Una de las pocas cosas buenas que nos trajo diciembre del 2019 fue el descenso de los fallecimientos causados por accidentes de tráfico, pero, en el 2020 y el 2021, las muertes pegaron un subidón. El 2022 fue un poco mejor, registrando una ligera caída, especialmente en los nueve primeros meses. Son los peatones y los ciclistas los que salen peor parados, con un aumento de los fallecimientos en estos grupos. Seguramente sean las distracciones al volante, el telefonito dichoso, o cositas como una intoxicación etílica, las que se encarguen de arruinar nuestra vida y la de otros.
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Cortesía ARS.USDA. |
Aunque, desde mayo del 2020, probablemente también podamos achacar este aumento de víctimas mortales en la carretera al factor George Floyd. Y es que, a raíz de las revueltas, la policía se anda con más ojos que una cesta de peces y, para evitarse problemas, para menos a los conductores. Recuerdo que, hace unos años, me perdí en una urbanización. A la segunda vuelta ya tenía a la mujer policía preguntándome si todo estaba bien.
Algunos de esos conductores, sabedores del agarrotamiento policial, (muchos agentes han decidido no parar a un infractor para notificarle que lleva la luz de la matrícula fundida o que los papeles de circulación están caducados), han hecho de su capa un sayo y van echando humo por la carretera como si les persiguiera el mismísimo diablo. Añadir que, desde el asesinato de Floyd, las escuelas de policía también han visto un descenso en la matriculación de alumnos.
Para paliar la falta de ayuda en las carreteras, la policía ahora dedica más tiempo a resolver asuntos de mayor gravedad, algunas comunidades, con apoyo y entrenamiento policial, ya están actuando. En Nueva Orleans, que tiene uno de los índices de asesinatos más elevados del país, el ciudadano de a pie está trabajando codo con codo con la policía. Esta protección civil se desplaza hasta el lugar del accidente, (siempre que no haya víctimas mortales), en un coche que parece de policía, pero sin serlo. Así, estos ciudadanos, no llevan armas, aligeran en lo que pueden la carga de ciudades que, de por sí, ya están desbordadas. Un granito no hace el granero, aunque menudo grano que se han apuntado a aventar.