Esta semana me temo que los
posts serán bastante breves. Escribo desde Boston, mejor dicho, desde la biblioteca de la ciudad de Quincy, una ciudad al sur en zona playera. Y sí, se llama Quincy por el presidente, Quincy Adams. Quincy será mi nuevo hogar a partir de la segunda quincena de agosto.
Si cualquier mudanza implica un trauma, las que tienen a Massachusetts como destino final son especialmente dolorosas. Sobre todo los meses de agosto y septiembre, cuando miles de estudiantes universitarios, y futuros profesores de instituto, decidimos echarnos a la carretera con la
U Haul, la furgoneta de mudanzas que uno alquila y conduce, a taponar las autovías del deseado estado.
Encontrar un lugar medianamente limpio y en condiciones donde no te sajen es otra odisea. Las codiciadas zonas de Cambridge, besadas por los
harvaritas, intocables. El extrarradio tampoco es que sea accesible, sobre todo las zonas más
yupificadas, Jamaica Plain y South Boston, por ejemplo, están inundadas de pipiolos en la veintena con sueldos gastronómicos.
Para los austeros por obligación, como yo, menos mal que aún nos quedan zonas no tan exploradas, aunque ya se notan las pisadas del dinero de las jóvenes tecnologías. Hasta que nos echen.
Una vez que se encuentra algo adecuado al presupuesto, se pide el primer y el último mes, una fianza y los honorarios del agente inmobiliario que ha intervenido en la transacción, si este existiera.
Con un poco de suerte, ese paso se lo ahorra uno, aunque requiere mucha paciencia encontrar un alquiler sin intermediario. Recomiendo Craigslist para estos hallazgos.
Saludos,
m