Ayer escuché a Carl Nassib, el jugador de fútbol americano del equipo de Las Vegas Raiders, declarar su homosexualidad y me dio una gran alegría. Nassib, además de haber demostrado gran valentía, que, confío, servirá para que otras personas sigan su estela, también es un magnífico orador. Nassib habla sin apresuramiento y se expresa con precisión de bisturí. Una sonrisa sincera y cordial le sirve para dar vida a su mensaje. Pero nada más acabarlo me ha entrado pena. Una pena por saber que, con el tiempo, es probable que Nassib, como tantos otros jugadores de fútbol americano, desarrolle problemas neurodegenerativos. Los golpazos en este deporte desde luego no brillan por su ausencia.
Según Chris Nowinski, cofundador de la organización Concussion Legacy Foundation (Fundación Legado de contusiones) de la Universidad de Boston, los jugadores de la Liga Nacional de Fútbol Americano tienen más riesgo de sufrir la enfermedad de Lou Gehrig (esclerosis lateral amiotrófica). Y la cifra no es desdeñable: cuatro veces mayor que en la población de a pie.
Dicen de eliminar una maniobra del juego. La posición de los tres puntos, por lo visto, una de las más llamativas del juego. Al eliminarla, claro, el juego perdería mucho, aunque, lógicamente, lo ganarían en salud.
De momento, se queda como está.