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lunes, 15 de mayo de 2023

¿ Antídoto, por favor, para la credibilización?

Ya se sabe que Hemingway no era para todos, pero, desde luego, no le se podía negar su franqueza. Con tanta noticia falsa pululando por las redes, me he acordado de uno de sus valiosos consejos, y que, me parece, no solo es valedero para el escritor, sino para todo aquel que pretenda limitar su credibilización, acrónimo que, no sé si existirá en castellano, pero que lanzo aquí para destacar el lado económico de esta incontinencia que se empeña en que borremos el escepticismo y, sobre todo, en que disolvamos nuestro interés por la calidad de los contenidos. Hacernos comulgar con ruedas de molino, sale rentable, de ahí esta rentabilización de la credibilidad. Para combatir esta obscenidad, nada mejor que, en palabras de Hemingway, levantarse, sí, levantarse "un detector de mierda". 

Cortesía USDA ARS

Por si hay algún escéptico por ahí que no me crea, y hace requetebién, aquí dejo la cita.

En inglés. 

The most essential gift for a good writer is a built-in, shockproof, shit detector. This is the writer’s radar and all great writers have had it.

Y su correspondiente. 

El regalo más necesario para un buen escritor es tener incorporado un detector de mierda a prueba de golpes. Este es el radar del escritor y todos los grandes escritores lo tienen. 

¡Protejámonos!

lunes, 24 de abril de 2023

Beso en la frente.

 El 25 de mayo del 2003, la escritora, filósofa y cineasta, Susan Sontag, fue la encargada de dar el discurso de graduación de la Universidad de Vassar, en Nueva York. Normalmente, en este tipo de discursos el orador se esfuerza por infundir coraje y valentía a los alumnos que salen a la calle, por primera vez, con su título bajo el brazo. La recomendación de Sontag, eternamente americana: "no dejes de creer en tus sueños", aunque el tiempo te coma con su costra. No es de extrañar que la ponencia lleve por título "Momentos decisivos". 

loc.gov

Estos eran algunos de los consejos que dejaba Sontag a los recién graduados para que no perdieran de vista el barco de sus ilusiones:  

  • Leed mucho. 
  • Evitad la vaguedad y utilizad la palabra precisa. No os conforméis con una aproximación. Sobre este particular, se puede consultar la obra del escritor Josh Billings, amigo de Mark Twain, y su diferencia entre luciérnaga, lighting bug, y lighting, encendido.
  • Intentad dejar de pensar en vosotros y en los problemas que tenéis. 
  • Viajad.
  • Guardad en vuestro corazón, por pequeño que sea, un rincón que os recuerde que el dinero no lo es todo. 
  • Rechazad la violencia.
  • Intentad poneros en la piel de otros.
  • Cuestionad lo que hacen todos los gobiernos, no solo el vuestro.
  • Mantente firme, sobre todo si eres mujer.
      Y una más, de cierre, que espero sirva de inspiración.

  • Haz cosas, no pierdas la curiosidad. No te quedes esperando a que te llegue la inspiración o a que la sociedad te dé su beso en la frente. 
Nota: ver cita atribuida a Edison sobre el genio: 1% de inspiración y 99% de sudor.  

miércoles, 22 de marzo de 2023

¿Seis de Steinbeck o ChatGPT?

Hace ya tiempo que colgué las 8 reglas de oro que Kurt Vonnegut dejara a aquellos, (humanos todos), que buscaran dedicarse a escribir relatos. Los que somos conscientes de lo costoso y doloroso que resulta parir una buena naracción, eternamente agradecidos. En los tiempos del ChatGPT, donde, en cuestión de segundos, nos marcamos un texto impoluto que denigra el esfuerzo del artista que lo creó, invoco a John Steinbeck y sus seis. Aquí planto la reactividad del primero. Insustituible. 

loc.gov


  1. Olvida la idea de que alguna vez vas a terminar. Aparta de tu mente las cuatrocientas páginas y escribe solo una página al día, eso ayuda. Luego, cuando logres terminar, siempre te sorprendes.


miércoles, 25 de enero de 2023

¿Cómo escribes tú?

https://www.loc.gov/

En La muerte contada por un sapiens a un neardental, Arsuaga le dice a Millás que, "las sillas son, junto con el azúcar refinada, el peor invento de la humanidad". El azúcar ya sabemos que causa inflamación, mientras que la silla puede llevarnos a que tengamos divertículos o padezcamos de hemorroides. La sentencia de Arsuaga sobre la silla no es desconocida y el rechazo al asiento se viene practicando desde tiempos inmemoriales. Recordemos a los peripatéticos

Estados Unidos también tuvo seguidores de la verticalidad. El primero que me viene a la cabeza es Hemingway, aunque hacía un poco de trampa porque de tanto en tanto apoyaba los codos. Mucho antes la buscaron Benjamin Franklin y Thomas Jefferson. Thomas Wolf también perteneció al grupo de los derechones. Wolf, con sus casi dos metros de estatura, hacía de la nevera su mesa de trabajo. El dramaturgo August Wilson también escribía de pie. Igual que lo hacían Philip Roth y Saul Bellow. A Winston Churchill, por ser hijo de madre estadounidense, lo mencionamos. El músico Oscar Hammerstein o el periodista Edward R. Murrow, (la película Buenas noches, y buena suerte rescata su figura), también trabajaban de pie. Otros preferían combinar la silla con la bipedestación. Este fue el caso del poeta Henry Wadsworth Longfellow y el de Nabokov. Y también estaban los del bando contrario. Los que combatían el dolor de pies escribiendo en la cama. El americano más ilustre y devoto de esta práctica fue Mark Twain. Truman Capote vino después. 

martes, 9 de febrero de 2021

El tren, ¿a dónde nos lleva?

Y en el Mes de la Herencia Afroamericana traigo a un cantante y letrista que nos dejara hace unos días. El maravilloso Jim Weatherly. Este hijo de Misisipí decidió dedicarse al mundo de la farándula en lugar de convertirse en estrella del fútbol americano.  

Weatherly no era afroamericano, pero una de sus canciones que saliera primero con su voz, alcanzó fama mundial gracias a los fabulosos Gladys Knight & The Pips. La canción en cuestión que, por cierto, cantara antes que ellos la mamá de la malhadada Whitney Houston, Cissy Houston, era ni más ni menos que Midnight Train To Georgia (Tren de medianoche a Georgia), según la revista Rolling Stone, en el top de las 500 mejores canciones de todos los tiempos. 

En un principio, Weatherly la grabó con el título Midnight plane to Houston, (Vuelo de medianoche a Houston). El título salió de una conversación telefónica con uno de los Ángeles de Charlie, Farah Fawcett, mientras esta hacía las maletas para coger un avión que la llevara hasta Houston, Tejas, donde residía su familia. Cissy Houston, apellido y ciudad aquí coinciden, dijo que su familia era de Georgia, y que nunca había cogido un avión para ir a Tejas. Weatherly no tuvo inconveniente en que se cambiara el título, cambio, por cierto, más que atinado. Un tren siempre es mucho más evocador que un avión, y es preferible un estado con nombre de mujer que una ciudad petrolera...

Weatherly era un auténtico conocedor de su arte. Las canciones deben destilar honestidad y huir de la falsa sinceridad. Esta fue una de las joyas que nos dejó a los escritores y que, sin duda, debería figurar en nuestro kit de imprescindibles.

Celebremos la generosidad del maestro con Gladys Knight & The Pips

lunes, 8 de junio de 2020

¡Escribe, no pienses!

Thurston the great magician
Hace poco que ha caído en mis manos un libro de Madeleine L'Engle, la autora del magnífico libro El pliegue en el tiempo que Disney se encargó de destrozar.

El libro, que lleva por título The Moment of Tenderness, El momento de ternuraes una selección de diociocho relatos escritos entre los años 40 y 50 que, su nieta, ha rescatado para deleite del lector. Y digo deleite porque las historias de L'Engle son de notable calidad. L'Engle es especialmente habilidosa con el humor, sus descripciones son vivísimas y maneja los diálogos con brío y elegancia. Y aunque el humor templa las páginas del libro, todo él parece estar difuminado con una pátina de nostalgia y soledad que corteja la barrera de lo sensiblero pero sin caer en la noñería. A veces, se echa en falta que la historia no esté más desarrollada y que casi se quede en estampa, pero esa percepción pronto se olvida gracias a la calidad de su escritura. En cuanto a los personajes, estos tampoco se resisten a su pluma, ya sea hombre o mujer, niño o adulto, aunque hay que decir que son los de clase media alta los que más le ocupan.

Los relatos de esta colección pertenecen a la época en la que L’Engle quería ser dramaturga y son en su mayoría de corte autobiográfico. Por ejemplo, en uno de ellos, el titulado "The Foreigners", "Los extranjeros", la narradora también se llama Madeleine.

Los temas que recogen los relatos son variados: maternidad, cuidado de padres mayores, ambición, rivalidad, el fracaso de la amistad o las apariencias engañosas. De hecho, este es el tema de "The Fact of the Matter", "Lo cierto es que", sería la traducción, un relato que combina la fantasía con el realismo mágico. En "Poor Little Saturday", L’Engle mezcla fantasía con magia, al estilo de las Crónicas de Narnia. 

Por cierto, mencionar que la autora tuvo muchísimos problemas para publicar su El pliegue en el tiempo. Los conservadores evangélicos, que la veían con malos ojos por creer en la salvación universal y seguramente también por dejar ver las ideas de Einstein en su obra, aprovecharon la ocasión para acusar a la autora de fomentar la brujería, y pidieron que el libro y las partes que lo siguieron fueran retirados de bibliotecas y librerías.

L’Engle, como se hace patente en esta colección, también practicó la ciencia ficción con bastante atino. En “A Sign for a Sparrow,” "Una señal para un gorrión", la escritora nos presenta un mundo postapocalíptico. El planeta Tierra, plagado de guerras y otras pestes, se ha vuelto inhabitable. Es con este relato con el que se cierra la colección.

Aquí una charla, en inglés, de la escritora, con su recomendación para ser un buen escritor: ¡Escribe, no pienses!

domingo, 2 de diciembre de 2018

Las 115 formas de hacerlo fatal

Last of the Mohicans, 11/17/20
Hace unas semanas mencionaba a James Kirke Paulding, y no sé porqué, pero me ha traído a la memoria el que sea probablemente el ensayo más desternillante que Mark Twain nunca escribiera. Se trata de una sátira del estilo de otro Jaime. El de James Fenimore Cooper, creador de El último mohicano. Para ponerlo a caldo se ensaña con dos novelas, The Deerslayer (1841) y The Pathfinder (1840), incluidas en Historias de las medias de cuero y que probablemente tuvieran en Daniel Boone su fuente de inspiración. ¿Y qué era lo que Twain despreciaba sobremanera? La ñoñería con la que, según él, Fenimore Cooper trataba el encuentro entre el pionero y el hombre nativo, en su mayoría iroqueses.

Twain fue capaz de detectar en la obra de Cooper una lista de 115 infracciones que, según él, un buen escritor nunca comete. La lista son 6 páginas bien surtidas de un análisis ingenioso y concienzudo, llagado de pullas hilarantes con las que el lector no puede evitar la risa inducida por este ojo de halcón.

He aquí, en inglés, una selección de las joyas de las que hablamos. Y la traducción a continuación.


  1. En una historia se tiene que conseguir algo y llegar a algo.
  2. Los episodios de un relato son partes necesarias de este y deben contribuir a su desarrollo.
  3. Los personajes en un relato deben estar vivos, excepto cuando se trate de muertos, en cuyo caso el lector siempre debe ser capaz de distinguir los muertos de los que no lo están.
  4. Los personajes de un relato, tanto los muertos como los vivos, tienen que tener una excusa para estar ahí.
  5. Cuando los personajes de un relato entablan una conversación, lo que dicen debe sonar a una conversación entre humanos, sus palabras deben ser adecuadas para las circunstancias del momento, tener un significado reconocible, además de un propósito, ser relevantes, y no deben salirse del asunto tratado, deben ser interesantes para el lector, ayudar a la narración y hay que dejar de hablar cuando a los participantes no se les ocurre nada más que decir.
  6. Cuando el autor describe el carácter de un personaje, su conducta y su habla deberán justificar dicha descripción.
  7. Cuando un personaje habla como un prepotente, un estirado, un sentencioso, un regalo de navidad que ha costado 7 dólares al comenzar un párrafo, no debe hablar como un juglar negro al finalizar este.
  8. Los sucesos deben ser creíbles, los personajes de la historia deberán limitarse a las posibilidades con las que cuentan y dejarse de milagros. Y en caso de decidirse por el milagro, el autor debe hacerlo creíble, de tal manera que resulte posible y razonable.
  9. Se intentará ahorrar al lector las vulgares estupideces en las que tanto el escritor como sus personajes hayan podido incurrir.
  10. El autor hará que el lector sienta un interés genuino por los personajes de la historia y su destino. También hará que el lector ame a los buenos de la historia y odie a los malos.
  11. Los personajes de la historia estarán tan claramente definidos que el lector será capaz de adivinar lo que cada uno haría en situación de emergencia. 
Un kit valiosísimo sin duda para escritores y para desempolvar a estos dos autores.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Las ocho reglas de oro

Y otra de Vonnegut.

Sus 8 reglas de oro para el escritor de relatos.



  • No le dejarás a un extraño con el sabor de boca de creer que ha perdido el tiempo leyéndote.  
  • Da al lector al menos un personaje por el que preocuparse. 
  • El personaje principal siempre quiere algo, aunque sea un vaso de agua.  
  •  Una frase debe hacer dos cosas: revelar la personalidad y avanzar la acción.  
  • Empieza a escribir lo más lejos que puedas del final. 
  •  Sé un sádico. No importa lo dulce e inocente que puedan ser tus personajes. Haz que les sucedan cosas horribles, para que así el lector sepa de qué pasta están hechos.
  • Escribe solo pensando en ti. Si abres una ventana y le haces el amor al mundo, es un decir, tu historia cogerá neumonía. 
  •  Da a tus lectores desde el primer momento toda la información que puedas. Los lectores deberían saber desde el principio qué es lo que sucede, dónde y por qué. En caso de que pasara algo, pongamos por caso que las cucarachas se comieron las últimas páginas, el lector debería ser capaz de completar la historia por sí solo.

jueves, 13 de julio de 2017

Octavia Butler: aviso a escritores

Hace unos meses, hablando de las contribuciones afroamericanas, escribí un post sobre Octavia Butler, prestigiosa escritora de ciencia ficción. Butler ha sido la única escritora en dicho género que se ha llevado la MacArthur Fellowship.

Una exposición en la Huntington Library, en California, estado en el que se crió Butler, recoge la evolución de la carrera de la artista. Cuadernos llenos de anotaciones, dibujos y hojas sueltas con afirmaciones en las que visualiza que es una gran bestseller y que sus libros e historias son reconocidos con galardones son su mantra: que no ceje en su empeño, le dicen, que persiga con ambición lo que desde niña quiso ser: escritora. 


La verdad es que siempre me he mostrado bastante desconfiada con esto de visualizar para lograr un objetivo. Pero desde luego una cosa es indiscutible. Si uno no cree en sí mismo o al menos no es capaz de dar la impresión de que es así, lo va a llevar bastante crudo el hacer creer a los demás que merece la pena invertir en su obra. Aunque sí, reconozco que soy de los de Malcolm Gladwell. No se puede luchar contra el factor azar.

Más consejos que visualiza e internaliza nuestra autora. 
  • No te olvides de la evolución psicológica del personaje.
  • Que pasen muchas cosas en la historia.
  • Haz que la gente toque, sienta y sepa lo que pasa.

Y la última advertencia.
  • ¡Haz que la gente sienta, sienta, sienta!
Creer, visualizar y técnica. Sin olvidarse, claro está, de leer. Leer mucho.