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martes, 27 de septiembre de 2022

Más de tacón y menos de cuchara.

 Abrimos con la salud y con datos bastante preocupantes.

loc.gov

Un estudio del Brigham and Women's Hospital, en Massachusetts, ha revelado que la incidencia de los cánceres de aparición precoz en el mundo en personas que tienen menos de 50 años no hace más que aumentar desde 1990. Uno pudiera pensar, que, con la detención temprana y el desarrollo de las tecnologías, lógicamente se tenía que notar un aumento en el número de cánceres diagnosticados. Sin embargo, los científicos encargados del estudio observaron, valiéndose de un cribado poblacional, que, los que nacieron en los años 60, tenían más riesgo de padecer cáncer antes de cumplir los 50 que aquellos que nacieron en la década de los 50. De momento, no parece que hayan llegado a los 70, 80 y sucesivas décadas, aunque creen que el resultado no va a ser muy alentador.

Y los sospechosos, los de siempre. El alcohol, la falta de horas de sueño, sobre todo entre los niños, la exposición medioambiental, el tabaco, la obesidad y las comidas procesadas que devoramos frente a la pantalla.

Recomendable: Más de tacón y menos de cuchara.  

miércoles, 30 de diciembre de 2020

¿De quién es la culpa?

Hace unos días despedían del Walter Reed National Military Medical Center al doctor James Phillips, uno de los doctores que trató al presidente de la covid-19 cuando fue ingresado en octubre. Al doctor no creo que lo hayan puesto de patitas en la calle por ser un incompetente, sino más bien por atreverse a decir que el presidente no debía ir a darse un baño de masas estando con el virus subido, obligando a su equipo a compartir trumpomóvil.  


 Cortesía de USDA ARS. 

Estados Unidos lo está pasando mal para retener médicos y enfermeras, sobre todo en las zonas rurales. Uno pudiera pensar que es porque andan cortos de personal. Pues no, no: es porque los lugareños les están haciendo la vida imposible. Y, ¿cómo es eso? La culpa es del corona. Los nativos, tan metidos ellos en política, saben de buena tinta que lo de llevar máscaras es una pamema y que los muertos son virtuales. Como sigan así, su economía a seguir el mismo camino. Desvirtuada. Y, cuando los supervivientes negacionistas que necesiten atención médica tengan que recorrerse kilómetros y kilómetros en ambulancia para que los traten y el tiempo no los llegue, entonces, solo entonces, se acordarán, si su mente se lo permite, de la locura que les trajo el corona.       

martes, 26 de mayo de 2020

Con la salud sí se juega.

Esto del capitalismo es una maravilla, ya que, en tiempos de carestía, te permite hacer el agosto. Si no que se lo digan (preguntar no porque no iban a responder) a los proveedores de material hospitalario con contrato de exclusividad en algunos centros. Claro que, en época de pandemia, pueden surgir ciertos problemitas para el hospital y sus trabajadores. Uno de ellos es que el precio de las partidas cueste un riñón, pero más importante aun es que el distribuidor se haya quedado sin existencias y que el centro tenga que esperar a que reponga batas, guantes, mascarillas...

Mientras espera a recibir el material y, para curarse en salud, el hospital afectado siempre puede hacer firmar al personal un papelito eximiéndolo de cualquier responsabilidad y listos. Por ejemplo, si un doctor contrajera el COVID-19 por no llevar mascarilla, la culpa sería suya y nada más que suya. Supongo que traerse mascarillas de casa y un equipo completo a cambiar con cada paciente no hay bolsillo que lo aguante, de ahí que, a veces, más de uno se haya visto obligado a reciclarlo. 

Cortesía de USDA ARS.

Unos cuantos corazones han notado esa carestía y, para aliviar la carga, han enviado sus donaciones de material. Sin embargo, algunos hospitales, más escrupulosos con sus obligaciones contractuales que con otras, sacrificables, han preferido decir no al donativo, no sea que, cuando las aguas vuelvan a su cauce, el proveedor les meta un puro de cuidado.

En época de necesidad sanitaria como la que estamos viviendo, sí se juega con la salud.   

domingo, 1 de septiembre de 2019

La caja para los mocos es mía

Como era de esperar Bayer va a apelar. Habrá pensado que si las empresas que se dedican a la elaboración de material sanitario y otras farmacéuticas están barriendo en los hospitales, nadie les va quitar el derecho a barrer su polvo. Y es que los costos de hospitalización en Estados Unidos dan urticaria. Aquí van unos ejemplillos. Pastillita de tylenol (paracetamol) le cuesta el paciente unos quince dólares. Bolsita de plástico para depositar objetos personales mientras se está en el hospital a ocho dólares. Pañuelito para sonarse la nariz de los que vienen en caja, no en paquetitos, la unidad también nos sale a ocho. Guantes sin esterilizar, el par sale a cincuenta y tres dólares, si está esterilizado mejor ni preguntar. Tacita de plástico para traer los medicamentos con la dosis de la mañana, la media mañana, tarde, media tarde y noche, a diez el envío, el punteo que deja el lapicerito para marcar por donde hay que abrir, a unos dieciocho dólares, tomar la tensión, veinte dólares, dar la pastillita al paciente, unos siete, hisopos, a veintitrés la unidad. Con estas facturas trae cuenta apelar. Las veces que se puedan. Y el paciente cuando esté medio tieso y listo para marcharse, que no se ponga gallito y reclame sus cajitas: a sonarse los mocos con la caja del vecino.
[Red Cross nurses serving food to soldiers in hospital, during Christmas season]