extinción.


Grandeza, meditación y claustrofobia. Son algunas de las sensaciones que el paseante podrá llevarse a casa. Este rincón estará disponible hasta el 14 de noviembre. Cuando termine su ciclo de observación, estos árboles sin hojas probablemente regresarán a la tierra en forma de mantillo.

martes, 6 de octubre de 2020

El joven Frankenstein.

Y, después de tanta intoxicación vírica, sobre todo presidencial, hoy, una ventana cultural con Frankenstein de Mary Shelley. Manual Cinema, de la mano de City Theatre, estos días, (la última representación será el 18 de octubre), lleva ofreciendo un espectáculo vistoso, creativo, entretenido y elegante del clásico. Duración, 65 minutos. La justa para que no se hiciera interminable y evitar la posibilidad de acabar en el barranco de la odiosa repetición, (entiendo que, a veces, pero solo a veces, la necesidad la reclama). 

El entorno, como si tuviera conciencia de que estábamos allí para que nos entrara miedo en el cuerpo, acompañó. Luna llena, viento, lluvia y claqueticlá de tren de fondo deslizándose con tranquilidad fantasmal en la cercanía nos clavó el espíritu victoriano de la obra. Y eso que manteníamos las ventanillas del coche bien subidas. No he mencionado que el espectáculo se proyectaba en un autocine, manera creativa para dar esquinazo a la Covid. Se nos facilitó una emisora de radio por la que salía la música en directo de una mini orquesta. 


Tras una pantalla gigante apoyada en los huesos de hierro de una antigua fábrica de acero, (el aire era tan fuerte que a veces conseguía doblarla, reforzando así el terror de la obra), actores de carne y hueso, creo recordar que todos eran mujeres, salpicaban su representación con la de marionetas iluminadas bajo los focos de un proyector que los actores acercaban o alejaban de este, dependiendo del efecto que buscaran. La puesta en escena del clásico me recordó al Bunraku japonés, pero, en este caso, tras la pantalla, aderezado también con fantásticas piezas musicales de cosecha propia, que, aquí y allí, me traían la locura del marilandés Frank Zappa. 

Aquí dejo el tráiler de Manual Cinema, la compañía que con tan buen tino ha captado la maternidad y el proceso creativo de la escritora Mary Shelly a través de su deslumbrante hijo, el joven Frankenstein.

lunes, 27 de mayo de 2019

¿Qué advierte la casa china?

El domingo pasé el día en Salem, sí, la ciudad de las brujas. Salem se ha convertido en un paraíso para los turistas. Calzadas de ladrillo y líneas rojas en el pavimento para que los visitantes, a lo Dorothy del Mago de Oz, no se salgan de los puntos de interés. Pastelerías, tiendas de ropa, circuitos a cementerios y todo lo que tenga que ver con la magia.
Where Shanghai's wealthy natives pass the time - Chinese tea house, China
Las casas históricas abundan en esta localidad. El PEM, el Peabody Museum of Salem, (el Museo Peabody de Salem) cuenta en su haber con veintidós de esas casas lo que lo convierte en unos de los veinte museos más grandes del país. También en este museo que comenzó con un tema marítimo bajo los auspicios de la East India Marine Society, (Sociedad marina de las Indias Orientales), encontramos uno de los mejores museos estadounidenses dedicados al arte asiático. Y doy buena fe de ello. Con la casa Yin Yu Tang les bastaría para reclamar un puesto elevado en esa clasificación. Una construcción hecha principalmente de madera y que data de principios del siglo XIX. En el 2003 fue desmantelada de Huang Cun, en China, para ofrecerla al público visitante del PEM. Hasta los años 80 del siglo que nos acaba de dejar estuvo habitada. Su estructura recuerda a las corralas que nos retratara Pérez Galdós, aunque la ornamentación, el labrado de las basas con bellas figuras, los pilones con kois o las celosías de los ventanales la alejan de la austeridad española. Hay que tener en cuenta que esta casa pertenecía a un mercader que, desgraciadamente, tuvo un trágico final. Las fotos de Mao custodian las habitaciones donde se hacía la vida familiar. En el comedor, un altar para venerar los espíritus de los suyos. Anotados en los listones de madera advertencias. Vigilad el fuego. Aquí dejo un video de la casa.

lunes, 25 de marzo de 2019

Antes que IKEA estuvo ella

[Home interior, china cabinet and chairs]
Y como aún no nos hemos salido del Mes de la Mujer, hoy, un recordatorio para Florence Knoll, probablemente una de las mejores embajadoras que haya tenido este país. Y no es que ocupara ningún cargo político, pero sus exposiciones en el extranjero, particularmente en Alemania, le hicieron ser la portavoz de la buena voluntad estadounidense, exportando el diseño americano durante la posguerra de la Segunda Guerra Mundial.

Y a eso precisamente se dedicaba nuestra retratada. A diseñar mobiliario. Esta minesotana que también estudió arquitectura con Mies van der Rohe, el creador de la famosa silla Barcelona, aprendió de varios maestros, pero lo esencial lo tomó de este. La funcionalidad del diseño.

Knoll introdujo nuevos aires en las oficinas de las empresas americanas eliminando el mobiliario armatoste y reemplazándolo con otro menos bloque, más simple y moderno. Los espacios también los desatrancó, abriéndolos con sus diseños textiles, ya fuera cubriendo suelos, ventanas o tapizando el mobiliario. Con el conflicto bélico, la escasez de materiales se hizo notar, y la necesidad de reinventarse le impulsó a alcanzar nuevas cotas en su creatividad. En 1943, ya había dado con un sistema por el que no se necesitaban herrajes para armar su mobiliario prefabricado. Una especie de precursora del IKEA fue Knoll. “Flexibilidad, economía y confort”. Con este eslogan consiguió Knoll que sus enseres se vendieran como rosquillas.

martes, 18 de diciembre de 2018

Pinturas del Hudson


[George Inness, half-length portrait, facing right]
Y otra de Nueva York. Hoy pintura. La escuela del grupo de pintura paisajista del Río Hudson (The Hudson River School). Iniciada en esta zona allá por los años 20 del siglo diecinueve, sobreviviría unos sesenta años más, antes de ser arrumbada por anticuada y provinciana.

Washington Irving y Fenimore Cooper también se refugiarían allí. Los mayores exponentes de dicha escuela paisajista fueron Thomas Cole, que, aunque inglés, sintió la llamada del Hudson, y Durand, de Nueva Jersey. Otro artista bastante conocido por sus retratos fue Samuel F. B. Morse, el mismísimo que inventó el telégrafo eléctrico.

En 1826 Morse fue el primer presidente de la Academia Nacional de Diseño (National Academy of Design), cargo que ocupó hasta 1862 con varias interrupciones.

Para estos artistas ni que decir tiene que la naturaleza era lo que se veía. Ni más ni menos. Nada de intermediarios ni de interpretaciones para concluir que un árbol era un árbol. La naturaleza no se andaba con tapujos y se presentaba tal cual era. Nada de la frívola afectación a la que los europeos, según Cole y Durand, eran tan dados.

El jovencito George Inness que se unió a la Escuela del Río Hudson a los catorce, tal vez fuera el mejor de ellos. Sus varias escapadas a Europa para estudiar a los italianos y holandeses, y más tarde, para recibir lo que se hacía en la Barbizon, le sirvieron para pulir su arte. Aunque también le valieran que, a su vuelta, la escuela americana le diera la espalda. La Escuela se sintió traicionada con su aceptación de los modos europeos, acusándolo de falsedad del color y de la composición. Y le costó que le volvieran a readmitir. Quince años tuvieron que pasar para que lo nombraran académico. Y luego decimos que estas cosas solo pasan en España. En América también pasan.

martes, 18 de septiembre de 2018

Monumento conmemorativo en el Boston Common para


b&w film copy neg.
En nombre de la ciudad de Boston el alcalde Marty Walsh ha revelado el nombre de los cinco finalistas para levantar un monumento a la memoria de Martin Luther King Jr. y de su esposa Coretta. Fue en esta ciudad donde se conoció la pareja y Boston no quiere dejar pasar la ocasión de demostrarles su agradecimiento. El monumento se levantará en el Boston Common, el parque urbano más antiguo de Estados Unidos y, sin duda, uno de los iconos más representativos y queridos de la ciudad. Aquí se pueden ver las piezas seleccionadas. Por cierto que, a mediados de octubre, habrá una gala para recaudar fondos. Los que asistan podrán ver, entre otros, a Harry Belafonte, Esperanza Spalding y al grupo musical Earth, Wind & Fire. La entrada con lo mínimo 475 dólares. Y si se quiere VIP a por los mil.

Yinka Shonibare, el grupo formado por Adam Pendleton, David Adjaye, David Reinfurt, Future\Pace y Gilbane Boston, MASS Design Group y Hank Willis Thomas, la artista Barbara Chase-Riboud y finalmente la firma de los arquitectos Wodiczko + Bonder y Maryann Thompson al alimón compiten por honrar la memoria de la pareja.   

lunes, 21 de mayo de 2018

Un Brillo por un Chadman

A por la venta de varias pinturas del museo, a por esas iba la alcaldía de Detroit en su afán por quitarse de encima unas cuantas deudas pero el fiscal general de Michigan no lo permitió, ya que las obras de arte son un fondo público y no se pueden tocar. Otra cosa es que sean copias o falsificaciones. Entonces la venta estaría justificada.

El Museo de Baltimore también ha decidido deshacerse de unos cuantos Warhols, Klines y Rauschenbergs, pero su caso es diferente. No es la urgencia de escapar de la bancarrota lo que lo consume, sino el deseo de presentar un arte desconocido, en especial el producido por mujeres y personas de color, sobre todo de la década de los 40. 


El pintor Aaron Douglas
Con un 63, 7 % de población afroamericana que colocan a Baltimore en el quinto puesto de las ciudades con mayor número de personas de color en Estados Unidos, Christopher Bedford, director del museo, ha tratado de impulsar y de dar un mejor servicio a esta comunidad, dominante en cifras pero con escasa representación en el mundo de las artes.

Algunos pondrán el grito en el cielo, pero quién dice o, mejor aún, nos puede hacer creer que las cajitas Brillo son mejores que Shade Chadman. Algún marchante de arte. Por descontado. 

lunes, 12 de febrero de 2018

En kiswahili, lugar para una feliz reunión

Estamos en el Mes de la Herencia Negra y hoy nos vamos al teatro. Al Karamu House en Cleveland. El teatro afroamericano más antiguo de los Estados Unidos. Sus fundadores fueron Russell y Rowena Woodham Jelliffe. La pareja se conoció en Oberlin College. Ella era presidenta de la Liga de las mujeres sufragistas de dicha universidad y él estudiaba Economía Política. Después de más estudios en Chicago, regresaron a Cleveland, atraídos por la diversidad y la mentalidad progresista de la ciudad.

El Karamu (del kiswhili lugar para una feliz reunión) dio sus primeros pasos en 1915 bajo el nombre de Playhouse Settlement on E. 38th St (fue en 1941 cuando se rebautizó con el nombre que ahora lleva) y para despegar contó con la ayuda de la Segunda Iglesia Presbiteriana. En 1963 el matrimonio se jubiló dejando las arcas del teatro con un millón de dólares y 4000 afiliados.

La señora Jelliffe comenzó a trabajar con un reparto interracial en obras que pudieran resultar menos ofensivas: las infantiles. Fue en 1927 cuando se instauró por primera vez un teatro permanente. Bajo su dirección, la señora Jelliffe tuvo que hacerse un cursillo rápido de arte dramático en Nueva York en un par de veranos, se estrenaron más de cien obras de 1920 a 1946. También escribía obras infantiles. Figuras como el poeta y dramaturgo Langston Hughes estrenarían sus obras en el Karamu. 



En 1955 los Jelliffe traerían al Karamu  a otro matrimonio de actores y directores: a Reuben y Dorothy Silver. Pero en 1976, con los meneos raciales y el deseo de atender nuevas demandas, a Reuben se le despidió y se contrató a un director afroamericano.

Hace un par de años el Karamu tuvo que hacer una reestructuración. Quince despidos, incluido el director de escena, Terrence Spivey. Esperemos que la renovación del edificio le dé un nuevo impulso a esta honorable empresa.

lunes, 12 de junio de 2017

El arte de la ejecución

La ejecución es todo. Solo basta una visita a esos foros de emprendedores donde criaturas imberbes declaran tener ideas que no se arriesgan a compartir por miedo a que se las roben. Los más corridos en la materia ya se lo advierten a estos cuasiembrones: ideas, todas las que quieras. Lo difícil es ponerlas en marcha.

Madoff, por ejemplo, tuvo problemas en ejecutar porque le salió su Harry Markopolos, una especie de Eliot Ness que se encargó de echarle el guante, aunque no sin esfuerzo, ya que la Comisión de Bolsa y Valores no le hacía ni caso, como él mismo señala en su libro No One would Listen, (Nadie quiso escuchar).

El desaparecido Roger Mark Boisjoly, el ingeniero que intentó parar el lanzamiento del Challenger en 1986 y evitar así el desastre, también experimentó esa dejadez tan humana, tan nuestra. Boisjoly intentó ejecutar, pero no lo creyeron. O quizás lo creyeron, pero ya había muchos intereses de por medio: prestigio, presión... tal vez una agria mezcla. A menor escala en el día a día esa impasibilidad se pinta con diferentes caras. El sábado, sin ir más lejos, mi esposo y yo tuvimos ocasión de paladear un churretón de esa indiferencia.

Hace unos tres o cuatro días que en el buzón de casa, sí, los típicos americanos que tienen una varilla roja de metal que, cuando está en lo alto llama al cartero para que se lleve el correo que le guardamos, recibimos un cartelón anunciando una subasta de objetos de arte. Qué alegría. Por fin nos traían algo que proporcionaba placer a los sentidos y que, finalmente, no era una loncha de bacon a la barbacoa, a menos que a alguno de los grandes maestros que nos visitaba le hubiera dado por plasmarla en el lienzo, que nunca se sabía.

Desgraciadamente en esta casa las alegrías nos duran poco y, como somos de temperamento precavido, mi marido me llama pesimista, creo que tiene razón, enseguida nos pusimos a analizar el cartel. Haz y envés.

Análisis tipográfico. ¿Por qué todo estaba escrito en mayúsculas? ¿Por qué tanto subrayado anunciando que contaban con obras de arte nada más ni nada menos que de Pissarro, Manet, Monet, Chagall, Dalí y un largo etcétera? ¿Y por qué recalcaban con tanto ahínco que las obras de arte iban firmadas por el artista y que tenían documentos para probarlo? Eso sí. El anuncio se curaba muy mucho en decir quién era el artista o los artistas que habían firmado la obra. Lo mismo fue Paul, el gasolinero de la Texaco que, con toda seguridad, poco o nada tenía nada que ver con los artistas mencionados anteriormente. Y la definitiva. ¿Por qué este pueblo era el elegido, cuando Sotheby estaba a tiro de piedra?

La inevitable googlada y bingo. La dirección del remitente: una clínica dental. En los foros había voces admitiendo haber sido víctima de un subastador de unos ochenta años, de Nueva Jersey, que, como el del cartelón, (este resultó ser un hombre de unos cuarenta años, gordo y de voz rota de tanto mentir), declaraba que la liquidación de los bienes respondía a una sentencia de divorcio. Cuánto divorcio y amor al arte hay en Nueva Jersey!


Llamamos al Elks Lodge, Orden Benevolente y Protectora de los Ciervos, así se llama la organización que había prestado, mejor dicho alquilado, su local a este timador. Esta fraternidad se toma muy en serio lo de mentir, pero parece que solo entre ellos. Deduzco que el subastador nunca perteneció al club o bien fuera expulsado.

El teléfono lo cogió el camarero que atendía la barra. Aun así le dejamos con la advertencia.

La policía fue el siguiente paso. Tomaron nuestros datos y un lo notificaré a mi superior nos despidió. Como no existe el libre albedrío y lo íbamos a hacer igual, allá que te fuimos. Eso sí. Para darle gusto al destino, íbamos pertrechados hasta los dientes de pequeños papelitos adhesivos arrancados de un bloc minúsculo en los que anotamos esta subasta es una estafa para alertar y ser posible disuadir a los posibles compradores.

Llegamos tarde. La subasta había comenzado. Afortunadamente no había muchos interesados en pujar por los bienes de los divorciados, pero el hecho de encontrarnos unos cuantos en la sala, casi todos gente mayor, a ellos suelen ir dedicadas estas fechorías, nos encorajinó aún más.

¿Qué hacer? ¿Entrar? ¿Quedarnos a la puerta con el fin de no ser descubiertos? ¿Colarnos uno de nosotros y pretender que éramos un comprador más? ¿Quizás elegir, de entre los que aún iban llegando, a uno, tal vez dos, para que repartieran las notificaciones?

Pero como bien sabemos, el mundo nunca da facilidades para abortar maldades. El subastador, aquel encantador de serpientes, qué manejo de la Gemología, en especial el jaspe, iba con sus cómplices, otros pujadores de hombros anchos y presencia intimidatoria que también hacían las veces de transportistas y que supongo servían para convencer a algún vejete en caso de que quisiera dar marcha atrás. Identificamos un par de ellos pero, como en el oeste, no sabíamos de cuántos hombres estábamos hablando.

Supongo que al lector le gustaría saber cuál fue el desenlace, pero esto es solo una idea. Aquí, lo que de verdad importa, es su ejecución.