miércoles, 30 de septiembre de 2020

Atrévete a ser más o cosa de...

Hoy seguimos tirando del hilo de la filantropía. Hace unas semanas Chuck Feeney, peso pesado de las tiendas duty free, anunciaba que, a sus 89, se había deshecho de casi todo su capital. Desde que comenzara a desprenderse de su dinero, hace cuatro décadas, más de 8 billones de dólares americanos, que no europeos, han ido a parar a organizaciones benéficas. En el 2012, Feeney se quedó con un remanente de un par de millones para él y su esposa. El dinero cedido no lleva nombre, es decir, lo donó de manera anónima. 

Y, aunque la generosidad de Feeney no puede ni debe caer en saco roto, quizás quede eclipsada por la de Andrew Carnegie, el magnate y filántropo más importante de su época, que tuvo que vérselas con uno de los peores conflictos laborales que haya visto este país. La huelga en su fábrica de acero, en Homestead. La calle Farragut, en Munhall, abre el cementerio en el que descansan algunas de las víctimas del encarnizado enfrentamiento. Cuesta creer que, el niño escocés que escapara de la pobreza y se instalara en Pittsburgh con su familia, empleándose en lo que pudiera y que, prometiera, como si se tratara de una Escarlata O'Hara, que curaría la pobreza cuando fuera joven, pudiera llegar a dicha infamia. 

Lo que sorprende es que la edad no extinguió la llama de este idealismo. Probablemente, el desastroso encontronazo entre los agentes especiales para reventar la revuelta obrera contratados por la famosa Agencia Pinkerton, y los trabajadores de su fábrica en Homestead, fuera lo que acelerara su camino a la filantropía. Y en honor a Carnegie hay que decir que lo labró, aunque su mentalidad capitalista, (el estereotipo dice que en los escoceses esta característica se exacerba), siempre leal al darwinismo social de Herbert Spencer, le jugaba malas pasadas e iba un paso por delante de su corazón de filántropo. Estaba bien darse a la comunidad, pero, para dar, había que recibir. Por eso los regalos de Carnegie eran parciales. Podía ceder el terreno, por ejemplo, pero la comunidad que pretendía su donativo tenía que contribuir con regalo similar. Cuando se trataba de una biblioteca, el escocés-americano solía poner el edificio, pero el pago de los libros salía de las arcas de la comunidad. Con esta contribución parcial, el hombre más rico de su tiempo pretendía grabar en la memoria de la comunidad que solicitaba el regalo dos cosas: que, al participar económicamente en la empresa, también a ella le pertenecía de pleno derecho el regalo, y que, por tanto, debía sentirlo como suyo. Y la segunda, que no olvidara el valor del dinero y de lo que costaba ganarlo. Eso sí, el anonimato no iba con Carnegie y las placas con su nombre lucen en todos los proyectos en los que contribuyó.  

Era en 1868, hacía poco que acababa de terminar la Guerra de Secesión, el industrial contaba treinta y tres años, cuando aquel idealismo adolescente volvió a despuntar con fuerza, aunque ya filtrado por la edad. En una carta a sí mismo, Carnegie proponía destinar 5000 dólares anuales, unos 92000 de ahora, para su bolsillo. Lo que le sobrara lo dedicaría a obras benéficas. Y añadía. "Cuanto más soy, más puedo dar". Sin duda, después de Keynes, sobre todo a partir de los años 80 del siglo pasado, una de estas creencias parece haberse invertido y establecido en un "cuanto más me quede, más soy". 

Pero Carnegie no se desprende del todo de su careta como brillantísimo magnate, ni siquiera en 1901, cuando le vende a otro gran desconocido, J.P Morgan, la Carnegie Steel Company por 480 millones de dólares de la época para dedicarse a "ser más". Entre medias, en 1889, Carnegie publica El evangelio de la riqueza, un librito con sus pensamientos empresariales. "El hombre de negocios es más inteligente que el hombre común". "La desigualdad es inevitable y hay que aceptarla guste o no". "El que es rico debe dar ejemplo: vivir una vida sin ostentación, modesta. Debe proveer para los suyos, pero moderadamente". Y el conocidísimo "morir rico es morir en desgracia". 

Y se mantiene fiel a sus principios. Dos años antes, había firmado un contrato prenupcial con la que sería su esposa en el que le dejaba bien claro su intención de deshacerse de la mayor parte de sus bienes, barrruntando, quizás, que, para construir la paz, nada menos que la mundial, hacia ella empujó su fortuna, debía emplear inmensos recursos. 

El hombre que se llevara el contrato del siglo con la Marina estadounidense para construir la Gran flota blanca, buques de guerra encomendados por el presidente Benjamin Harrison con los que luego se dará el paseillo circunvalando el mundo para demostrar su hegemonía militar el que creía su aliado para allanar este camino a la paz, el presidente Teddy Roosevelt, nunca aparcó la idea de que el dinero podía comprarlo todo, incluso la paz. Carnegie tuvo que conformarse con "su atrevimiento de ser más", porque ya sabemos que los políticos son capaces de desbaratar cualquier ilusión. En este caso fue la glotonería de Roosevelt. Carnegie había conseguido que el Kaiser se reuniera con su admiradísimo Roosevelt, pero una cacería/expedición a África subvencionada con su dinero, (el pago de la aventura era condición para el encuentro), dio al traste con sus planes de paz. El encuentro se llevó a cabo a principios de 1910, pero para entonces Roosevelt ya no ocupaba la presidencia de su país. 

En 1920 Carnegie ya se había ido de este mundo. Se ahorró el disgusto de ver cómo su país adoptivo, América, decidía no formar parte de la Sociedad de las Naciones. Eso sí. A Woodrow Wilson se le recompensaría con el Nobel de la Paz por haber sido el impulsor de dicha Sociedad. 

"Atreverse a ser más". Cosa de filántropos.  

Imposible moderar al inmoderado.

Imposible moderar al inmoderado: es el resultado del primer debate. Biden se defendió aceptablemente, al menos no cometió el horror de decir lucharé por ti, y tampoco tuvo muchas meteduras de pata. Trump en su tónica. Intranquilo y dispuesto a saltar a la yugular. Incapaz de soportar la penitencia de tener que estar callado más de treinta segundos de corrido, el moderador tuvo que pedirle en muchas ocasiones que guardara silencio hasta que le llegara el turno. 

Entretenimiento asegurado, sobre todo cuando Trump tuvo a bien airearnos los trapos sucios de los hijos del aspirante. La adicción a las drogas de uno. Del otro, el malhadado Beau, dijo que a sus compañeros de guerra los había tratado a patadas. 

Otro momento estelar fue apoyar la presencia de espontáneos republicanos para vigilar las urnas.  Asegurarse de que no hay manipulación a la hora de contabilizar los votos. Es la consigna que ha lanzado el presidente a las ondas. Y todo este espectáculo seguramente para nada, porque, indecisos, quedan pocos. 

Y el miércoles 7 de octubre, también a las 9 de la noche, pero esta vez desde Salt Lake City, en Utah, el dúo Pence-Harris. Susan Page, de USA Today, moderando. A ver si con más suerte.  Y, puestos a pedir, a ver si elevamos también la oratoria. Lincoln y Douglas pueden dormir tranquilos...  

domingo, 27 de septiembre de 2020

¿Nueva filantropía?

Era en septiembre del año pasado, cuando Bezos anunciaba que se metía a filántropo. Dos billones de dólares (de los americanos), para su proyecto "Day One Fund" (Fondos desde el primer día). Un buen pellizco, no cabe duda, aunque ya sabemos que todo es relativo, sobre todo cuando se está hablando del hombre más rico que en estos momentos pisa el planeta Tierra con sus 202 billones americanos de capital. 


El dinero para obras benéficas, independientemente de la cantidad, siempre es bienvenido. Lo que asusta un poco es cuando el filántropo señala su intención de que, sus academias Bezos, así se llamarán las escuelas de educación preescolar que va a patrocinar y que están destinadas a familias con pocos recursos que tengan hijos de tres a cinco años, (la primera se pondrá a funcionar el 19 de octubre en Des Moines, en el estado de Washington, y seguirán el modelo educativo de María Montessori), se manejen bajo los mismos criterios que Amazon. Quiere decir esto que, los empleados de las escuelitas, al ser parte de las líneas amazónicas, ¿recibirán la cantidad más ínfima que Bezos pueda pagarlos en concepto de salario para mantener su obra benéfica funcionando? Lógicamente un empresario está para ganar dinero y para hacérselo ganar también a sus accionistas, pero a la racanería de Bezos para con sus trabajadores le sobran conocidos.

Otro dato que Bezos añade y que contribuye a aumentar la desazón es que "El niño será el cliente". Y esta parte reconozco que se me escapa un tanto. ¿Quiere esto decir que el niño, a pesar de su tierna edad, podrá elegir sus lecturas? ¿O quizás rehuya los libros y prefiera pasarse el día jugando con drones? ¿O, mejor aún, tal vez desee pulir sus habilidades con letras y números simulando futuros pedidos en el ordenador?      

Si al cóctel le añadimos otro elemento, los beneficios tributarios por donaciones, parece que las buenas intenciones del magnate quedan un tanto empañadas con tanto principio económico.        

"Y esto es solo el principio". Ha dicho. No sabemos si la intención de Bezos es abrir más escuelitas de las que tenía en mente o si destinará más dinero a otros proyectos filantrópicos regidos bajo los mismos principios.

jueves, 24 de septiembre de 2020

Kit de inglés 212: Baloney.

Y esta semana marchando un "sándguich de mortadela" o "de carne de Bolonia", la ciudad italiana que aquí dejo en boca del inimitable Weird Al Yankovic. Y es que de ahí, del sándguich, sale la expresión que nos ocupa. Es hacia 1920 cuando baloney comienza a usarse con sentido figurado. La traducción al español equivaldría a tonterías o idioteces.


La pronunciación sandguichera: bolóuni. Y la buena aquí

Frase: Trump-onomics is mostly boastful baloney.

Las teorías de la economía trumpiana son, en su mayoría, estúpidas fanfarronadas.     

martes, 22 de septiembre de 2020

¿Doblete? ¿Con o sin impichamiento?

Ni Florida, ni Tejas, ni Michigan. Algunos creen que será Pensilvania el estado que le dé o le quite la victoria a uno de los dos púgiles que tenemos ahora bajo la carpa... 

El grupo republicano no parece tenerlas todas consigo y va a pedir ni más ni menos que al de momento mermado Tribunal Supremo que revise los plazos de envío, a la baja, claro está, de los votos por correo de este estado. En estos momentos se contabilizarían los votos que llegaran tres días después de que se cerraran las urnas, siempre y cuando se hubieran enviado, obviamente, antes de las elecciones. Si esta propuesta sale adelante, el partido republicano puede hacer doblete asegurándose de que el asiento vacante en el Supremo vaya a Barbara Lagoa

El margen de maniobra demócrata para paralizar el nombramiento del juez que sustituya a Bader Ginsburg no es muy amplio. 

Una de las jugarretas que Pelosi no descarta es impichar a Trump o al fiscal general, William Barr... o a los dos... 

lunes, 21 de septiembre de 2020

No todo es charleta de vestuario.

Menuda preocupación me ha quitado el presidente de encima. Reconozco que me alivió mucho saber que era el de siempre y que no se le había ido la cabeza. El milagro se materializó cuando le oí decir que a dónde íbamos a llegar con una mujer en la vicepresidencia, y para colmo, la Harris. Con lo flamenca que es ella. A Ferraro le hicieron pasar por el mismo brasero. Aunque el presi me tiene un poco escamada, porque, por lo visto, esta regla de que una mujer llegue lejos se puede doblar hasta el Tribunal Supremo.  




Supongo que, el tener entre las manos, veintiséis acusaciones de toqueteos no deseados, da mucho más caché para unas presidenciales. Supongo que, con esta declaración, habrá agarrado un buen número de votos, especialmente el de los jóvenes blancos, que, cuando crezcan, querrán ser como él. 

Aprovecho para romper una lanza en favor del presidente porque, desde luego, cortesía no le falta. Sin ir más lejos, ayer, en un mitin en Carolina del Norte, preguntó a las asistentes si contaban con el beneplácito de sus esposos para estar allí, al pie del cañón, apoyándolo. La respuesta, imaginaria o no, dio en ser afirmativa. Contaban con su consentimiento. Qué buenos maridos tenéis, les anunció. 

No todo iba a ser charleta, de esas que a veces se oyen en los vestuarios de los gimnasios... 

domingo, 20 de septiembre de 2020

Trump quiere una mujer... Para el cargo.

Pues claro que Trump dejará su juez federal antes de las elecciones para reemplazar a Bader Ginsburg. El nominado probablemente se dará a conocer antes del 29 de septiembre, fecha en la que tendrá lugar el primer debate presidencial. 

De momento, varios son los nombres que circulan. El de Amy Coney Barrett y el de Barbara Lagoa son los que más resuenan. Cercanas en edad, una de 48 años y la otra de 52, también se tocan en su fervor católico. A Coney Barrett, de Indiana, al igual que el vicepresidente Pence, probablemente la favorita, no le gustan mucho las libertades que el ObamaCare ha permitido con el aborto, acusándolo de "violar la libertad religiosa". Roe contra Wade ponte a temblar. 


La magistrada Lagoa es de origen cubano, del estado bisagra que Trump tiene que ganar sí o sí. Florida. En caso de nominarla seguramente lo ganaría. Pero parece que es un poquito más blandengue con lo del aborto y eso no gusta tanto a los senadores republicanos.  

Otros nombres menos voceados son los de la jueza evangélica Allison Jones Rushing, más joven todavía que las anteriores, y el de Amul Thapar. Si Barrett se toma a pecho la cuestión del aborto, la fijación de Rushing es la homosexualidad. En cuanto a Thapar, también católico, decir que es el primer juez federal con raíces del Asia Meridional, sus padres son de la India, en ocupar este cargo. El problema de Thapar es que, parece que Trump, quiere una mujer... Para el cargo.