Hoy jueves, para algunos, un pavo más. Y el viernes, de celebración con el Black Friday (Viernes Negro en los centros comerciales). Ese mismo viernes también habrá abstemios del consumismo que se quedarán en casa o en los lugares que les plazca practicando el Buy Nothing Day (literalmente el Día de no comprar nada), tradición con menos solera y que algunos vienen practicando desde 1992, sobre todo en Canadá que es de donde salió la idea. Fue en 1997 cuando los estadounidenses se trajeron el rechazo consumista imponiendo así la fecha del último viernes del mes de noviembre.
Para la celebración algunos se vestirán de zombis y se pasearán por los centros comerciales. Otros practicarán el Whirl-Mart, (nombre formado a partir de la multinacional Walmart) y que consiste en agarrarse a un carrito de la compra de esos metálicos y empujarlo lentamente por los pasillos del centro comercial sin comprar un solo producto, tan solo para hacer bulto y entorpecer el ansia consumista de los compradores.
Aquí dejo una escena del 2013 en Tejas, en un Walmart, en donde claramente se comprueba que la semana de Acción de Gracias es idónea para dar.
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jueves, 28 de noviembre de 2019
miércoles, 23 de noviembre de 2016
Los entresijos del pavo: El Día de Acción de Gracias
Thanksgiving (el Día de Acción de Gracias), probablemente la celebración más importante en Estados Unidos, es una fiesta para pasarla en familia, viendo el partido de fútbol americano por televisión, aunque si se tiene la suerte y la desgracia de trabajar en una tienda, lo mismo le toque a uno echar la tarde en el establecimiento, atendiendo el desaforado ansia comercial de las masas.
Esta fiesta tan tradicional comenzó con el desembarco de los primeros peregrinos del Mayflower en las costas de Massachusetts, que, seguramente, no comieron pavo en fecha tan señalada, porque dicho animal no se dejaba coger con facilidad. En su lugar le pegaron al ciervo que les trajeron los Wampanoag, los nativos de esa zona, alguno patos y peces.
Sin embargo fue en el siglo dieciocho cuando el pavo, ya domesticado, campeaba por las cocinas de los americanos compartiendo cazuela con gansos, cerdo, carne, pollos, cordero y el omnipresente ciervo. Después de la Guerra de Secesión el pavo echó el vuelo, despuntando sobre los demás animales. Y es que los avispados industriales del comercio pavero, especialmente los de Pensilvania, Maryland y, cómo no, Nueva Jersey, se encargaron de meter al animal hasta en la sopa, y eso a pesar de sus desorbitados precios.
Si Lincoln se dio cuenta del valor político de esta festividad, sacándola del territorio de Nueva Inglaterra y echándola sobre la piel americana como un lazo unificador, un nudo que reconciliase a la Unión y a los Confederados y que se puso en marcha el 3 de octubre de 1863, Sarah Josepha Hale, una editora de Nueva Inglaterra, ya se percató de su valor comercial años antes, con la publicación en 1827 de su libro Northwood: A Tale of New England (Northwood: Una historia de Nueva Inglaterra).
Parece que la editora envió una carta a Lincoln el 28 de septiembre pidiéndole la fiesta nacional y en menos de una semana a la señora Hale se le reconoció su fiesta y la de todos, a celebrarse el último jueves del mes de noviembre, pero que Roosevelt pasó al tercer jueves para ayudar a los comercios que ya empezaban a quejarse por aquel entonces de que la cercanía a la Navidad les estaba ahogando las ventas.
Curiosidad: Lincoln también fue el que comenzó la tradición presidencial de indultar un pavo.
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