jueves, 14 de mayo de 2020

Kit de inglés 193: cold turkey.

Cortesía USDA Agricultural Research Service.
Hace tiempo colgamos una entrada sobre uno de los animales más venerados en Estados Unidos, y hoy, regresamos a él. Al pavo. Esta vez con la expresión cold turkey. Literalmente pavo frío y que puede traducirse por de un día para otro o de buenas a primeras. 

La pronunciación para salir del paso: cóuld térqui. Y la buena aquí, (segundos 48-49) en boca de él, la de John Lennon.

Según los editores del Diccionario Histórico de Slang Americano (Historical Dictionary of American Slang), este adverbio no surge en la era hippy para designar al periodo de abstinencia por el que pasa un paciente adicto a las drogas, sino que, en 1910, ya se registra. Un caballero admitió haber perdido 5000 dólares cold turkey, es decir, de buenas a primeras. 

Para referirnos al síndrome de abstinencia, tendremos que esperar a que el Daily Colonist, periódico canadiense, publique esta expresión en octubre de 1921.

Frase:

Quitting the Internet, Cold Turkey. 

Dejar Internet de buenas a primeras.  

miércoles, 13 de mayo de 2020

Kathy McCord.

Dusolina Giannini, 1902-
Dusolina Giannini
Hoy, miércoles, el día jorobado, término que salió del mundo administrativo estadounidense, una entrada sobre una extraordinaria cantante y compositora para suavizar la indigestión de la semana.

Kathy McCord fue una de esas maravillas musicales que, desgraciadamente, nunca lograron el merecido reconocimiento que se les debía. Quizás la mala gestión de un mánager, poca difusión de la casa de discos o tal vez la imperturbable y antojadiza naturaleza de la suerte se la negaron. Porque a Kathy McCord no le faltaba nada. Uno pudiera pensar que fueron la ausencia de belleza y juventud las que le dieron la espalda, pero no era el caso. Tampoco le faltaba simpatía, y, según su hermano Billy Vera, también cantante, iba sobrada de una cualidad que está muy de moda: la empatía.

McCord, además de ser una fantástica compositora, tenía una voz maravillosa, cristalina, a lo Karen Carpenter. El estilo de Dusty Springfield, Joni Mitchell o Aretha Franklin coloreaban el suyo, aunque tampoco desdeñaba los ecos de la música de Frankie Lymon o Fats Domino, y, por supuesto, los esperados Bob Dylan y los Beatles también le sirvieron de inspiración. Años después, se hace difícil no reconocer su estela en el poeta Jeff Buckley.

Tal era su devoción que se pasó cinco años en Woodstock, conviviendo con artistas como Levon Helm y Richard Manuel, del grupo the Band, igualmente atraídos por las posibilidades musicales del famoso festival. De hecho, durante un tiempo McCord fue novia de Michael Lang, uno de sus fundadores.     

Desgraciadamente solo hizo dos álbumes. El primero lo grabó con diecisiete años en 1969. Y no fue hasta el 2010 cuando, gracias a su hermano, McCord pudo ver, aunque solo fuera por poco tiempo, un resurgir en el interés por su música. Su último álbum, titulado New Jersey to Woodstock (Nueva Jersey a Woodstock), es un recopilatorio que, además del primer álbum, incluye dos canciones que grabó en 1968, aparecidas con la discográfica Rainy Day Records. Dieciséis pistas más, las que grabó entre 1972 y 1979, su época en Woodstock, forman el segundo CD de esta joya. 

Aquí la dejo desde Nueva Jersey, con su etéreo Love Flow.

martes, 12 de mayo de 2020

La sota, caballo y rey de la pizza.

Cortesía de USDA Agricultural Research Service
Y ya que ayer hablábamos de colas y de Depresión, hoy, una de recetario de la época.

Según el tándem Ziegleman y Coe, autores de A Square Meal, literalmente Una comida cuadrada y que podríamos traducir por Para comer, sota, caballo y rey, durante la Depresión se ignoró el posible casamiento entre alimentos, y se dio prioridad al precio, al valor nutricional y al efecto saciante.

La ciudad de Nueva York, por poner un caso, ferviente devota de la pizza, decidió que en la crisis sus colegiales no probaran dicho manjar. De hecho, se inclinó por una dieta variada.

La comida, que se preparaba en un único local y, desde este, se distribuía por toda la ciudad en camiones provistos de calentadores en la carga para que llegara calentita, contaba con un menú diferente cada día. Así, los martes, por ejemplo, tocaba sopa de guisantes, espaguetis con cebolla y tomate, y pan con mantequilla. De postre pudin de chocolate. Sin coca cola. Y eso que la fórmula llevaba activa desde finales del siglo XIX. Los viernes, sopa de judías y cebada. Sándwich de jamón o pescado con pan integral. Y a elegir: zanahorias, repollo o nabos en puré con crema de leche. De postre pudin de vainilla hecho con fécula de maíz, bañado en salsa de chocolate. Y la coca cola, aunque fuera viernes, tampoco salpicaba la antesala del merecido descanso con sus afamadas burbujas. Pero ya sabemos que los tiempos cambian, y que, la sabiduría del americano de antaño, ha sido de sobra sobrepasada, sobre todo en kilos y en diabetes por la actual, una más moderna, adepta al sota, caballo y rey de la pizza, azúcares, frituras, y otras grasazas, que, en muchos comedores escolares públicos, se salen del plato.

En el 2012, el Congreso estadounidense aprobó que, una cantidad generosa de tomate en la pizza, equivaliera a una ración de verdura. A los dignatarios madrileños, ¿les habrán hecho comer una Telepizza secorra y por eso han cambiado de parecer? Digo yo que, de haber sido este el caso, unas bolsitas extras de ketchup en cada envío, con unas patatas bien frititas, hubieran podido bastar para cubrir unas cuantas dosis de las verduras diarias recomendadas.

domingo, 10 de mayo de 2020

Recuerdos de la Gran Depresión.

b&w film copy neg.
He estado dudando si abrir la semana con los ingeniosos comentarios políticos del padre con acento neoyorquino Isaac Mary Relyea o si arrancar con algo más serio. Pero su agudeza me ha podido: según el padre, los marxistas tienen la culpa de que el COVID-19 nos esté pegando.

El americano, se queja el padre, ha ido cediendo sus libertades, seguramente por la presión de algún marxista, y ahora el país se ve en este estado de postración.

Menos mal que la venta de armas no se ha visto afectada por esas limitaciones marxistas y que, el país más rico del mundo, siempre preparado para cualquier eventualidad, responde, aunque sea con tácticas marxistas, como la entrega de comida a desamparados que esperan, eso sí, en coche, a que les llegue el turno. Recuerdos de la Gran Depresión.

viernes, 8 de mayo de 2020

Kit de inglés 192: shelter in place.

Y esta semana el mismísimo confinamiento. Shelter in place. La traducción literal refugio en el sitio. Pronunciación de andar por casa: shelter in pléis. El grupo sh se pronuncia igual que la onomatopeya que utilizamos para mandar callar. La pronunciación buena aquí (segundos 4-5).

La expresión se registra por primera vez en unos documentos federales desclasificados de 1957. En los periódicos el debut parece ser en los años 70.



Esta expresión también se usa en otros ámbitos. Ni que decir tiene que entraña amenaza externa y requiere buscar refugio en el lugar más cercano. En las escuelas, por ejemplo, es un término nada desconocido. Recuerdo que, las veces que se anunciaba shelter in place por megafonía, los profesores teníamos que apagar luces y cerrar la puerta con llave, además de pedir a los estudiantes que permanecieran en silencio.

Para situaciones en las que la amenaza no sean huracanes, pandemias o vertidos, sino que procedan de la violencia del bípedo implume, contamos con otra forma: lockdown. Pronunciación casera lókdáun. Cerrar a cal y canto.

jueves, 7 de mayo de 2020

Las mujeres de Biden.

Con el virus encima y las elecciones a tiro de piedra, Biden se anda con ojo. Quiere que, de salir elegido, la vicepresidencia la ocupe una mujer. Eso sí. Indispensable que esta le defienda a capa y espada en lo relacionado con las presuntas elegaciones de acoso sexual que le vayan saliendo. También es deseable que, en caso de que la edad le diera algún sobresalto, la vicepresidenta fuera más joven. Por supuesto, la afinidad de ideas políticas, sería de agradecer.
Front view of White House
Entre las nominadas aparece el nombre de Elizabeth Warren, que, ya vimos, se negó a apoyar a Sanders por dejarse la puerta abierta a un posible cargo. La edad de Warren puede que a Biden le eche para atrás, al igual que su naturaleza protestona, aunque la impresionante capacidad que tiene la excandidata a la presidencia para recaudar fondos quizás le sirva de reclamo. De momento me he pasado por el podcast de Biden, y Warren no ha sido invitada, con lo que no me da muy buena espina, aunque las encuestas la den claramente como vencedora.

No ha sido este el caso de Amy Klobuchar, que además cumple todos los requisitos. Más joven y de ideología centrista. Lo único que pudiera dificultar su elección es que los minesotanos desde los años 70 no han dejado de votar a los demócratas, feudo que Biden ya tiene en el bolsillo, con o sin Klobuchar.

Quizás una vicepresidenta de color, aunque fuera de California, estado tradicionalmente demócrata, pudiera granjearle más votos. Pero recordemos que con Kamala Harris, Biden tuvo un roce durante las primarias, el asunto de la niña de color en el autobús que, tal vez, aún le siga escociendo al candidato.   

Gretchen Whitmer, la gobernadora de Michigan, en cambio, sí que pudiera darle a Biden los votos que busca. Michigan es un estado tradicionalmente demócrata pero que en las elecciones pasadas sucumbió a los encantos de Trump. Whitmer también ha sido invitada en Here is the Deal, (Esto es lo que hay), el podcast de Biden. Y otro dato a tener en cuenta. Whitmer, que ha sido víctima de acoso sexual, ha salido a defender a Biden en su último asuntillo con las mujeres. El llamado caso Tara Reade. Su apoyo sin duda le daría a Biden una burbuja de credibilidad.

En julio, la elegida.