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martes, 6 de septiembre de 2022

¿Qué significa la línea roja en el mapa?

Hace tiempo que hablamos de Jim Crow, el personaje de ficción sobre el que se armaría la segregación racial en Estados Unidos. En 1934, bajo administración Roosevelt, se refinaron las prácticas discriminatorias para que los ciudadanos afroamericanos, asiáticos e hispanos no pudieran acceder a una vivienda. Este tipo de segregación lleva el colorido nombre de redlining, esto es, "delineado en rojo". Los mapas de las ciudades se coloreaban con cuatro colores. Cada color representaba la categoría de una zona. La zona demarcada en verde era la más codiciada. Por detrás, la azul, la amarilla y, la más temible y peligrosa. La roja. 

loc.gov

Para estimular la economía, Roosevelt concedió préstamos para la compra de una vivienda, pero solo a los blancos. Si, algún blanco que se hubiera valido de un préstamo hipotecario del gobierno quería vender su vivienda a un comprador que no fuese blanco, la transacción no se permitía. Y si, milagrosamente, un deudor que no fuera blanco conseguía hacerse con un préstamo, su banco amigo se aseguraba de rematarlo, poniéndole el seguro de la casa a millón para así quitarle la casa. 

Desde 1968, a raíz del asesinato de Luther King Jr., esta práctica de colorear con verde, azul, amarillo y rojo los mapas de las ciudades para establecer su valor, es ilegal. 

lunes, 1 de junio de 2020

¿Dónde se está mejor que en la Tierra?

Aprovechando que hoy hacía buen día en Pittsburgh, mi esposo y yo decidimos ir a pasear al Three Rivers Park, un lugar de bastante belleza al que besan tres ríos: el Allegheny, el Monongahela y el Ohio. Durante la remontada por una de las orillas del parque, nos extrañó el persistente planeo de un helicóptero, y pensamos que, su presencia, tal vez se debiera a algún accidente de tráfico. Bajo el puente que hay que cruzar para adentrarse en el centro de la ciudad, encontramos un coche patrulla con el motor al ralentí y al policía dentro, con los ojos bien abiertos. Nada de donuts ni café en las manos. Seguimos caminando y observamos una actividad impropia de fin de semana. Trabajadores de la construcción, taladrando, en mitad de la calle, planchas de madera. Y más patrullas y motoristas en la calle, esta vez con esa luz azul, inflamada, abriéndose paso. Una vez taladradas las planchas, entre varios las acoplaban contra los escaparates, preparación característica para la embestida de un huracán.

Un jovencito que debió vernos el pasmo en la cara se nos acercó. Ustedes no son de aquí, ¿verdad? No queríamos dar explicaciones, pero nos dijo que esa noche ni nos acercáramos por Market Square. Por lo visto, la acción comenzó ayer. Y hoy, a la violencia, también se la espera. El toque de queda tiene horario: de 8:30 de la tarde a 6 de la mañana, el refugio de la oscuridad.

Aquí dejo unas fotos tomadas esta tarde: la Sinfónica, tapiada.


Y el Starbucks, tapiándose.


Desde luego, Elon Musk lo tiene claro: a veces, donde mejor se está, es en órbita.         

domingo, 4 de junio de 2017

¿Por qué no se van?

Mientras algunos se entretienen en pintar murales racistas en la casa del baloncestista Lebron James, y otros, amantes más sofisticados de las artes decorativas, nos cuelgan una soga en el Museo Nacional de Arte y Cultura Afroamericana en Washinghton, en el otro Washinghton, el que está en la costa oeste, en concreto en Evergreen State College, probablemente la universidad más progre de este país, se celebró, o al menos lo intentaron, un día de justicia racial.

La propuesta instaba a que la presencia blanca fuera inexistente durante un día, una forma para concienciar al público contra el racismo. Esta propuesta tomaba como punto de partida una representación teatral de 1966, Day of Absence, Día de ausencia, de Douglas Turner Ward, obra que se viene haciendo anualmente en la universidad. La obra, una de las más importantes de la época, se regodea a manera de sátira con la misteriosa desaparición en una ciudad sureña de todos sus habitantes negros.

Pues bien, este año han cambiado las tornas, y ahora los que se van son los blancos. Ni que decir tiene que a algunos, incluidos profesores de la propia universidad, no les ha gustado nada esta iniciativa e incluso se han sentido intimidados y amenazados por la agresividad con la que, al negarse a abandonar el campus, según ellos, se ha llevado a cabo la invitación.

Y estos profesores no son los únicos. Sin ir más lejos, a mi dentista, que es de tradición moiseica, la idea le repugna. Y un día sin hispanos, ¿eh? ¿Y qué tal sin chinos?, se queja. Pero no se atreve a decir lo que realmente la mortifica: que si la propuesta hubiera salido de los blancos, inmediatamente nos hubieran colgado el sambenito de racistas. Habrá que atenerse a la obra entonces.