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lunes, 16 de septiembre de 2024

¿Mala Kamala?

Treinta. Para hacer honor a la verdad veintinueve. Veintinueve cartelones con propaganda electoral republicana son los que, de momento, me ha dejado el cartero. Los tenemos para todos los gustos. En uno de ellos, Trump no aparece. La que sí que aparece es Harris, enmarcada de blanco en el margen inferior derecho.

En la foto está sentada en lo que parece ser un sillón ejecutivo. Es de piel gris y le sobresale por encima de la nuca, dándole una especie de malvada aureola que corroboran el dedo índice de su mano izquierda, sobre la sien, y el pérfido anillo que lleva en el dedo corazón. Toda esta perversión viene acompañada de un traje chaqueta de solapas desbocadas sobre las que, tímidamente, buscan acomodo las puntas blancas de una blusa descocada. Nada más ni nada menos que tres botones lleva sin abrochar la candidata. El pelo liso, largo, la mirada fija y perdida, y una media sonrisa que le dan un aire entre bruja y Mata Hari.

Otros, en cambio, borran la parte de Mata Hari y únicamente se quedan con la de bruja, exacerbando su monstruosidad en la grisura de unas manos descomunales y huesudas que le dan una apariencia terrorífica. Mi favorito es uno que, me parece, tiene gran talento narrativo y que evoca al longevo Expediente X. Se trata de una escena nocturna en un callejón que nos recuerda mucho a esas calles inglesas victorianas en las que, en cualquier momento, nos puede salir un asesino de novela Arthur Conan Doyle. Las casas, de ladrillo, brillan con suciedad de hollín. ¿Una vieja Pittsburgh, tal vez? Apenas hay luz, tan solo un par de farolas de luz amarillenta. El cielo está enrojecido con unas llamas, también amarillentas, que, a la candidata, le salen de detrás de la cabeza y que le dan un toque infernal. Tras un poste ensombrecido, la candidata. De nuevo, lleva traje chaqueta. Esta vez va de oscuro. Y la camisa también es negra. Un collar de perlas le puntea la garganta. Una loba de cacería en la nocturnidad.

La mayoría de los cartelones combinan la imagen de los dos candidatos. Lógicamente Trump es el que mejor parado sale. Las fotografías nos lo muestran con cara de buena persona, sonríe, y a veces levanta el puño o el pulgar. Y va bien vestido, alterna la corbata azul con la roja. La otra cara es otra historia. La de mala Kamala o la pérfida Harris. A veces tiene micrófono en mano, la yugular hinchada de rabia. En otras ocasiones sus manos desfiguradas agarran un megáfono. Cuando la candidata se toma un respiro vocea o ríe despiadadamente.

Un diez al equipo de publicidad que se ha encargado de estas maravillas narrativas. El partido republicano siempre me ha parecido mucho más ingenioso y creativo que la aburrida sobriedad que atenaza al demócrata. No he hablado de los titulares que tampoco desmerecen el conjunto y son la mar de divertidos. Algunas joyas: soy radical, peligrosamente liberal o su variante no es solo peligrosa, también es liberal.

Desgraciadamente no puedo decir nada de la publicidad demócrata porque no me ha llegado ni un solo cartel. No sé a qué pueda deberse. No creo que sea por dinero porque los demócratas son los que más caja han hecho.

Y tres por ciertos:

el primer por cierto es que las papeletas para votar por correo aún no han llegado. Parece ser que las primeras salieron el viernes 13.

El segundo que el cartelón publicitario que hace el número treinta es de Robert F. Kennedy Jr.

Y el último por cierto y que ya se sab en España es que Trump y su equipo han estudiado Historia. A raíz de los disparos en el vecindario de Trump, el equipo de prensa republicano ha tenido ocasión de anunciar su versión del comunicado que Churchill diera a sus compatriotas un 4 de junio de 1940 para subirles la moral. Churchill apelaba a los suyos incluyendo we shall never surrender!, ¡nunca nos rendiremos! y Trump y su equipo escriben un nunca me rendiré, I will NEVER SURRENDER. En mayúsculas. Nos alegramos mucho de que el expresidente esté bien. Vamos a ver si terminamos con buen pie estas elecciones.

miércoles, 12 de julio de 2017

Precaución, amigo conductor

Ahora que las operaciones salida por el periodo vacacional ya están en activo, me ha venido a la memoria que La Jefatura Central de Tráfico fue la primera institución española que utilizó las campañas divulgativas para concienciar a la población. De 1962 fue el primer anuncio que salió en televisión. En la radio ya lo hizo un año antes. "Los adelantamientos son peligrosos, realícelos con precaución y facilítelos con cortesía”, advertía el narrador. Las drogas, el Si bebes no conduzcas de Steve Wonder, el SIDA, los malos tratos o las ayuda al tercer mundo, por mencionar algunos, vendrían después. 


Como es de suponer, en Estados Unidos las primeras campañas televisivas arrancan antes. De principios de los 50 son los mensajes creados con personajes como Smokey Bear, la mascota que advierte de los peligros de los incendios forestales. De los 60 son anuncios como lo de la organización sin ánimo de lucro Keep America Beautiful (Mantén América Bonita) en los que se suele ver a veraneantes depositando sus desperdicios en contenedores.   

De 1972 es el famoso eslogan A Mind Is a Terrible Thing to Waste, (Una mente es algo que no se debe desperdiciar), archiconocido gracias a las meteduras de pata de Dan Quayle, el que fuera vicepresidente con George Bush, y que iba dirigido a la población de color. El alcohol y la conducción, el tabaco, las drogas o el cáncer vendrían después. Los de última generación cubren los riesgos de enviar mensajes de texto mientras se está al volante. 

Entre medias, también se instruía a los hijos sobre cómo mantener las composturas en la mesa, y lo que se podía hacer y lo que no cuando se iba a salir con una chica. En un intento por romper las barreras laborales y de asegurar a los hombres que las mujeres a su cargo no suponían ningún peligro sacaron mensajes como este. O este otro donde en 1961 se avisaba de los peligros de la homosexualidad pero curiosamente se pasaba por alto la pedofilia. No cabe duda de que la labor de concienciación siempre es y será loable. Pero parece inevitable que también haya meteduras de pata. Quizás fuera por bisoñez o una incomprensible resistencia. O su combinación. 

Decir que los anuncios de carácter religioso, ya sean de iniciativa gubernamental o de instituciones cristianas, también tienen cabida en los spots publicitarios de índole social, práctica que se viene desarrollando desde los 60. Supongo que el miedo a que cundiera la incredulidad y perder la ocasión de subirse al carro de la modernidad les sobrevino.

lunes, 3 de octubre de 2016

El arte en las presidenciales

No sé si fue adrede o simplemente por una cuestión de textura, que el alumno al que doy clases de español me recibió con una camiseta de Donald Trump. No le hice ningún comentario pero el muchacho, no sé si notando mi incomodidad o para acrecentarla, me confió que el retratado era amigo de su padre y que él también lo conocía personalmente. La declaración, lo confieso, me entristeció.

En los escasos seis minutos a pie que me separan de su domicilio, siempre me voy fijando en las parcelas de las casas. De la mayoría apuntan un par de banderillas que, inmediatamente, identifico con una pancarta electoral. Casi todas apoyan a Trump. Y las pocas demócratas que veo, debo decir que estilísticamente me decepcionan. No sé a quién se le ocurrió el logotipo, insípido, que más que atraer votantes, los repele. Para empezar, ¿qué hace una flecha azul atravesando horizontalmente la H de Hillary? Más bien parece que se estuviera anunciando un hospital o peor aún, que se estuviera indicando que en dicho hospital Clinton y Kaine han ingresado. La flecha, por cierto, mira hacia la derecha. 

La de los republicanos, por su parte, es mucho más vistosa y, para romper la monotonía, presenta distintas variantes. Eso es saber mantener a la audiencia en vilo. La más simple es orgánica. Nada de H o en su caso T, y mucho menos flechas que confundan al observador. La pancarta está limpia, tan solo cubierta con los apellidos, encuadrados y separados en su mitad, de los dos candidatos. La fecha electoral discretamente estampada en el margen inferior.

En su capacidad para imaginar han dado con otras posibilidades. La que más me ha llamado la atención es la apropiación y distorsión del eslogan demócrata de Hillary for President 2016 (Hillary como presidente en el 2016), al que le han añadido un toque de frescura: Hillary for Prison 2016 (Hillary a prisión en el 2016).

Y creo que está gustando mucho porque cada dos por tres los propietarios se quejan de su desaparición, obligándolos a reemplazarlas previo desembolso, lo que, imagino, estará contribuyendo a que el mercado, ¿chino?, fluya con mayor entusiasmo. Aunque algunos propietarios, hartos del hurto, ya han aprendido la lección, y para disuadir a los vándalos, han puesto cámaras y electrificado esta posesión.  

Afortunadamente, de momento no he visto ninguna pancarta en la parcela de mi estudiante, pero me andaré con ojo la próxima vez que toque mi visita. No sea que, me entre el síndrome de Stendhal, alargue la mano, y, el resto, sea historia.