Entre Batmanías y Supermanes Al Gore ha vuelto a abrirse hueco en el mundo filmográfico. A partir del 28 de julio este moscardón volverá a importunar a algunos con An Inconvenient Sequel: Truth to Power (Una secuela incómoda: la verdad al poder). Han pasado más de diez años del lanzamiento de Una verdad incómoda para que Gore vuelva a recordarnos los peligros del calentamiento global. En el tráiler he visto que el presidente, como no podía ser menos, ocupa un lugar privilegiado. Por lo visto, la versión final recogerá la no aceptación de los Estados Unidos del Acuerdo de París.
Los directores del documental, Bonnie Cohen y Jon Shenk, viajaron por todo el mundo siguiendo los pasos del exvicepresidente, ya fuese participando en reuniones, impartiendo cursos o entrevistándose con supervivientes de catástrofes naturales, de ahí que predomine el tono intimista.
En Sundance, el festival de Robert Redford, acérrimo defensor de la naturaleza, el documental tuvo una buena acogida, aunque he leído varias críticas, como la de The Guardian, en las que no se lo ve con tan buenos ojos. Por lo visto les ha salido un dramón lacrimógeno, que solo ha hecho perder efectividad y credibilidad a la narración. De ser cierto, esperemos que en la secuela de la Secuela, se cuele nervio y Gore vaya directo a la yugular.
lunes, 31 de julio de 2017
viernes, 28 de julio de 2017
Kit de inglés 51: To bring up to speed
En la entrada del lunes mencionábamos a Nixon, y para la clase de inglés de esta semana, volvemos a rescatarlo. Esta vez de mano de la expresión To bring up to speed, (poner al día).
Fue el New York Times el que difundió en 1974 el uso de esta voz con el significado de "informar". To bring up to speed surgió a raíz de las vistas judiciales del caso Watergate, aunque parece que años antes, en 1970, se usó en un informe sobre el trágico final de la misión a la luna del Apolo 13.
La pronunciación sería algo así como tu bring ap tu sssspíd. Recordemos que hay que eliminar nuestra tendencia a decir espíd. Aquí dejo la buena, (segundos 30-33).
Frase:
I'm going to bring them up to speed with the latest developments. Voy a ponerlos al día de los últimos acontecimientos.
Fue el New York Times el que difundió en 1974 el uso de esta voz con el significado de "informar". To bring up to speed surgió a raíz de las vistas judiciales del caso Watergate, aunque parece que años antes, en 1970, se usó en un informe sobre el trágico final de la misión a la luna del Apolo 13.
La pronunciación sería algo así como tu bring ap tu sssspíd. Recordemos que hay que eliminar nuestra tendencia a decir espíd. Aquí dejo la buena, (segundos 30-33).
Frase:
I'm going to bring them up to speed with the latest developments. Voy a ponerlos al día de los últimos acontecimientos.
jueves, 27 de julio de 2017
A la bandera americana le ha salido competencia
En los mástiles frente a la casa es común ver a la bandera estadounidense compartiendo espacio con otras naciones. La italiana, la irlandesa o la alemana, lógicamente, figuran entre las habituales.
Otros prefieren izar la bandera con la piña, símbolo de hospitalidad y bienvenida. Otros, la del condado. Ya adentrándonos en aguas más duras, encontramos la bandera amarilla con una serpiente de cascabel bajo la que aparece el eslógan Don't Tread On me (No me pises) de los marines. La bandera confederada, una bandera asociada con la esclavitud, también se ha subido a la pértiga, aunque prefiere usarse en los camiones y emparejada con otra confederada. A veces, en un golpe de genialidad mercantil, la Star Spangled Banner (El Pendón Estrellado), convive con la de la Confederación, una en cada cara.
Hace unos años que se incorporó otra, pero parece que ahora se ha hecho más visible. La Thin Blue Line, literalmente la Delgada Línea Azul. Nacida en el Reino Unido, simboliza a las fuerzas del orden público y la protección que estas prestan a la comunidad. Y tiene un peligroso parecido con la bandera estadounidense. Solo una banda azul, el color negro y el tamaño de las barras la separan de la Madre. Algunos han puesto el grito en el cielo, llamando a este acto una profanación, recordándoles a los que la ondean, que la bandera representa a la gente y no a las instituciones gubernamentales.
Pero el mercado es el mercado...
miércoles, 26 de julio de 2017
Pasión por los payasos
The Cult: La revista de la tercera cultura ha publicado hoy una pequeña contribución en la que hablo del gusto actual por las payasadas en la política y la música. El libro de Matt Taibbi, Insane Clown President: Dispatches from the 2016 Circus (El presidente payaso: despachos desde el circo 2016) y el grupo musical Insane Clown Posse son los guías. De momento, el libro de Taibbi solo está disponible en inglés.
martes, 25 de julio de 2017
Las vacaciones de los peces gordos
Siempre me he preguntado si, al llegar la época de estío, las voces cantantes de nuestra civilización se tomaban un descansito para dedicárselo a la familia o seguían al pie del cañón. Aún no he dado con la respuesta, pero me parece que julio es un buen mes para manejar los hilos detrás del telón. Eso sí. Nada de ataduras. La familia en casa que distrae horrores de las duras decisiones que uno tiene que tomar. Al fin y al cabo el destino de todos está en sus manos.
Los miembros del exclusivo Bohemian Grove saben mucho de esto. Mejor dicho, lo saben todo. A mediados de julio dirigentes y luminarias procedentes de los mundos más destacados, política y economía por descontado, se reúnen en un campamento de verano al norte de San Francisco para ver qué hacen con nosotros; y con ellos, eso se da por sentado. El campamento solo admite hombres y su fraternidad se la toman tan en serio que incluso han hecho de una frase sacada de El sueño de una noche de verano de Shakespeare su lema, un lema, me parece, muy acertado. Weaving Spiders Come Not Here, (Tejedoras arañas, no vengáis aquí), una exhortación a los exhaustos trabajadores a que dejen las penas en el mundanal ruido, que allí ellos están para avivar los menesteres que da el retiro. Qué orgullo para Shakespeare.
Aunque hay algunos que no ven con buenos ojos estas jornadas. Sin ir más lejos el aburrido de Ralph Nader, a cuyos participantes ha llamado Niños grandes. Seguro que por despecho. Otros, como le pasaba a Nixon, no sabían qué hacer con este tipo de encuentros, y, aunque de vez en cuando se pasaba por allí, por lo visto esta celebración le parecía "lo más amariconado que uno pudiera imaginarse".
No sé si esta rotundidad le vendría por el hecho de ver a sus compis entonando cancioncillas a lo boy scout, alrededor de una hoguera, por los colocones y resacones, por venerar a una lechuza de oro, por practicar la natación en pelota picada o por la puesta en escena del Cremation of Care, un ejercicio con el que los participantes pretenden exorcizar al demonio y asegurarse así el éxito de sus merecidísimas vacaciones. Túnicas y capuchas que parecen haber sido diseñadas por un modisto Ku Klux Klanero son ineludibles.
Este campamento comenzó su singladura en 1878 con el Bohemian Club, un grupo de corte intelectual al que asistían artistas, periodistas y músicos. Oscar Wilde los visitó en 1882 y a ellos dedicó una de sus agudezas, declarando que nunca había visto tantos bohemios tan bien vestidos y tan bien comidos. Desde entonces, la sociedad no ha parado un momento de producir buena ropa, buena comida y, afortunadamente, magnífico ingenio.
Curiosidad: Calvin Coolidge fue el primer presidente al que se dio la bienvenida al círculo. Desde entonces, todos los presidentes republicanos han tenido acceso al Club. No sé si Trump lo pediría o si le fue denegado, pero su nombre no está en la lista de los hermanos bohemios.
Los miembros del exclusivo Bohemian Grove saben mucho de esto. Mejor dicho, lo saben todo. A mediados de julio dirigentes y luminarias procedentes de los mundos más destacados, política y economía por descontado, se reúnen en un campamento de verano al norte de San Francisco para ver qué hacen con nosotros; y con ellos, eso se da por sentado. El campamento solo admite hombres y su fraternidad se la toman tan en serio que incluso han hecho de una frase sacada de El sueño de una noche de verano de Shakespeare su lema, un lema, me parece, muy acertado. Weaving Spiders Come Not Here, (Tejedoras arañas, no vengáis aquí), una exhortación a los exhaustos trabajadores a que dejen las penas en el mundanal ruido, que allí ellos están para avivar los menesteres que da el retiro. Qué orgullo para Shakespeare.
Aunque hay algunos que no ven con buenos ojos estas jornadas. Sin ir más lejos el aburrido de Ralph Nader, a cuyos participantes ha llamado Niños grandes. Seguro que por despecho. Otros, como le pasaba a Nixon, no sabían qué hacer con este tipo de encuentros, y, aunque de vez en cuando se pasaba por allí, por lo visto esta celebración le parecía "lo más amariconado que uno pudiera imaginarse".
No sé si esta rotundidad le vendría por el hecho de ver a sus compis entonando cancioncillas a lo boy scout, alrededor de una hoguera, por los colocones y resacones, por venerar a una lechuza de oro, por practicar la natación en pelota picada o por la puesta en escena del Cremation of Care, un ejercicio con el que los participantes pretenden exorcizar al demonio y asegurarse así el éxito de sus merecidísimas vacaciones. Túnicas y capuchas que parecen haber sido diseñadas por un modisto Ku Klux Klanero son ineludibles.
Este campamento comenzó su singladura en 1878 con el Bohemian Club, un grupo de corte intelectual al que asistían artistas, periodistas y músicos. Oscar Wilde los visitó en 1882 y a ellos dedicó una de sus agudezas, declarando que nunca había visto tantos bohemios tan bien vestidos y tan bien comidos. Desde entonces, la sociedad no ha parado un momento de producir buena ropa, buena comida y, afortunadamente, magnífico ingenio.
Curiosidad: Calvin Coolidge fue el primer presidente al que se dio la bienvenida al círculo. Desde entonces, todos los presidentes republicanos han tenido acceso al Club. No sé si Trump lo pediría o si le fue denegado, pero su nombre no está en la lista de los hermanos bohemios.
lunes, 24 de julio de 2017
¿Quién es el dibujante de historietas más rápido del mundo?
El pasado 20 de julio Sergio Aragonés estuvo en San Diego, participando en un panel de Comic-Con. ¿Y qué es Comic-Con? El sueño hecho realidad para los amantes del cómic. El punto de encuentro más importante para estos soñadores.
¿Y quién es Sergio Aragonés? Un hombre de talento y también un apasionado del cómic. Español de nacimiento, vivió en Francia hasta que sus padres se mudaron a Méjico, y allí se crió hasta 1962, cuando decide echarse sus dibujos a la espalda y venirse a Estados Unidos. Aragonés, además de ser magnífico artista, también ostenta el título de ser el dibujante de historietas más rápido del mundo. Este virtuoso con estudios en Arquitectura se hizo hueco en los márgenes. Sí, su especialidad es eliminar el horror vacui de la página. Y lo ha hecho con tanto tino y maestría que desde el año 62 solo se ha saltado un número de la revista MAD en la que contribuye. Lleva una sección titulada A Mad Look At... (Una mirada loca a...), unas 4-5 páginas dedicadas a un solo tema.
MAD comenzó su andadura en 1952 de la mano de William M. Gaines, y desde entonces no ha dejado de publicarse (ahora sale al mercado cada dos meses, aunque comenzó siendo mensual). Todo un triunfo para las revistas en papel. MAD, literalmente significa loco, es una revista de humor para gente joven con cierta agudeza intelectual. Su mascota es el rostro de un niño travieso, Alfred E. Neuman, que siempre aparece en cada ejemplar. También es de rigor que el número se cierre con un curioso juego que contiene dos mensajes al mismo tiempo. Uno se ve a simple vista, y es de carácter jocoso, mientras que para poder leer el otro, hay que unir varias partes del papel para descubrirlo. Este segundo mensaje suele ser más sombrío.
Aragonés no solo colabora con MAD. También ha participado en otras casas editoriales, como la DC. Suyo también es Groo the Wanderer, (Groo el errante, creo que en España Gronan el bárbaro), una parodia del forzudo héroe.
Aquí lo dejo enseñándonos a dibujar.
jueves, 20 de julio de 2017
In July (En julio)
No sé si se lo habré mencionado a mi hermana en alguna ocasión, pero comparte cumpleaños (21 de julio) con uno de los grandes americanos: Ernest Hemingway. Y aunque el otro peso pesado, Orson Welles, no nació en julio, sino en mayo, este mes lo tengo especialmente presente. Reconozco que parte de esa presencia se debe a un anuncio televisivo. Sí, una grabación de los años 70 para Findus en la que se oye la voz rotunda, majestuosa de Orson Welles, repitiendo una y otra vez, sufriendo, aturdido en su exasperación, unas líneas sobre unos guisantes congelados que la señora Buckley recoge en julio.
Desconozco si nuestro hombre era un as vendiendo coches, biblias o guisantes congelados, pero, desde luego, no se le podía negar su maestría en todo lo que tuviera que ver con el escenario. Por eso, cuando oímos las impresentables peticiones de un advenedizo, el ingeniero de sonido para ser más exactos, interrumpiéndolo para requerirle que enfatice ciertas partes del discurso, enmendándole la plana al sabio, da pena y coraje.
Me pregunto si este técnico se disculpó alguna vez. Seguramente no. La tontería casi nunca pide perdón. Aquí dejo la clase magistral del viernes, esta vez, en La Voz. Nada de enfados, Frankie.
Feliz cumpleaños, Bea.
Desconozco si nuestro hombre era un as vendiendo coches, biblias o guisantes congelados, pero, desde luego, no se le podía negar su maestría en todo lo que tuviera que ver con el escenario. Por eso, cuando oímos las impresentables peticiones de un advenedizo, el ingeniero de sonido para ser más exactos, interrumpiéndolo para requerirle que enfatice ciertas partes del discurso, enmendándole la plana al sabio, da pena y coraje.
Me pregunto si este técnico se disculpó alguna vez. Seguramente no. La tontería casi nunca pide perdón. Aquí dejo la clase magistral del viernes, esta vez, en La Voz. Nada de enfados, Frankie.
Feliz cumpleaños, Bea.
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