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lunes, 7 de febrero de 2022

Se nos caen los ...

El viernes 28 de enero se nos cayó el Fern Hollow Bridge, un puente de Pittsburgh de muchísimo trasiego, un par de horas antes de que el presidente viniera a la ciudad para hablar, precisamante, de su plan de infrastructura. Ese día la desgracia se apoderó de diez personas que lo cruzaban en autobús, tres de ellas en estado crítico. 

Siempre hay una partida de dinero reservada para arreglitos, aunque con casi quinientos puentes, a las arcas de Pittsburgh, muy mermadas, parece que solo les llega para la manita de pintura o para desviarlo a otros menesteres que lo necesitan más. Por la mala de internet circula un artículo de 2019 en el que se nos informa de que, 4, 2 billones americanos destinados a mejorar carreteras y puentes, se fueron a la policía estatal de Pensilvania.  

Biden ha prometido un fondo federal de poco más de un billón y medio (americano) de dólares para Pensilvania para que únicamente sea destinado a la reparación de puentes. 

www.loc.gov

Solo hay tres estados con puentes en peor estado. Se lleva la palma Rhode Island, con un 22% que da pena mirarlos. Iowa a continuación con un preocupante 19%, y a poca distancia, Dakota del Sur, con un 17% de sus puentes que se les caen a cachos. Y en Estados Unidos apenas hay puentes, y que según la Asociación Americana de Ingenieros Civiles, no salen muy bien parados. De los 617000 que hay, un 42% tiene más de 50 años y unos 46000, lo que representa un 7, 5% del total, están en mírame y no me toques. 

De momento, las autoridades cerrarán el Roberto Clemente, uno de los puentes señeros de la ciudad, el 14 de febrero. Añadir a la lista el de Mt. Washington, que, curiosamente, a 7 de febrero, se anunció que también estaba tocado. A ver si a los cuatrocientos cuarenta y seis que hay, les llega algo más que la manita de pintura.   

jueves, 11 de agosto de 2016

¿Cuántos kilómetros le pongo?

Siempre que viajo por la autovía y veo un cartel a pie de arcén exhortando a los conductores a que adopten una autopista, me acuerdo de un episodio de Seinfeld, la famosa serie televisiva de los 90. Al volante, Kramer, el alocado vecino de Jerry, atropella una máquina de coser, hecho que le hará pensar en el ruinoso estado en el que se encuentra la red de carreteras americanas. Por ello, adopta una milla de la Arthur Burkhardt Expressway.

Y, aunque, efectivamente, se trata de una parodia, la adopción de una carretera no es una invención televisiva, sino que es otra fuente de ingresos para los gobiernos estatales. Ya que las pancartas anunciadoras de carácter comercial están prohibidas en las autovías, sobre todo por razones de seguridad vial, los estados se vieron obligados a buscar otros medios de financiación.

Texas fue la primera en dar con los huevos de oro. James Evans, un ingeniero que precisamente trabajaba para el Texas Department of Transportation (Departamento de Transporte de Texas), siguiendo un camión cargado de escombros, se percató de que volaban de la caja transportadora. Consciente del costo que supondría la limpieza, lo puso en conocimiento de las autoridades pertinentes, y, aunque su sugerencia no cayó en saco roto, pasaron unos meses antes de que se pusiera en marcha, un 9 de marzo de 1985.  Ni que decir tiene que, esta fecha, lleva el honor de ser el Día Internacional del "Adopta una autovía" (International Adopt-a-Highway Day). Sus efectos no solo se dejaron notar en los Estados Unidos. También otros países como Puerto Rico, Canadá, Nueva Zelanda, Australia o Japón han adoptado este programa.

En algunos estados, como Nevada, el programa cuenta con dos versiones: bien se puede adoptar o se puede patrocinar una autovía. La diferencia reside en el personal que realice las tareas de limpieza. Si la cuadrilla es de voluntarios, se considera adopción, mientras que si la compañía o institución contrata los servicios de un tercero, se contempla como patrocinio.

El funcionamiento varía de estado a estado, pero, básicamente, es el siguiente. Por una cuota que suele oscilar entre los 200 y los 900 dólares mensuales, (aunque en Carolina del Norte, por ejemplo, no se requiere pago), un grupo de voluntarios de cualquier organización, como el Ku Klux Klan, puede reclamar "limpieza de área". En Pittsburgh un club de alterne apadrinó un tramo. Y, por si acaso surge la pregunta, las encueratrices no formaban parte del cuerpo de voluntarios. Los empresarios, ya sea a pequeña o gran escala, también participan del plan. Y como dicen en Estados Unidos, aquí todos ganan. Y efectivamente es así. Por un lado los gobiernos estatales han encontrado una vía alternativa para dar un alivio fiscal al contribuyente, además de asegurarse una entrada de ingresos. Para los empresarios supone un ahorro importante. Las pancartas anunciadoras suelen estar al orden de los 7000-14000 dólares mensuales. Y a los voluntarios, saber que están contribuyendo a una buena labor, les deja no solo con buen sabor de boca sino con una figura más estilizada, dinero, que, de otro modo, a lo mejor hubieran tenido que emplear en gimnasios.

Normalmente se adoptan tramos de una o dos millas, una de ida y otra de vuelta, aunque hay zonas huérfanas. Esto se debe a motivos de seguridad y siniestralidad en determinados puntos negros. También se anima a las cuadrillas a que trabajen de noche y en las horas de menor afluencia de tráfico, de hecho, los días festivos, las tareas de limpieza están prohibidas.

El premio. Una placa en la que aparece el nombre de la institución que ha adoptado o patrocinado el programa. Las direcciones de páginas web, números de teléfono o eslóganes no están permitidos. Esto, y saber que se han ahorrado un euro y que han contribuido a una labor social. ¿No les parece que todos ganan?