Y hoy un poco de política con un candidato demócrata a la presidencia.
Pete Buttigieg. Un hijo de los
millenials, veterano de la guerra de Afganistán, inteligente, educado, joven, tiene 37 años, de magnífica presencia, y alcalde de la ciudad de South Bend, en Indiana, el feudo de Pence.
Pete Buttigieg también ha reconocido su homosexualidad. La situación de Buttigieg me recuerda in poco a la de
Evan McMullin, candidato republicano que trató de derrotar a Trump en las elecciones anteriores.
La inteligencia de McMullin, que trabajó para la CIA unos cuantos años y tiene un máster en negocios por la Escuela Wharton, probablemente la institución líder de este campo a nivel mundial, lo que no pudo derrotar fue
la virilidad trumpiana y su ruda fortaleza ante las cámaras. Además, el hecho de que McMullin estuviera soltero, que no tuviera familia y que fuera mormón de Utah seguramente también contribuyeran a sacarlo del
ring. Es cierto que McMullin quedó por detrás de la Clinton, pero a esta muchos casi que la veían en versión
masculina, y los seguidores demócratas, como era de esperar, no iban a buscar refugio en un candidato independiente de ideas republicanas.
Hay una sola cosa en la que Buttigieg le lleva la delantera a McMullin. Y es que no se presenta como candidato independiente, sino que el aro demócrata lo ampara. Pero no creo que
Buttigieg, (se pronuncia
bútechech)
, devoto de Kennedy y respetuoso con el doctor Martin Luther King, cercano a las ideas de Sanders, apesar de su preparación (estudió en Harvard y en Oxford), su saber estar, su inteligencia y su veteranía, salga por delante de un O'Rourke. No me parece que los votantes de Estados Unidos, y mucho menos los rancios de Indiana, estén preparados para dejar pasar la homosexualidad de un
listillo universitario casado con un maestro de escuela, habiendo tanto macho por ahí suelto.
Por cierto,
happy birthday señor McMullin.